11.

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El mundo de Seungkwan se derrumbó en un instante. Hace un momento sentía la felicidad en el regazo de Vernon y ahora estaba siendo maltratado por su tío. Por mucho que intentara zafarse del agarre, le era imposible, su fuerza no era suficiente comparada con la del mayor.

—¿Sabes? Te he extrañado mucho bebé —odiaba aquellas palabras de su boca—. No fue muy difícil encontrarte, bastó que fuera un par de veces al hospital para saberlo —su sonrisa desprendía maldad.

—¿Cómo sabes lo del hospital? —el silencio respondió a aquella pregunta, dándole a entender que él había sido el causante de la pérdida de sus cercanos— ¿Qué quieres de mi? —se enfrentó a él con el poco coraje que tenía.

—Eso no te pega para nada pequeño —pasó la mano acariciando su rostro, Seungkwan se hizo hacia atrás.

Su tío lo superaba tanto en fuerza como en altura. Sabía que no aguantaría mucho más, y así fue.

Se encontraba nuevamente en la cama, siendo acariciado y tocado por todas partes. Su camiseta estaba levantada, dejando a la vista sus pequeños botones rosados, los cuales estaban siendo lamidos, apretados y mordisqueados por el mayor. Tenía las manos atrapadas, lo que le imposibilitaba tener casi movilidad. Las manos del contrario iban bajando por su torso, hasta finalmente posarse en el borde del pantalón, el cual empezó a quitarlo lentamente sin dejar de ver las expresiones de sufrimiento del menor que tanto le encantaba. Acabó quitando toda prenda de su cuerpo e hizo lo mismo con él, pero esta vez fue rápido. Acto seguido lo hizo girar haciendo que su cara estuviese pegada a la almohada, dejando a la vista el lindo trasero, el cual empezó a tocar descaradamente.

Había veces en las que se sentía mal por el menor, y aquella fue una de esas. Hizo que chupara sus dedos para así humedecerlos y dirigirlos a la entrada e introducir uno bruscamente. La expresión de Seungkwan era de dolor, el cual se iba intensificando a medida que introducía uno más. El mayor dejó que se acostumbrara un poco, pero su desesperación era mayor, el tiempo no fue suficiente hasta que empezó a mover rápidamente los dedos y poco después entrar en su interior. Estaba tan estrecho, le encantaba la sensación que producía en su miembro. No pudo resistir más y empezó a moverse sin importarle el menor. Es más, disfrutaba con aquellas expresiones, las cuales hicieron que acabara dentro de él.

(Completa) Honey [verkwan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora