¿WTF?

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Me acerqué meneando el trasero de forma sensual. PUAJAJAJAJAJA okno. Lo sé, desde que estoy con Kat y Ria... Estoy volviendo a ser la loca de antes. En fin. ¿Que querrá decirme Jon? Ni idea. Llegué y seguí a Jon hacía la hamaca que había en el porche. Me empecé a poner nerviosa, hasta el momento no había pensado en la situación pero... A ver. Estoy sola con Jon en una hamaca. Lol.

Narra Jon:

¿Por qué tenía que ser tan sexy? Oh, dios. Estoy pilladisimo. Nunca me había pasado esto, yo siempre fui de coger, usar y tirar. ¿Que me pasa? Además, ahora que Alex está tan distante... Se que solo utiliza a la chavala rubia para dar celos a Melodie, y me alegra que ella lo tome como un rechazo. Eso me suma puntos. Pero se que la imagen de malote de Alexander la atrae, como a todas. Tengo las de perder, pero estoy decidido a enamorarla. En fin, tendré que explicárselo como mejor pueda. Suspire y comencé a hablar.

-Bueno, emm, Melodie.- Dije inseguro.- Creo que ya sabes que me gustas. Creo que yo a ti no, solo soy un, emm... Un amigo. En fin. No quiero que te asustes si soy humm, ¿Cariñoso? Contigo. Creo que sabes a lo que me refiero, aunque se tu respuesta y que tendre que hacer mucho para enamorarte, hay que intentarlo. ¿Quieres salir conmigo? Si no... tal, no... no te.- Ella me cortó.

-Si quiero, Jon. Si quiero.- Dijo sonriendo.

No sabía que hacer. ¡Moria de felicidad! Eso sonaba muy cursi, dios yo no soy maricon. La besé. Fue dulce. La quería mucho.

Narra Melodie:

Le quería, vale puede que no. En realidad no lo sabía, pero tenía que arriesgarme. Kat y Ria me matarían, y sobretodo Kat, porque no creo que quiera ver a su hermano llorando como desquiciado. Vi su cara de ilusión, me quiere de verdad, y eso me apena. Mucho. ¿Por qué no puede gustarme él tanto como Alex? No lo sé. Al final lo volví a besar y le expliqué que mis padres llegarían en breve (mentira) y que no les haría gracia verlo alli (lo sé, soy un ser cruel). Nos despedimos y volví a entrar en la casa, donde Kat y Ria me miraban expectantes. Les conté todo con pelos y señales, y todo lo que sentí hablando con Jon. Sus reacciones fueron raras.

-Bueno, está bien.- Dijo Kat.- No le hagas daño y todo estara bien.

-Si, a mi me parece muy bien.- Dijo Ria, calmada.

Las toqué la frente y fingí estar apenada. "¿Estais malas? Chicas, ¡NO!". A esto ellas respondieron riendo y nos abrazamos las tres. Hicimos algo de deberes, y creamos una especie de grupo, un nombre. Las Supernenas. Lo sé, muy penoso, pero es que somos así de infantiles. Ria era Cactus, Kat Burbuja y yo Pétalo. ¿Sabeis cuáles son no? Cactus es la que tiene el pelo negro y los ojos verdes. Burbuja la rubia con ojos azules. Pétalo la pelirroja con ojos marrones. En fin, estamos locas. Nuestra tarde se definía en tres palabras: hacer el tonto. Al final se fueron, montando drama en la puerta mientras una vecina cotilla nos miraba desde la ventana de su casa. Después volví a casa y me cogí los cascos. Comencé al ritmo de Wrecking Ball, de Miley Cirus, la versión de James Arthur. Hice la voltereta, el pino, y me cansé. Demasiado vaga. Reí sola y comencé a hacer footing por mi cuarto, entrando y saliendo del baño y cantando. Al final caí rendida en la cama, cansada de hablar con las paredes, correr, y estupideces varias.

