IV

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Capítulo IV: «Angel
[Camila POV]

Abrí los ojos con un inmenso dolor en la boca, un buen despertar sin duda. Abrí lentamente los ojos para poder adaptarme a la débil luz que alumbraban las farolas de la avenida principal. Por un segundo pensé que estaba muerta, después de todo era la noche de la purga, no saldría viva. Pero el dolor se intensificaba con los segundos, tanto en la boca como en mis muñecas, a los segundos me dí cuenta que era el efecto de la cuerda demasiado apretada rodeandolas.

—¿Estás bien? —Pensé que era imaginación mía, pero no, era la mismísima voz de un ángel.— Lo siento..

—¿Porqué? No me has pegado tú.
—Dije con una fina sonrisa, antes de voltear hacía ella, quedándome embobada por segunda vez de la noche.

—Me oístes gritar.

—Quería ayudar. —Dije fundiendo mis ojos con los suyos, eras hermosos y lo eran aún más sin lágrimas en ellos. Unos segundos pasaron en un completo silencio, por mi parte lo disfruté observándola.

—Gracias. —Dijo antes de bajar la mirada hacia sus tobillos con una simple sonrisa que no tardó en desaparecer.

Los minutos se hicieron algo más pesados, largos e incómodos. Ninguna de las dos sabía lo que pasaria a continuación, o al menos no lo sabíamos con certitud. Era extraño el hecho de seguir vivas a estas alturas, debería de ser un juego rápido, en eso consistía la purga. Claro que por juego entendía muertes.

—Me llamo Camila. —Dije rompiendo el silencio que se habia apoderado de ambas durante varios minutos. Su pequeña sonrisa aparecio de nuevo, esta vez se quedó unos segundos más lo que me dejó observarla sonriendo a mi vez.

—Lauren.

Sabía que su nombre sería fuera de lo común, al igual que sus ojos, lo que no sabía era que sonaría tan bien saliendo de sus labios.

—Bien, levantaros. —Dijo el primero chico con máscara, debia de ser jóven, se le notaba en la voz. Además de pretender ser un profesional cuando su nerviosismo lo delataba.

—¿Porque no nos habéis matado ya? ¿Dónde nos llevas? —Pregunté pero el chico no contestó a mis preguntas. Nos empujó a ambas hasta fuera de la cafetería, enfrente estaba aparcado una furgoneta donde se hallaban los otros dos hombres.

A base de empujones, ambas subimos en la parte trasera de la furgoneta junto al chico. Lauren estaba a mi lado, a unos centímetros, pero aún a esa distancia podía notar el temblor de sus manos. Suspiré antes de borrar esos centímetros de distancia, y rozar mi brazo contra el suyo, no sé si entendió lo que quise hacer, pero sé que después su temblique disminuyó.

—¿Puedes decirme al menos dónde nos llevas? —Pregunté y el chico se quedó callado unos segundos antes de suspirar y mover la cabeza de un lado a otro.

—A los ricos no les gusta la caza, para eso estamos nosotros, cazamos y les dejamos en la puerta su víctima. Nos pagan, los matan tranquilamente en sus casas, a salvo de otros peligros.

Mi sangre empezó a hervir en cuánto acabo su pequeño monólogo. ¿Le habrían hecho lo mismo a Sofia? Secuestrarla, llevarla hasta alguna casa de ricachones para que ese monstruo la matará.

Después de unos largos minutos, unos cuántos baches y varios giros, la furgoneta se paró. El chico abrio las puertas y nos hizo salir, aún atadas por la cuerda. Por algúna razón no estábamos en algunos de los barrios más importantes de Nueva York, sino algo más fuera de la ciudad. Los dos hombres mayores estaban más apartados, uno estaba llamando y otro vigilaba la furgoneta. El más joven jugaba con sus dedos, totalmente perdido en sus pensamientos. Una vez que pude deslizar una mano fuera de la cuerda no me fue dificil deshacerme de ella por completo. No tardé más de dos segundos en quitarle la pistola de los vaqueros y estamparle una bala en la pierna haciéndolo caer para gritar de dolor. El hombre de la furgoneta salió y cogió su pistola para desafiarme pero antes de que se diera cuenta, ya había apretado el gatillo y estaba contra el suelo maldiciendome. No tarde en quitarle la cuerda a Lauren y cogerle la mano para llevarla hasta la furgoneta, ambas subimos y cerré las puertas antes de empujar el acelerador con tanta fuerza que pensé que lo rompería.

