Hace 9 años un joven Draco Malfoy visitó San Mungo, donde se encontró, por azares del destino, a una paciente de su misma edad. Unos niños se burlaban de ella sin misericordia y sin saber por qué, acudió a su rescate, la defendió. Cuando los niños h...
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CAPÍTULO OCHO
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«• CELOS •»
Draco se levantó más temprano de lo habitual esa mañana. Tenía las primeras horas libres de clases, pero Hera no y tenía la esperanza de poder desayunar con ella... o al menos de verla. Desde que habían estado los dos juntos en la biblioteca hacía varios días, cada vez hablaban más, aunque siempre lo hacían cuando estaban solos. Y en cierta medida, él lo prefería, así nadie tenía que escuchar su conversación y encima la tendría solo para él por un rato. Solía pasarse por la biblioteca siempre que podía, es decir, después de estar en la Sala de los Menesteres, para estar con ella e intercambiar notas. Ella lo hacía sentirse mejor sin saberlo, lo hacía olvidarse de los problemas y la frustración que sentía respecto a la misión.
Tras ponerse el uniforme, salió lo más rápido que pudo de allí, ante la sorprendida mirada de Blaise con el que compartía habitación; el rubio nunca se marchaba antes que él. No cogió sus libros ni nada antes de irse, pues tenía tiempo de sobra para ir a recogerlos antes de que comenzase su primera clase.
La subida de la mazmorra a la planta baja donde se hallaba el Gran Comedor fue rápida. Se adentró por las puertas que estaban abiertas y dirigió su mirada a la mesa de Ravenclaw. Y... ¡crack! Escuchó como algo se rompía en pedacitos en su interior a la vez que recibía una puñalada totalmente certera en el corazón. ¿Qué cojones estaba pasando? No podía estar viendo bien. No, definitivamente no. Debía de ser una pesadilla. Sí, seguro que era eso. Seguro que aún no se había levantado y estaba teniendo una pesadilla.
Se había parado en seco y sus ojos grises se habían abierto como platos; por unos segundos, le costó hasta respirar. La imagen frente a él lo estaba destrozando. Con lentitud, empezó a sentir como el dolor, la rabia y los celos iban surgiendo. ¡Por Merlín, cómo deseaba romperle la cara a ese estúpido malnacido en ese momento! ¿A quién se refería? A Gray Parker. El estúpido guaperas, Prefecto de séptimo año de la casa Ravenclaw.
