Mientras Sean conducía hacia la casa, mi casa, no había logrado entender lo que había pasado. Caray, me había besado con un extraño ser, y no fue un simple beso, no fue una simple unión de labios que pudo durar un segundo, no, esto fue más. Aún podía sentir mis labios hinchados, sobre todo el labio inferior, su dulce aliento seguía nublando mi mente dejándome más confusa. Es que resultaba tan familiar, tan procedente de cerca y al mismo tiempo tan lejano...
—¿Estás segura de que no te has hecho daño?.—me preguntó Sean preocupado, lo miré algo fuera de mí y negué una vez con la cabeza—. Me imagino que el susto que pasamos te ha dejado afónica.—pensé que se estaba burlando, así que lo miré y vi que estaba mucho más serio que yo.
—No...no es nada, estoy...bien.—traté de parecer convincente.
Sean aparcó frente a mi pequeña casa, detrás de la furgoneta; las luces de la casa seguían prendidas, lo que quería decir que mi tía no estaba dormida.
Suspiré con pesadez, me estaba esprando para contarla cómo me fue en la cita. Tomé mi mochila alargando el brazo hacia el asineto de atrás, aunque en realidad, Sean me lo facilitó, me entregó la mochila y se lo agradecí entre dientes.
—Oye, siento mucho lo que ha pasado.—se disculpó con alta culpabilidad y me pregunté si tan mal me veía.
No podía permitir que siga pensando que fue culpa suya que me haya caído de esta forma tan horrible, tampoco fue culpa suya...bueno, en ningún momento fue culpa suya lo que nos pudo haber pasado, yo a sano juicio decidí seguir este misterio y no me iba a detener.
—Sean, ha ido todo bien.—bajé la cabeza antes de seguir—. Y...y pienso que debemos volver...mañana.
Él abrió los ojos asombrado.
Dos razones por las que debía volver, la primera razón era más que evidente, debíamos hablar con el tal Aron, éste era el principal objetivo, la segunda razón era más bien personal, pensaba descubrir qué clase de humano me había besado, y por qué me había besado, aunque, debía admitir que lo hacía muy bien. No quise pensar en la tercera razón, esta sería de locos...
—¿Estás segura?
Levanté la cabeza y lo miré.
Asentí.
—S..sí.—respondí.
Recordar el beso me ponía más nerviosa de lo que me acostumbraba a estar.
—Bueno, te veo mañana, es mejor que descanses.—dijo él y volví asentir.
—Sí.—dije
Bajé del auto tras despedirme de él con un hasta luego. Me dirigí hacia casa, subí el escalón que daba a la terraza, abrí la puerta y la cerré a mis espaldas una vez haber entrado.
Caminé hacia el salón donde estaba mi tía dormida en el sofá más largo; la televisión seguía prendida, el mando descansaba sobre la mesa y la caratula del CD que estaba viendo sobre su vientre. Me acerqué a ella, primero apagué la televisón con el mando, ma agaché a su lado.
—Ey, tía, tía.—ella abrió los ojos; por suerte no era el tipo de persona a quien se debía despertar durante minutos.
Me miró desconcertada..
—Oh,Ambar ¿cómo te fue la cita?
—Te dije que no era una cita.—me levanté antes de que empezara a cuestionarme y empecé a caminar hacia las escaleras—. Buenas noches.
Terminé de subir las escaleras mientras oía a mi tíe decir que la contara lo que me había llevado tanto tiempo. Entré en mi habitación, cerré la puerta a mis espaldas, y me apoyé en ella. Suspiré.
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Último Aliento
De Todo. . . . . . . Último Aliento Ambar posó sus labios sobre los de Simón como él se lo pidió, esta vez el beso fue triste, dulce pero triste, Simón sintió que podía irse en paz tras haber respirado por última vez el aliento de la chica que amaba, la ch...