Sé a quién proteger, gracias, viejo.

64 6 3
                                    

Opal

—¿Por qué la tienes? —preguntó ella incrédula al verla en mis manos.

—Él me la dejó, de hecho, habló conmigo —le respondí envolviendo la guadaña en llamas haya volverla a hacer llave.

—¿En sueños? —Aqua miró hacia el techo de la habitación esperando una respuesta.

—¿A ti también?

—No. Yo hablé con mamá.

A todas estas, Ruby no entendía absolutamente nada de lo que Aqua y yo hablábamos. A veces miraba a la estantería de libros, a nosotros hablar o se acomodaba cuando se sentía más incómoda de lo normal.

—Por cierto —musitó Aqua mirando a Ruby—, le agradas a mamá.

Ruby no entendió al principio, pero luego soltó una pequeña sonrisa.

—Igual al viejo —le dije yo.

Su pequeña sonrisa se hizo más grande.  Tomé el resto de llaves y guardé la caja sacando antes las segunda carta y colocándola sobre el escritorio. Aqua salió y Ruby se levantó de la cama e iba a salir cuando Aqua entró nuevamente, más veloz que la primera vez.

—Hay algo de pan en la cocina, té y jugo —iba a volver a salir pero se detuvo y me miró—. Saldré un rato, los veo más tarde, cuídala.

Yo simplemente le asentí y me dispuse a acomodar algunos libros. Ruby iba a salir pero se detuvo en el marco de la puerta, llamó mi atención y me miró.

—Estaré en la cocina, te espero allá, sombra —sonreí.

Salió a donde ella dijo. Es una niña, pero, ha sido quien más me ha estado apoyando desde que la conocí en un simple encuentro con ese bastardo de torchwick. Definitivamente, estaba en el momento correcto, en el lugar correcto. Terminé con los libros y me dispuse a salir de mi cuarto, di una mirada a la carta sobre el escritorio y finalmente salí, dando pasos rápidos para llegar a la cocina y ver a Ruby disfrutando de aquellos panes.

Me serví un poco de té y me senté en la mesa frente a Ruby, quien comía tranquilamente pan con un poco de jalea que había en la mesa. Tomé un par de ellos y los comí con la misma tranquilidad que la caperuza mientras tomaba el té, que me proporcionaba una profunda relajación.

Tuve que esperar que Ruby terminara con lo suyo y se tomara el jugo para levantarme de la mesa con ella. Salimos de la cocina y fuimos con dirección a la salida de la casa deteniéndonos en la entrada. La miré.

—Iré a ver al viejo —tomé su mano—. ¿Quisieras venir conmigo?

Esa fue hasta el momento la invitación más formal y sincera que había hecho a alguien, y me alegraba que ese alguien me contestara con la misma sinceridad con la que yo había preguntado. 

—Claro que iré contigo, idiota —se acercó a mí y me abrazó cariñosamente—. Hasta el fin del mundo, lo haría... —susurró tan suave que apenas pude oírlo, tuve que sonreír para mis adentros.

Se separó de mí y me sonrió. Definitivamente haberla dejado venir había sido una de las mejores decisiones que había tomado en mi vida. Tomé el picaporte de la puerta y lo giré abriendo esta, e invité a la señorita Rose a salir.

—Damas primero, señorita Rose —hice una reverencia señalando la puerta.

—Cuanta elegancia, eres demasiado idiota —rió mientras salía y  yo la seguía.

Cerré la puerta con llave y comencé a caminar mientras Ruby me seguía con dirección a una colina no tan lejana ni tan cercana pero si algo alta. Entonces comenzamos caminar con rumbo a dicha colina. Ruby iba ligeramente tranquila y callada mientras yo sí caminaba con demasiada tranquilidad, esperando que lo que fuese a hacer allá resultase.

Trataría de hablar con ella, deseo protegerla, y daré todo de mí para lograrlo, porque así me enseñaron a hacerlo. Gracias, viejo.

Tras unos largos minutos y una larga caminata finalmente llegamos a la colina, subimos cuesta arriba otro par de minutos hasta que quedamos frente a un par de lápidas. En la lápida a mi izquierda, tenía inscrito el nombre "Kyoko Frozencore", había una pequeña rosa blanca frente a esta; y a mi derecha, estaba otra la cual tenía inscrito el nombre "Tsuna Blackflare", y enfrente de esta había una rosa negra.

—Hola, viejo.

Me arrodillé frente a la lápida a mi derecha.

—Sé que no pude estar aquí últimamente, pero eso a ti no te importó. Veo que aunque estábamos en lugares distintos aún así podías cuidarme sin importar que, y esa, es una de las lecciones que siempre valoraré, y estará siempre en mí, porque también a alguien a quien cuidar ya, aparte de la idiota de Aqua.

No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa.

—Gracias, viejo, me enseñaste mucho. Vendré a verte seguidamente.

Me levanté evitando que las pequeñas lágrimas salieran girando lentamente para ver como Ruby se encontraba casi en las mismas que yo. Me posé frente a ella y deposité un pequeño beso en su frente, noté como sus mejillas se tornaron ligeramente carmesí.

—¿Opal? —susurró ella, casi inaudible para mí.

—Nunca entendí lo que era proteger a alguien, hasta que noté como el viejo hacía lo mismo por nosotros.

Tomé suave su mentón y vi como apenas contenía las lágrimas.

—Mira, sé que no soy bueno con esto de las palabras, así que sólo seré directo, tú eres, esa persona que me demostró que vale la pena proteger, porque tú eres... tú...

En ese momento las pequeñas lágrimas se asomaron y las limpié con mis pulgares, tomando a la vez sus mejillas y acercándola lentamente a mí para terminar dejándole un pequeño beso sobre sus tiernos labios.

Aqua

Y finalmente después de tanto esperar aquel momento pasó velozmente frente a mis ojos, más porque fuera veloz no me impidió sacar mi scroll y tomar fotos de aquella linda escena frente a mis ojos. Activé la cámara y saqué varias fotos seguidamente hasta que aquel momento terminó, posterior a eso guardé el artefacto y me acerqué caminando tranquilamente a ellos.

—¿Y? ¿Cómo les ha ido? —admito que no podía quitarme la sonrisa de idiota por mi hermano y Ruby.

—¿De qué hablas? —Opal miró a otro lado, haciéndose el idiota.

—¿Has visto todo? —Preguntó Ruby, no puedo decir que susurró porque fue un poco más fuerte que ello.

—Y lo tengo guardado —les sonreí más.

—Sinceramente, te detesto, idiota —musitó Opal mirándome a modo de broma.

—Y yo a ti, tarado —reí bobamente.

—¿Vas a hacer algo más ahora? —preguntó Opal, tomando a Ruby disimuladamente de la mano.

—Creo que iré a casa. ¿Por qué?

—Pienso llevar a esta caperuza —con su mirada señalo a Ruby— a conocer a alguien.

—Cuídala, idiota —reí—. Los veo luego.

Me despedí de ellos y tomé rumbo nuevamente a mi casa, más luego de ver todos los lugares donde solía estar siempre, como un pequeño restaurante, un bar con una pinta de ser un balde de información, acudía ahí cada vez que requería algo extra par cumplir con otros asuntos, pero en fin. Situé mi vista en un local de batidos que visitaba casi siempre.

Decidí entrar y quedarme un rato ahí, después de todo, en casa no iba a hacer mucho más.

Entré haciendo que la campanilla detrás de la puerta sonará y observé a la persona que atendía en el mostrador, con cabello rubio y ojos oscuros.

—¿Shane?

The black eyes, a red rose. -RWBY fanfic-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora