Capitulo 10: Sufrimiento relativo.

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El portal se había cerrado, varios presentes en el gran salón que habían visto la escena se habían volteado para seguir realizando sus actividades. El grupo solo puede mirar esa pared donde fue tragado Julius Salazar, quizás sería su ultimo recuerdo de él. 

Con este suceso, los sentimientos fueron muchos y distintos: Luna estaba atónita, tuvo cabida en su interior una gran tristeza, su amigo se había ido por un portal desconocido, y era probable que no lo volviera a ver, Sarah sentía especial coraje con el Sabio, el le había advertido sobre esos portales tan extraños, ¿porque a un chico que ni siquiera conoce le prepararía una trampa como esa?, esta pregunta solo la llevo a contestarse con otra "¿Y porque Julius aceptó?". Bernard no sabía ni que rayos ocurría, tenía una expresión de total des-entendimiento. Rhydderech era el mas centrado, miraba fijamente el lugar de desencuentro, se mantenía frío y firme como un gigantesco iceberg. El Sabio por su parte parecía desilusionado, su templanza acostumbrada se había deteriorado con  los años, pero no podía apartarse de la verdad, "¿Le servirá aprender mediante ese trayecto?" pensaba "¿o será destruido poco a poco?, y al final se aferrará a lo ultimo que..."

- Escuchen, esto es serio, el chico a amar a agua se volverá en contra nuestra - advierte - Acaben con su vida si es necesario.

- Ni si es necesario - Habla Rhydderech - a la primera oportunidad que tenga -Alzó el hacha en modo de ataque

Luna miraba al Sabio y a Rhydderech con desaprobación, tenia mas que suficiente con pensar que Julius se fuera para siempre.

- Bueno mi rey, debo avisarle algo - Dice el Sabio, Bernard voltea embobado - Tiene que volver arriba, este lugar ya no es seguro para el rey del Tzää.

- Entonces partiré con el sol - Vuelve su postura gallarda - Bien, vallan a dormir - Dirige su mirada a las dos jóvenes.

- Vengan conmigo, les mostraré sus aposentos - Dice Dante, conduce a Luna y Sarah.

Mientras tanto, Bernard se dirige a Rhydderech con cautela.

- Rhydderech, tengo que decirte algo - Se había decidido.

- ¿Si? -

- Tu eres mi mejor amigo, así que te lo diré. Hamar, mi padre, me confió la contraseña de esta mesa - Frotó la superficie lisa de la piedra.

- ¿Y? - 

Bernard luego fijó su atención en la mesa, y después de echarle una mirada de soslayo a Rhydderech dijo: "Azul de agua, blanco de nieve, rojo de fuego - hizo énfasis en la palabra "fuego" - marrón de tierra, verde de aire, gris de rayo, dorado sol y negro luna, plata luz de luna". 

Al decir esto, en la superficie se delineó un circulo, el cual se alzó lentamente, se levantó una formación, era un cilindro achatado cuyo contorno tenía unas divisiones, y dentro de estas reposaban varias gemas, todas de los colores mencionados por Bernard. Él tomo una de las gemas y se la ofreció a Rhydderech, un rubí-citrino con una cadena flexible de oro.

Rhydderech, toma - contempló el citrino, luego tendió la mano tímidamente  -  Te la entrego como signo de amistad - Se la colocó en el cuello.

Rhydderech apreció con curiosidad la gema, frotándola suavemente con sus manos mientras la estudiaba sutilmente perspicaz.

- Gracias - agradeció.

- No, gracias a ti, ve a descansar, pues mañana serán dos días de caminata. 

Rhydderech obedeció el consejo de su amigo y se dirigió hacia el sabio, este señaló una de las enormes plataformas de las casas y Rhydderech fue corriendo hacia esta, El sabio Dante lo detuvo y le mencionó que no era necesario recorrer el trayecto escalando la base, le sugirió que se acostara de cabeza el barandal con los pies arriba.

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⏰ Última actualización: May 02, 2017 ⏰

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