To Love or To Die {Spamano}

Father

Antonio

Jugué con la cruz que llevaba colgada al cuello nervioso, estaba esperando en el pasillo con la espalda apoyada en la pared. Llevaba restos de sangre seca en las manos, hacía nada que Gilbert había curado mis heridas y yo las suyas.

Íbamos camino al cine en mi coche cuando recibí una llamada de mi padre. Decía que alguien estaba planeando atacar a Iván y que debíamos ir a detenerlos.

Hace unas horas

Pensaba que iba a ser algo fácil y sencillo, que no nos llevaría mucho tiempo. Total, sería darles un buen susto y que se largasen. Pero no. El universo me odiaba y tuvo que ser Lovino Vargas el que estaba detrás de todo esto.

Como era de esperarse, tenían todo el jodido perímetro asegurado. Me coloqué rápidamente el traje que caracterizaba mi "personaje" y nos equipamos con las pocas armas que llevaba en el coche. Mi padre me hacía llevar siempre armas y el traje en el coche por si surgía algún trabajo de imprevisto. Suspiré y me quité la lentilla color verde de mi ojo derecho dejando al descubierto su verdadero color, rojo.

La misión era simple, detenerlos y secuestrar a Feliciano Vargas, el francotirador. Supuse que era el hermano de Lovino por su apellido. Me sentía mal por hacerle eso. Yo no quería dañar a Lovino...él me caía bien...y me atraía bastante. Pero como siempre, a mi padre le daba igual lo que yo pensase.

Todo iba bien, Gilbert tuvo algunos problemillas pero pudo dejar inconsciente al hacker en poco tiempo mientras yo me enfrentaba al francotirador.

El chico era muy bueno con las armas, pero una vez conseguí quitárselas fue un trabajo fácil. Dos patadas en el estómago, otra en las costillas y a dormir. Le até las manos y lo cargué en mis brazos hasta dárselo a Gilbert.

–Colócalo en la parte de atrás, no creo que se despierte hasta dentro de unas horas. Pon el coche en marcha, voy a ocuparme de los que quedan dentro –me relamí los labios nervioso, iba a ver a Lovino.

Entré en la casa con cuidado de no hacer ruido y me asomé un poco por la puerta del salón. Natalya estaba sentada en el suelo, atada y con una venda en la boca que le impedía hablar. Lovino estaba de espaldas a mí hablando con el rubio musculoso que entró el otro día en el bar, Ludwig.

Tomé aire dándome fuerzas a mí mismo y me erguí, apoyándome en el marco de la puerta con aires de superioridad, justo cuando Lovino decía una frase.

–Ludwig, tu hermano está con K y no creo que esté solo en esto. Tenemos que largarnos de aquí lo antes posible y reunirnos con Feliciano –K sería el hacker del que antes se había ocupado Gilbert. Me mordí el labio mirándole el culo a Lovino.

–¿Tan pronto? Si la fiesta acaba de empezar...–sonreí burlón y avancé dos pasos. Lovino se giró de inmediato al escuchar mi voz.

Rebusqué en mi bolsillo y saqué la cruz que el renacuajo francotirador llevaba colgada al cuello. No era como la mía. La mía era una pequeña cuerda negra y una cruz bastante decorada y recargada de detalles. En cambio, la que llevaba el renacuajo era una cadena plateada con una cruz grande y negra con los bordes plateados.

Miré a Natalya discretamente y vi cómo me sonreía. Se había deshecho de las cuerdas que la mantenían prisionera y se había quitado la venda que cubría su boca. Me señaló la lámpara y sonreí de lado, era la hora de mi gran final.

–Me encantaría quedarme un rato más con vosotros pero la fiesta debe terminar –hice un ligero movimiento de muñeca y saqué una daga plateada de mi manga derecha. La daga llevaba pequeños dibujos grabados en el filo y un pequeño "Fernández" tallado en el mango de ésta– es triste ya que pensaba que podíamos ser amigos.