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Me desperté sin siquiera haber descolocado un milímetro la cama, ya que estaba tirada en el suelo. Cada vez me despierto de forma mas extraña. Mis hermanos todavía dormían, y mis padres estaban trabajando. En realidad les veía poco, pero a esta edad ya no me importaba mucho; me daba mas pena por mis hermanitos. Me duché, y elegí la ropa. Volvía a hacer calor, así que opté por unos shorts azul clarito, una camiseta de tirantes suelta negra, unas vans negras y el cabello recogido en una larga trenza. Tomé una sudadera ancha (me encantan) negra y un collar con el símbolo de la paz del color de los shorts. Desayuné un potito, sí, un potito, y me fui a la parada del bus. No había nadie, ¡Mierda! Le había perdido. Corrí y corrí hasta llegar al colegio. 10 minutos tarde, me matarían. Entré y todo estaba en silencio, y al subir a las aulas no había nadie. ¿WTF? Vi a una limpiadora y le pregunté sobre el tema.

-Perdone, ¿sabe usted donde está todo el mundo?- Dije educadamente.

-Si, señorita. Andan todos en su casa, pues hoy es fiesta aquí y no tienen que venir al colegio.- Contestó sonriendo.

Yo simplemente asentí y me fui, aunque no tenía ganas de ir a mi casa. Llevaba la mochila por el culo, la trenza medio desecha y cara de zombie. Fijo. Tenía cara de zombie. Dag. Entonces miré hacia delante y vi a Alex, pensé en cruzar la calle, pero eso sería de cobardes. Al pasar por su lado me tomó de la cintura.

-Que quieres.- Dije cortante.

-A ti.- Dijo susurrando.

-Pues lo siento, alguien se te adelantó, así que puedes volver a revolcarte con la zorra rubia del Starbucks.- Dije seca y con cara de asco

-Humm... Que envidia que la tienes.- Dijo con tono burlón.

-Envidia ninguna gilipollas, yo estoy perfectamente con Jon, eres tu el que le tiene envidia a él.- Espeté.

-Tu a Jon no le quieres. Me quieres a mí.- Dijo. Sentí la rabia y las ganas de romperle la cara correr por mis venas. No lo aguantaba, en ese momento me di cuenta de que era un gilipollas, flipado, y ¿aun asi lo queria? Oh no, ya no. Puede que a Jon tampoco, pero a Alex mucho menos. Que asco de chaval.

-Oh, puede que antes sí. Pero no Alex, ya no. Das asco.- Dije con repugnancia.

Vi como sus ojos echaban chispas mientras se acercaba a mí. Me tomó del antebrazo y me aplastó contra la pared. Intenté escapar, obviamente inútilmente. En esos momentos me vino a la mente cuando Jon me "secuestró", lo dulce y delicado que fue conmigo, como si fuera una muñequita de porcelana, o su tesoro más preciado. ¿Y Alex? Alex simplemente me está haciendo daño, rompiendome el brazo y provocandome dolor en la espalada.

-Me haces daño.- Susurré con odio.

-Hum, ¿Crees que me importa?- Espetó él.

-Por lo visto no. Solo eres un flipado asqueroso más.- Dije.

-Oh, nena, creo que estás en terreno peligroso. Te recomiendo rendirte ante mí, o sufrirás.- Dijo el muy flipado.

-Ei, chulito, a ver si te enteras.- Dije soltándome de su agarre.- Das asco, te odio. Te las das de majo y eres un puto creído y un estúpido.- Le miré. La adrenalina corriendo por mis venas y las ganas de estropearle su carita también.

-No, Melodie, a ver si te enteras tú.- Dijo serio.- Te quiero, y tu a mi también. Con Jon solo estás jugando y todo acabará mal. Muy mal.

-Me la suda lo que me digas a ver si te enteras de una maldita vez. Yo NO te quiero. Ni un pelo, y dejame ya. Ah, y no me vengas con que sufriré, porque no eres capaz de pegarme.- Me giré bruscamente y comencé a caminar hacia el lado opuesto.

Notaba que me seguía, oía sus pasos detras de mi, sentía su respiración casi en mi nuca. Eso me ponía nerviosa. Parecía un maldito sicópata, oh dios, estaba loco. Mi giré y le miré fría, desafiante.

-¿Quieres jugar?- Le dije.- Jugemos.

El dia que me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora