Era domingo en la mañana, Paola se despertó pensando en Santiago, en cada minuto que habían pasado juntos la noche anterior.
Paola pensaba que tal vez todo lo que le estaba sucediendo era un sueño, como su vida cambió drásticamente en los últimos días. Ella sabía que no era igual vivir la vida sola, como lo venía haciendo, a vivirla con una persona que estuviese allí para acompañarla y hacerle más alegres los días.
Paola tomó una ducha y luego se dirigió al centro comercial donde se encontraba la pista de patinaje, como quedaba muy cerca de su apartamento se fue caminando.
Santiago le había dicho que la esperaría cerca de la pista de patinaje, razón por la cual cuando llegó al centro comercial se dirigió inmediatamente hacia allá.
Paola vio a Santiago, quien estaba esperándola en unas pequeñas gradas que servían para que las personas vieran a los patinadores, e inmediatamente lo saludó con su mano derecha y este se dirigió hacia donde se encontraba ella.
-¿Lista para patinar? -le preguntó Santiago.
-La verdad no -respondió Paola un poco apenada.
-¿Por qué? -quiso saber Santiago.
-Lo que ocurre es que no sé patinar -dijo Paola sonriendo levemente.
-Si quieres, puedo enseñarte -le manifestó Santiago de forma calmada.
-¿En serio me enseñarías? -preguntó Paola.
-Sí, por supuesto -le dijo Santiago antes de que ambos se dirigieran hacia la entrada de la pista de patinaje.
Paola esperó sentada en las gradas mientras Santiago buscó los patines que alquiló.
Ambos se colocaron los patines y de dispusieron a entrar a la pista.
Santiago tomó de las manos a Paola y comenzó a llevarla por toda la pista de hielo.
Paola, un poco asustada, miró a Santiago a los ojos y le dijo:
-No me dejes caer.
-No te dejaré caer -contestó Santiago.
Paola se sentía tan feliz en ese momento que de haber podido detener el tiempo lo hubiese hecho.
Santiago le colocó una mano en la espalda y la otra en la cintura a Paola y continuó llevándola por toda la pista hasta decirle:
-¿Estás lista?
-¿Para qué? -le preguntó Paola.
-Para hacerlo tú sola.
-No, no puedo hacerlo sola -le manifestó Paola.
-Confía en ti y verás que si puedes hacerlo.
Tras pensarlo unos segundos, Paola le dijo a Santiago:
-Está bien, lo haré.
Ambos siguieron patinando agarrados de las manos hasta que Santiago le dijo a Paola:
-Voy a soltarte para que lo hagas sola, ¿te parece?
Santiago soltó a Paola y esta continuó sola, no había dudas, ya sabía patinar.
La cara de felicidad de ambos lo decía todo: disfrutaban pasar tiempo juntos.
Luego de unos minutos patinando, salieron de la pista de hielo y posteriormente se fueron a caminar por el centro comercial.
El móvil de Paola sonó y esta al verlo se dio cuenta de que era un mensaje de Susana:
«Hola, Paola. ¿Estás en el centro comercial? Yo voy hacia allá, te estuve buscando en tu apartamento».
Paola respondió:
«Sí, vente. Estoy con Santiago; te lo presentaré. Te espero en el tercer piso».
Susana finalizó:
«¡Qué bueno! En unos minutos llego».
Paola le comunicó a Santiago que le presentaría a su mejor amiga. Ambos se dirigieron al tercer piso del centro comercial y compraron unos helados mientras esperaban que llegara Susana.
El helado de Paola era de mantecado y fresas y el de Santiago de chocolate.
Paola y Santiago se sentaron en unas sillas que estaban con vista a la pista de patinaje del centro comercial y comenzaron a hablar.
-Y dime, ¿Tienes pensado volver a Argentina? -le preguntó Paola a Santiago.
-No, por ahora no.
-¿Y tu familia? -quiso saber Paola.
-Mi madre fue quien me aconsejó que me viniera a Venezuela, ella dijo que necesitaba distraerme y mi padre nos abandonó a ella y a mí cuando yo tenía 6 años.
-Lo siento -le dijo Paola prefiriendo no haberle mencionado el tema.
-No te preocupes, ya lo he superado -le respondió Santiago a Paola.
Paola se percató de que Susana había llegado, razón por la cual le hizo una seña con la mano derecha para que la viera.
-Mira te presento a Santiago -le dijo Paola a Susana mientras le señalaba a Santiago.
Al voltear Santiago, tanto él como Susana se quedaron en silencio por unos segundos y Paola les preguntó:
-¿Sucede algo?
-No, nada -respondió Susana mientras se sentaba un poco pensativa en una silla que estaba junto a ellos.
-Ah, disculpa mucho gusto -le dijo Santiago a Susana mientras le daba la mano.
Santiago se levantó de la silla y le manifestó a Paola:
—Lo siento, pero debo irme.
—¿Tan pronto? —preguntó Paola un poco sorprendida.
—Sí, es que tengo que comprar unas cosas que me pidieron mis amigos de Argentina y lo olvidé por completo. Nos vemos.
Santiago le sonrió a Paola y se marchó, sin embargo Paola sabía que algo le había pasado a Santiago para que decidiera irse tan pronto.
—¿Qué te pareció Santiago? —le preguntó Paola a Susana.
—No lo sé, es que no parece una buena persona para ti —le respondió Susana con un tono arrogante.
—¿Por qué lo dices? —cuestionó Paola.
—Realmente no lo sé, pero no me cayó muy bien —le argumentó Susana a Paola.
...............Continuará.................
Muy pronto subiré el siguiente capítulo. :)
¿Por qué Susana habrá reaccionado de esa forma al ver a Santiago? Y ¿Por qué Santiago habrá decidido marcharse una vez que vio a Susana? Descúbrelo en los siguientes capítulos de la historia. :)
Una historia original de Néstor Fereira. © 2016
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Cuando nos conocimos
Romansa'Cuando nos conocimos' narra la historia de dos jóvenes, Paola y Santiago, quienes se conocen una noche mientras caminan por una calle fría y solitaria de la ciudad de Caracas. Santiago, quien recientemente había llegado a la ciudad, se percata de q...