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Capítulo I: «The Purge.»
[POV Externo]

La lluvia había impactado toda la tarde contra las ventanas de la pequeña cafetería que se hallaba en la esquina de la tercera calle al este de la quinta avenida. Las calles estaban desiertas, igual que la cafetería. Y es que quien en su sano juicio se aventuraría por las calles del centro de Nueva York a tan solo horas de la Purga anual. Y eso Lauren Jauregui lo sabia mejor que nadie, se lo había tenido que repetir al menos doce veces a su jefe. Pero esto no le hizo caso y por eso, Lauren, estaba sentada sobre una silla tras la caja registradora esperando ansiosa que llegaran las cinco de la tarde para poder irse a su casa.

Suspiro mientras jugaba con sus dedos, incapaz de concentrarse en algo durante estos últimos, y más largos, veinte minutos. Sonrió vagamente viendo como un perro iba tras una bolsa de plástico sin poder cogerla por el viento que hacía. Los minutos seguían pasando lentamente. Por un segundo Lauren pensó en cerrar un poco antes, después de todo su jefe nunca lo sabría. Pero escuchó la campana que indicaba la entrada de un cliente y fruncio el ceño sabiendo que esa persona le había cambiado sus planes.

—Hola Lauren.— Le dijo de manera encantadora el señor Hofflins. Un hombre de pelo blanco como la nieve con una sonrisa para regalar y un humor siempre positivo.

—Hola señor Hofflins.— Le contestó de vuelta con un pequeño suspiro que se convirtió pronto en una fina sonrisa. —¿Que hace usted todavía en la calle?— Preguntó acercándose al hombre quien se había acomodado en la que ya era su mesa.

—Pues mira, mi hija tenia que ir al dentista y se le olvidó recogerme en la residencia de ancianos de Long Island así que me fui caminando y vi que aún estaba abierto.— Explicó sonriente. —¿Me pones un café?—

La chica asintió sonriente antes de desaparecer tras la barra para preparar el café del viejo hombre. Esta no tardo mucho sabiendo que no había nadie más que atender. Y en a penas dos minutos el café estaba listo.

—Lauren, pon más fuerte.—

—..Más gente va a purgar que en otros años. Las calles se teñirán de rojo cuando la gente suelte a la bestia en manadas.— Soltó con una pequeña risa, la periodista mientas Lauren tan sólo bufo. —Y si no van a participar, les recomendamos abandonar las calles lo antes posible. Muy pronto estallará una guerra. Suelten a la bestia y purguen en nuestras calles.—

—Que gracioso es siempre para ellos que lo viven con alta seguridad.— Soltó Lauren con odio en la voz. —Menos gracia les haría si vivieran en otras condiciones.—

—Tienes doce horas para ir a torturarlos.— Río el viejo haciendola sonreír.

Los minutos pasaron más rápido con la compañía del señor Hofflins. Pronto llegaron las cinco y con eso tan solo dos horas antes de la purga anual. Lauren no tardo en cerrar la cafetería para coger rumbo hasta su casa, los que la conocían y conocían su familia la llamaban loca. Una Jauregui no debería estar trabajando horas extras en una cafetería del centro para ganar unos euros que les sobraban. Pero Lauren era la única componente de su familia que pretendía ser algo humilde y ganarse las cosas como los demás.

Cuando entro en su barrio no le extraño ver los Garren preparando sus armas, tampoco le extraño ver la vieja señora Lindel arreglando sus plantas señalando que no participaría a la purga por su avanzada edad pero la apoyaba plenamente, algo que Lauren no entendía sin duda. Era la única de su familia en pensar que la purga era una abominación, claro que tan solo se callaba.

Llegó a casa y suspiro viendo su hermano Chris cargando su pistola recién comprada unos días antes para la ocasión.

—Hola hermanita, ¿este año tampoco participarás?—  Preguntó con tono burlón haciendo que la mayor rodará los ojos.

The Purge |||Camren|||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora