Especial.

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Se aseguraron el cinturón y poco más tarde el coche arrancó. Después de varios días Vernon había decidido llevar a su pequeño a la feria.

Las calles estaban oscuras y el frío golpeaba suavemente en ambas caras. Caminaban lentamente mientras tenían sus manos entrelazadas. Podían ver a lo lejos las luces de las atracciones y como la noria giraba.
La mirada del menor estaba totalmente iluminada, era la primera vez que Vernon lo veía así, y eso lo hacía feliz. Quería que su pequeño disfrutara y se olvidara de todo, por lo menos por esa noche.

Estaban sentados en el mirador, observando a la multitud mientras comían las hamburguesas que el mayor había pagado. Seungkwan manchó parte de su rostro de salsa de tomate, cosa que hizo reír al mayor.

—Sí, soy un desastre comiendo, pero no seas malo conmigo... —comentó mientras aparecía una sonrisa que, a ojos del mayor, lo convertían en un ángel.

Llegaron a la zona de los trampolines infantiles, había niños por todos lados correteando. Esto provocó que, en un ligero descuido, soltaran la mano contraria y se separaran. De un momento a otro ninguno podía ver nada, y por mucho que se intentasen buscar era algo imposible.

Seungkwan caminaba solo mirando de un lado a otro, iba tan concentrado en encontrar a la otra persona que olvidó fijarse por donde caminaba. Chocó con una persona que estaba de espaldas a él, por lo que éste y el grupo que lo acompañaba se giraron. Inmediatamente se disculpó, pero cuando se dio cuenta que conocía a esa grupo, tuvo miedo.

—Pero mira a quien tenemos aquí —tenía aires de superioridad. El resto lo acompañó con una risa—, Sigues siendo igual de bajo y gordo como en los viejos tiempos. ¿Has pensado en hacer dieta? —quedó callado— ¿No? —lo empujó poniendo su mano en el pecho— ¡Oye! ¡¿No me piensas contestar?! Pfff... Por eso das asco, gordinflón. Vete rodando a tu casa inút...

—No sé quiénes sois, ni me interesa saber de vuestra existencia —interrumpió Vernon, poniendo a Seungkwan detrás suyo para protegerlo—. Solo quiero que os larguéis de aquí y dejéis de montar un espectáculo —la gente había empezado a reunirse al rededor.

—¿Tú quien eres para ponerte así?

—No necesitas saberlo, a no ser que quieras que te parta la cara —su rostro reflejaba una expresión seria que realmente llegaba a dar miedo, jamás se había puesto así. Esto los asustó y acabaron marchándose, no sin antes maldecir por lo bajo, aunque ambos lo escucharon—. Siento haberme separado, pero al fin te he encontrado. ¿Estás bien? —dijo mientras volteaba para ver al menor, mientras acariciaba su mejilla. A lo que éste asintió y se pego más a la palma de su mano, le transmitía calidez y era realmente agradable— ¡Venga, aún tenemos que subir allí!

Se encontraban en la parte más alta de la noria. Se había detenido y podían contemplar las maravillosas vistas que ofrecía la ciudad.

Seungkwan se sentó encima de su regazo, colocando una pierna a cada lado de la cadera contraria. Lo abrazó y posó su cabeza en el hombro. El mayor quedó totalmente sorprendido ante las acciones del menor, pero correspondió gustoso el abrazo y quedaron en esa posición un largo tiempo hasta que la atracción volvió a moverse. Poco después posicionó las manos detrás del cuello, entrelazando sus dedos para, de esta manera, atraerlo hacía él hasta acabar juntando sus bocas en un beso tierno pero que poco a poco iba convirtiéndose en uno algo más lujurioso y cargado de deseo.

[...]

Vernon cerró detrás de si la puerta de la habitación, con el otro brazo agarraba la cintura de Seungkwan mientras seguían dando un beso tras otro a medida que avanzaban. En cuanto pudo el mayor hizo que diera un salto para así agarrarlo, llevarlo y tumbarlo en la cama. Ambos estaban sintiendo el calor en sus cuerpos, la ropa empezaba a estorbarles.

Ambos estaban sintiendo el cuerpo del contrario. Las caricias y besos bajaban por el cuerpo de Seungkwan, mientras que éste gemía y de vez en cuando soltaba alguno bastante sonoro que hacía que se ruborizase por escucharse a sí mismo de esa manera. Aunque estaba encantando con todo lo que el mayor le estaba haciendo sentir.

Aquella noche se entregaron y disfrutaron jugando con sus cuerpos. El menor acabó con algunas marcas al rededor sus costillas y pecho, mientras que el mayor tenía algunos mordiscos por los hombros y varios rasguños en su espalda.

[...]

Seungkwan se había despertado en brazos del mayor. Tenía su torso descubierto, por lo que no dudó en depositar un tierno beso en él.
Esta acción hizo que el americano despertase, le dedicase una sonrisa y dejase un dulce beso en su cabellera y luego en sus labios.

Aquella noche fue muy especial, deseaban estar así para toda su vida.

Aunque ambos en el fondo sabían que eso no sería posible.

(Completa) Honey [verkwan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora