Lancé una de mis lanzas dividas al blanco, acerté sin apuntar, mi puntería ya es muy buena. Con la otra lanza rasgué el cuerpo de un robot.
Aparecieron más robots, con cuchillas en sus manos, varios, dispuestos a atacarme y yo solo tenía una lanza, y con todo y ello, no es problema. Tomé un Dust de fuego, de una pequeña bolsa que tengo alrededor de mi cintura.
-¿Creen esto un reto?- Cargué el cristal en mi lanza y la punta tomó un aura roja. -Venid.- Hice una reverencia al más puro estilo princesa.
Todos se impulsaron hacia mí, con sus cuchillas a sus espaldas, intercepté al más cercano y enterré la punta de mi lanza en su pecho, se derritió, saqué mi lanza y miré a los demás, comencé a hacer cortes dando giros con piruetas, de vez en cuando algunas volteretas, acerté en casi todos, corrí por los costados de los que seguían en pie y lance cortes que los dividieron y cayeron, vi el blanco donde había lanzado mi otra lanza al principio, corrí hasta el, la tomé y la uní con la otra. Leaf Claw estaba de devuelta. ¿Por qué ese nombre? Pues, las puntas son como hojas, y tiene la potencia de grandes garras.
Nuevos robots emergieron del suelo. Tomé un cristal de hielo y lo cargué en la otra lanza. Un aura azul rodeó la punta. -Fire ice.- Está es una de mis tácticas favoritas, el fuego con el hielo es una extraña pero efectiva combinación ¿No creen?
Pero en fin, me salgó del tema. Volví a separar mis lanzas, y me lancé hacía ellos, hice cortes en todos y cada uno de ellos, con tal velocidad impulsada por ráfagas de aire que solo sentí la brisa agitando mi cabello café claro con ciertos mechones negros, lo sé, es raro, pero siempre ha sido así, y me gusta.
Me distraigo. Los robots, afectados por los roces de mis lanzas comenzaron a ser afectados, los rozados con la lanza ígnea comenzaron a derretirse, mientras que los rozados con la lanza gélida comenzaron a volverse un iceberg lentamente.
Reí. Los derretidos ya no eran nada, pero los iceberg corrían el riesgo de derretirse y seguir, y yo no tenía problema alguno en detenerlos. Saqué el pequeño cristal celeste, que era grande cuando lo metí, y puse otro rojo. Una ola de calor se aproxima.
Los miré, lástima, ese metal pudo haber sido usado en otra cosa. -Burn wave.- Volví a unirlas y comencé a girarlas sobre su eje, los cortes que hacía al aire eran lanzados directamente al robot al que apuntaba como una práctica ola de fuego.
-¿Ya? ¿Puedo leer ya?- Anuncié. Los robots comenzaron a desvanecerse, los objetos a mi alrededor igual, hasta que quedó una sala en blanco, la simulación de combate terminó, sí, era una simulación, no me dejan entrenar con objetos reales, mi padre es muy sobreprotector en todo aspecto, no sé cómo pensará detenerme cuando vaya a Beacon.
La compuerta de la sala de simulación se abrió, vi la silueta de mi padre, Aoba Hurricane y el encargado de la sala donde me encontraba, Syre Weng. Con un gesto hecho con su mano, mi padre me indicó acercarme, me acerqué, pues, qué más haría.
-Gran trabajo Paule.- Me alabó, aplaudiendo algo lento, mientras me miraba con su única mirada seria.
-¿Tiene algo de bueno luchar con simulaciones que no pueden hacerte daño?- Siendo raro en mí le exclamé, me clavó una mirada de molestia, parece que se enojó.
-Sí, lo tiene, ¿Ves por qué no puedes salir de este lugar? Eres muy inmadura, por eso no pienso dejarte salir de este lugar a como dé lugar.- Eso es lo que él cree. Se volteó y caminó hasta salir del pasillo.
-Buena suerte escapando.- El señor Syre me sonrió, al igual que mi padre, caminó hasta salir del pasillo.
El señor Syre sabe lo que haré, confío plenamente en él, ya que él me escucha cada vez que vengo a hacer un entrenamiento o a pasar algún tiempo en esta sala, no solo simula batallas que no ayudan en nada, también simula lugares propios del mundo, Vale, Mistral, Vacuo, Menagerie, y Atlas, que vivo ahí, pero como ya saben, sí no salgo de mi hogar vigilada, no salgo.
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The black eyes, a red rose. -RWBY fanfic-
FanficSi una rosa, del más vivo color carmesí, arde en llamas. ¿Crees que ardería hasta ser cenizas? Puede ser, o quizás no lo haga. Puede renacer, pero no tendría el tono carmesí que poseía. Como el fénix en llamas renacerá, una hermosa rosa negra será. ...