The Purge |||Camren|||

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Maratón Final: 2→2
Capítulo X: «Room 71.»
[Lauren POV]

—Creó que la idea de Camila de irse sola, es mala. —Reguño Justin mientras caminábamos todo el pasillo.

—Creó que tienes razón, pero es su hermano. —Dije sin buscar mucho más en hablar con él.

—Sip, y yo soy el tuyo, ¿recuerdas?
—Escuché tras mi, y las sangre de mis venas dejó de circular, literalmente se heló.

—Chris..

—Empecé algo esta noche, y tenía pensado acabarlo antes del amanecer.   —Dijo levantado su pistola, apuntándome en la cabeza.
—¿Algunas palabras antes de morir?

Antes de que pudiera decir nada Justin sacó su pistola lo más rápido que pudo pero Christopher fue más rápido y le pegó un tiro en el pecho. Grite tan fuerte que pensé que me quedaría sorda, y Chris se tapó los oído con mala cara. Me tiré al suelo junto a Justin quién tenía una fina sonrisa en los labios.

—Hey, todo estará bien, ¿de acuerdo?

—Sé que me odias un poco, pero si hubiéramos tenido la oportunidad de conocernos mejor, seguro que te hubiera caído genial.

—Ya me caes genial. —Sonreí.

—Bueno, pues tu también a mi. Dile a Camila que la quiero, que siempre sera la hermana que nunca tuve.

—Te lo prometo.

—Cuida de ella. —Dijo en un susurro y asentí con las lágrimas derramando de mis mejillas.

Deje caer mi rostro sobre su pecho, sin importarme la sangre que se pegaba a mis manos por intentar parar la herida. Sentí su último suspiro y supe que se había ido.

—Que bonito, un aplauso para vuestra bonita y encantadora escena. —Dijo Chris aplaudiendo antes de reír.

Escuché como su risa desapareció y oí unos pasos tras mi, esperaba con toda mi alma que Camila hubiera encontrado Chandler y se hubiera ido pero no. Ella estaba detrás mía, frente a Chris, y ésto solo podía acabar mal.

—¡Camila vete, corre! —Fue lo primero que pude decirle al verla entrar en la sala.

—Anda, mira, pero si llegó tu amiguita. ¿Cual es tu nombre preciosa?

—Cabello. Camila Cabello. —Dijo acercando su mano cada vez más a su pistola.

—Te parecerá una locura, pero asesiné una cabello el año pasado, una niña pequeña. De hecho, se parece bastante a ti, la verdad. ¿Era tu hermana? Vaya lo siento, si te puede hacer sentir mejor, no dejaba de gritar tu nombre. Oh, y algo como: Kaki, kaki, ven, por favor.

—¡Cállate! —Grito levantando su pistola hacía él.

—Ey, ey, ey. Cuidado con lo que haces. Ya he matado tu amigo, ¿también quieres que me lleve a tu amiga por delante?

—No te atrevas.

—Oh, espera.. No es tu amiga, ¿cierto? Siempre supe que te gustaban las chicas, querida hermana. Será un honor para mi mataros a las dos juntas. —Sonrió, cuando vi que apretó el gatillo, cerré los ojos tan fuerte que me dolieron las pupilas.

Una milésima de segunda, y lo vi caer al suelo. Una sola bala en la cabeza hizo falta para matar a Christopher Jauregui está noche. Una fina sonrisa se apoderó de los labios de Camila , y después.. Después cayó hacía atrás igual que Justin.

El dolor viene para todos cuando es su momento y en su propia manera. La cosa verdaderamente jodida, la peor parte del dolor, es que no puedes controlarlo. Lo mejor que podemos hacer es permitirnos sentirlo cuando llegue, y dejarlo ir cuando podamos. La peor parte, es cuando piensas que lo habías superado y empieza de nuevo. Y siempre te corta la respiración. Hay cinco estados del duelo. Son diferentes en cada uno de nosotros, pero son siempre cinco: Negación, rabia, negociación, depresión, aceptación. Según Elizabeth Kübler Ross, cuando alguien muere, o sufrimos una perdida catastrófica, pasamos por esas cinco etapas de duelo. Pasamos por la negación, porque la pérdida es inaceptable. No podemos imaginar que sea cierto, nos enojamos con todos, con los sobrevivientes, con nosotros mismos; y después rogamos, suplicamos, ofrecemos todo lo que tenemos, ofrecemos nuestra alma, y la cambiaríamos por un día más. Cuando la negociación ha fallado, y la rabia es demasiada para contenerla caemos en la depresión, hasta que finalmente tenemos que aceptar que hicimos lo que pudimos, dejamos ir, lo dejamos ir y pasamos a la aceptación.