—¿Cómo?..  —Lauren no había dicho nada en casi diez minutos, y cuando al fin habló era para expresar lo aún sorprendida que estaba.

—Mucho tiempo en la calle.
—Explique sin meterme en detalles.

—Oh.. Gracias, de nuevo.

—No tienes porqué darme las gracias, cualquiera habría echo lo mismo.

—No creo, la regla fundamental de la purga es no salvar vidas.

—No suelo seguir las reglas.
—Dije con un tono más relajado, a lo largo de mi vida pocas veces habia seguido las reglas, esta no sería una excepción. — ¿Donde te llevo?
—Pregunté entrando en la ciudad de nuevo, tenía que buscar a Justin y encontrar a mi hermano.

—Pues.. No lo sé.

—¿Como?

—Digamos que mi familia ya no me recibirá bien en casa..

—Oh..

—Si tienes algo que hacer puedes dejarme de vuelta en la cafeteria y..

—No. Quédate conmigo, no nos hará mal ninguno tener compañía a las dos. —De nuevo su sonrisa se apodero de la furgoneta por completa, robándome de nuevo una sonrisa a mi también.

Pocas veces la miré, no quería incomodarla, aunque las veces que dejé mis ojos vagar no podia contener la rabia que me entraba cada vez que veia sus heridas. No se quejó, en ningún momento. Tal vez gimió con los baches pero eso fue todo. Admiraba su valentía. Cuando me cansé de dar mil y una vueltas, con la única esperanza de que Justin hubiera encontrado a Chandler y ambos estarian buscándome ahora también, apagué el motor en un callejón y Lauren se despertó abriendo los ojos despacio antes de bostezar, haciéndome sonreir. 

—¿Dónde estamos?

—Bronx.

—¿Porqué te paras?

—Estoy buscando mi hermano, estaba en un coche con un amigo y yo.. Debimos habernos quedado en casa pero.. El caso es que un tipo con máscara lo cogio y.. Mi amigo y yo nos separamos para encontrarlo.

—Lo siento.. ¿Te rindes?

—Oh no, supongo que Justin ya lo habrá encontrado y me estarán buscando, si seguro. Además necesitas desinfectar esas heridas.

—¿Con qué? No tenemos nada aqui..

—Entraré ahí. —Dije con una fina sonrisa de lado y ella asintió.

Entrar en una tienda medio abierta era la peor opción durante la noche de la purga, cualquier loco podria estar ahí metido. Pero no podía hacer nada sin móvil para contactar a Justin, tampoco podia dejar sangrando a Lauren. No era la mejor pero era la única opción.

—Puede haber cualquiera ahi dentro.
—Suspiró Lauren justo antes de que saliéramos de la furgoneta.

—Si. Pero tengo que entrar.
—Volvió a suspirar pero no dijo nada más. Ambas salimos y la escuché quejarse en voz baja por el frío de la noche. Rodeó la furgoneta y ambas caminamos en silencio hasta la pequeña tienda. 

—Camila. —Dijo sujetándome por el brazo. Y giré la cabeza para mirarla. —Solo.. Gracias de nuevo.

Sonreí antes de seguir caminando hasta llegar a la puerta de cristal, me agaché para ver el interior de la tienda, al menos poder ver si habia alguien. Mi cuerpo entero tembló cuando escuché algo caerse, había alguien dentro. Y ese alguien seguramente nos había visto.

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Siento mucho, mucho, mucho haber tardado tanto para actualizar. Ya sé que no hay excusas que valgan pero tuve un verano movidito y pasé la última semana en la playa sin WiFi, cuando volvi estuve de mudanza y me quedé dos semanas sin WiFi por la mi**** de compañia que tengo. Y al fin empecé el instituto el día 15. Último año antes de la Uni.. El caso es que no tuve nada de tiempo.

Ahora que al fin terminé mi fic Besos Prohibidos, (Os la recomiendo→http://my.w.tt/UiNb/Rpd6R4b8Vw ) tengo algo más de tiempo y esperó acabar esta en menos de un mes.. Mi intención es publicar dos capítulos por semana.

Gracias a los que no me habéis abandonado y habéis esperado :)

The Purge |||Camren|||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora