admite que te gusta tenerme de compañía

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Finalmente me encontré con mi mejor amiga después de haber soportado la gustosa compañia de Simón, fingir que me resultaba desagradable no le hacía ni cosquillas, era terco y lo tomaba todo a su manera. Podía jurar que leía mentes, pero cómo lo probaba si con decirlo no bastaba, sería absurdo y ultimaría como una loca. En fin, estaba con mi amiga, quien me estaba contando la razón por la que abrazaba a Simón, su padre y su madre iba a separarse, era definitivo, por tanto, recordaba haberles visto otra vez juntos y felices la última vez que estuve en la casa. Cuánto cambiaba una decisión...

La abracé y la aseguré que siempre que quisiera, yo estaba para ella, me aseguró que lo sabía y eso pareció calmarla.

A la salida, mi amiga no estaba en el instituto, supuse que habíamos cancelado lo de ir a su casa y que quería estar sola, ya que era algo habitual en ella cuando algo iba mal en su familia; cuando iba a querer hablar, me iba a marcar, así sea en la madrugada. Ahora contaba conmigo misma para ver qué hacía; lo cual era obvio que saldría a buscar informaciones. Miré la hora, nerviosa, iba a intentar convencer a Sean otra vez, ya que ir sola me causaba algo de miedo.

Caminé de un lugar a otro sin esfuerzos, me dolía la rodilla, pero si quería seguir contando con mi mejor amigo, debía fingir que todo marchaba bien.

Vi a la señora Bracksfor salir del instituto.

Entonces Sean se había ido, ¿no se suponía que debía estar en la dirección?.  No había tomado el tiempo de pensar con claridad cuando fui a subir en el auto, lo único que sabía era que no iba a quedarme con los brazos cruzados, iba a seguir investigando, iba a saber quién era el tipo que me había besado y por qué...¿A quién se le ocurre besar a alguien que no conoce?

Aunque quisiera, no había manera de que lo pudiera evitar.

Unas horas de camino y me detuve en aquella señal que había dejado la furgoneta de Sean, desde donde perdí el equilibrio hasta donde la furgoneta se golpeó contra un árbol. Dejé mi auto bien estacionado en la carretera y bajé, me adentré entre los árboles siguiendo las gruesas rayas que dejaron las ruedas del auto de Sean hasta donde se encontraba el árbol con el que nos chocamos; desde lo alto miré el lugar por donde me había caído.

Levanté la vista hacia la copa de los árboles, asustada al escuchar un sonido bastante extraño.. ¿Será el animal que dicen que seguía al príncipe o será el hombre de los ojos rojos?. Mis piernas se mantuvieron en tensión mientras intentaba decidir entre seguir o salir corriendo. Lo más normal sería que saliera corriendo, que subiera a mi furgoneta y me fuera a casa. La sequedan de mi garganta me impedía poder hacer algo más que tragar salida mientras mis manos se cerraban formanado unos puños congelados a causa del escalofrío que recorría todo mi cuerpo hasta los nudillos de los dedos.

El mismo ruido en las copas de los árboles me asustó y me moví buscando aquella cosa que tanto me asustaba, al mismo tiempo que intentaba controlarme, no podía arriesgarme a caer como lo hice antes.

De pronto, vi una figura sobre un árbol, esta figura se movió bastante rápido hacia mí, me llev3 las manos al rostro... Menuda forma de defensa; definitivamente soy un desastre. Antes de que esta cosa con apariencia de mujer me pudiera atacar, alguien me tomó por la cintura y me arrastró hacia atrás. Ambos caímos. Yo caí de espaldas sobre él..

—¿Estás bien?.—me preguntó la persona y juré que debía ser parte de mi imaginación.

¿Por qué razón Simón iba a perseguirme? ¿por qué me salvaría? ¿cómo supo que estaría en este lugar? ...estas y otras tantas preguntas quisieron huir, mas debía asegurarme de saber quién era.

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