#3. Compañeros de trabajo.

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Yo me quedo como en estado de shock. ¿Cómo? No puede ser, de verdad que no. Se ve que Dios no existe, y si existe, tiene un humor muy retorcido y está de mala leche. No solo no me toca con mis amigos, no. Me toca con Ian Davis. IAN DAVIS. El maldito capullo engreído con el que he tenido la desgracia de toparme esta mañana. Ah, y sí, se me olvidaba: ¡es un macarra que pateó el culo a Rob Anderson! Rob es el típico gilipollas con mucho músculo y cerebro del tamaño de una nuez, pero todas las energías las pone en sus puños. Es un matón hijo de su madre que solo sabe dar golpes a diestro y siniestro, pero bien dados. Es un maldito muro de rocas tonto, e Ian Davis lo machacó a base de bien, así que: ¿De quién hay que tener más miedo? De Rob, o de Ian. De Ian, es fácil. Al menos no parece que tenga el cerebro del tamaño de una nuez. Lo tendrá de una nuez grande. Lo miro, pero no me encojo por su presencia cuando viene hacia el asiento desocupado de mi lado. Dirijo mi mirada al frente esperando que no se note mi frustración. No me voy a achicar por el sexy mastodonte que tengo a mi lado, no señor. Siento un hormigueo en la nuca, de esos que te dan cuando crees que te mira alguien. Y en efecto: el capullo engreído me está mirando fijamente con una sonrisa pícara en los labios. Cuando me encuentro con su mirada no puedo dejar de mirar esos preciosos y hermosos ojos verdes, unos ojos que me llevan loca desde esta mañana...¡Katherine Flynn! ¿Qué coño estás pensando? ¡Para de una vez! Me regaño mentalmente. En cuanto tengo la cabeza sobre los hombros otra vez, le encaro. Él se ríe.

   —¿De que te ríes?—le miro directamente a sus ojos esmeralda, desafiante. Oh por Dios, ¿tienen que ser unos ojos tan preciosos? Deberían de ser asquerosos. Pero no. Claro que no. Dios me quiere poner pruebas, para ver si con su arrogante mirada me conquista. ¿Pues sabes qué, Dios? TÚ PIERDES. Porque por muy bonito que sea el niño a mi lado, soy fuerte. A parte de que su arrogancia no me gusta un pelo.

Intensifica su ya de por sí perfecta sonrisa perversa.

   —De nada, compañera—me tenso un poco y él lo nota. Se ve como contiene las ganas de reír. Maldito capullo.

Entrecierro los ojos. Si las miradas matasen, Ian solo sería un puñado de polvo.

   —Ya, claro.

Miro hacia delante y veo que la profesora ha acabado de distribuir a la clase. Se pasea por enfrente de todos nosotros, mirando con satisfacción su obra. ¿En serio? ¿De verdad le parece que esto es bueno? Porque a mi no. Claro, que ella no tiene que cargar con un hermoso, capullo, arrogante, malditamente sexy, engreído, insufrible chico a su lado. Suelto un gemido de impotencia, apoyando la cabeza en mis manos ocultas por la manga larga de mi camiseta. Solo podía ocurrirme esto a mí. ¿Tanto me odias, Dios? Porque si es así, ya tienes la respuesta de porqué no voy a misa. Yo “creo” en Dios, vale, más o menos, pero se me hace muy difícil pensar que hay un Dios todopoderoso ahí arriba al que le caigo mal. Y debo de caerle de culo para que me haya puesto al lado del chico malo a mi lado. Es un Dios con un sentido del humor muy retorcido. Te he dicho que quería ponerme con alguien a quien conociera....¡Pero no me refería a él! Además, no es que lo conozca mucho, solo de haberme empujado esta mañana, haciendo que mis libros cayeran y que yo terminara con el hombro dañado (vale, eso puede que fuera culpa mía). Así que, si no le importa, Señor que me mira desde ahí arriba, si existes por favor haz que la profesora Miller se lo piense de nuevo y me ponga con Amy o Kyle. Y ahora lo he dejado muy claro: Amy o Kyle, no Ian. ¿Ok? Muchas gracias, ahora, si no te importa, ¿vas preparando el asunto?

Ian a mi lado se ríe. Yo le miro entre mis manos.

   —¿Qué te hace tanta gracia?—me está empezando a dar vergüenza, ya que por su estúpida pero musical risa, algunos alumnos a nuestro alrededor están comenzando a mirarnos. Frunzo el ceño al ver que no me contesta.—¿Hola? ¿Tierra llamando a imbécil?

No quiero amarte, pero lo hago (EN PAUSA INDEFINIDA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora