Capítulo II
La tierra bajo tus pies.
Mittenwald, Alemania.
Es un día cálido por la ventana se cuela el viento haciendo que las cortinas de la habitación se muevan arriba y luego abajo, es un departamento con una decoración muy sencilla, alfombra color crema y muebles rojos mezclado con un leve tono blanco son dos sillones y un sofá en forma de L, una mesa junto a la pared con fotografías de una pareja joven y otro de mayor edad, hay muchas en algunos los chicos están abrazados frente a un extenso mar mientras en otra extienden sus brazos ante una majestuosa montaña. Hacia la derecha de la sala está la habitación con una cama aún sin arreglar, mesas de noche ambos lados con sus respectivas lámparas, un enorme ventanal les da la vista de la ciudad. Se escucha el sonido de la regadera, en el interior unas manos fuertes se apoyan en la pared dejando el agua caer sobre su espalda ancha y tonificada cada musculo se dibuja a la perfección, sus piernas son fuertes, es alto y con un físico de infarto, cabello rubio dorado como el sol un poco largo en la parte superior y rapado a los lados, cierra la ducha se posiciona frente al espejo inspeccionando su rostro, es muy apuesto una barba bordea su mentón pasa sus dedos decidiendo si quitar el vello facial o si dejarlo un poco más pero escucha el sonido de unos dedos teclear con insistencia así que decide tomar su toalla y secar su cuerpo para averiguar que tanto escribe.
Unos largos y delicados dedos escriben sin parar, a la par una humeante taza de café acompañada de un grueso libro de historia. El cabello rubio que cae sobre sus hombros es liso y brillante como el oro.
Sus ojos azules como el cielo están protegidos del brillo del ordenador por unas gafas muy finas, unas ojeras de herencia genética son el complemento perfecto para su delicado y hermoso rostro.
-Interesante.-susurra absorta en sus propios pensamientos.
-Amo verte tan concentrada, luces más hermosa que de costumbre.-dice él dejando la toalla sobre la cama caminando hacia ella totalmente desnudo.
Ella sólo sonríe sin distraerse de su labor.
-¿Qué tanto haces?-interroga besando el lóbulo de su oreja.
-Mi contacto en el Cairo dijo que encontró algo muy "jugoso" sobre tu bisabuelo.-responde tomando un poco de café-Y-añade dirigiendo una mirada hacia la cama-Eso está mojado, sabes que no debes dejarla sobre la cama.-comenta con una leve sonrisa.
-Era egipcio, vendía antigüedades ¿qué más pudo haber encontrado?-comenta ignorando el último comentario.
-Ya lo sabremos, dijo que me enviará la información en unos minutos.
-¿Minutos? Hay algo muy particular que podemos hacer mientras esperamos.-comenta besando su cuello.
-Keith.-responde en un intento de detenerlo.
-Stacey.-susurra.-Me excita cuando dices mi nombre en ese tono de voz.
-Llegaremos tarde a clases.-dice entre risas.
-Que importa, el curso está por terminar.
La lleva hasta la cama colocándose sobre ella, Stacey no puede resistirse siempre es un deleite verlo desnudo, el hombre es un monumento. Durante esos cortos minutos los juegos y caricias los hace arder.
-¡Espera!-exclama entre risas arrojando la toalla al suelo-Mojé mi espalda-dice fingiendo molestia.
-¿Solamente?-pregunta con picardía para luego concentrarse en sus pechos mientras con sus manos acaricia sus piernas.
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Herederos de una Dinastia
FantasyEgipto poderoso imperio, cuna de la civilización y ciencias. Muchos faraones han ocupado el trono atestiguando el poderío del imperio, plasmando en roca su superioridad pero el incluso el más poderoso debe caer. Después de la guerra la arena cubri...