30 days

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Lovino

Di un último sorbo a mi quinta taza de café y suspiré. Habían pasado tres días desde que Feliciano había sido raptado y desde ese momento no había podido dormir bien ni una sola noche.

Después de que El Matador se largara con Natalya dejó una nota junto con el colgante de Feliciano, dándonos a entender que lo tenía él. Tras eso fuimos en busca de Kiku lo más rápido que pudimos. Estaba inconsciente en el suelo y con marcas de haberse peleado con alguien, con Gilbert Beilschmidt. Ahora él estaba recuperándose en su casa, pronto estaría de nuevo con nosotros para ayudarnos en la investigación.

Ludwig y yo trabajábamos sin parar estos días. Recopilando información, rastreando a Feliciano o a Gilbert, investigando en sus vidas, todo lo imposible para poder encontrar a mi hermano.

Cuando éramos pequeños lo odiaba, él siempre había sido el preferido en mi familia. Él era buena persona, bondadoso, bueno en la pintura, sabía tocar el arpa y el piano, su voz era dulce, nunca trataba mal a la gente... Yo era todo lo contrario.

Siempre me dejaban de lado por él, nunca destacaba a su lado, era como su sombra. Hasta que me fui de casa no comprendí que le quería a pesar de todo. Era mi hermanito, mi stupido fratello, lo quería y esa era mi mayor debilidad.

–Los espías que mandé a controlar a mi herm...Gilbert, no logran localizarlo, es como si hubiese desaparecido del mapa –miré a Ludwig y coloqué mi mano en su hombro.

Él lo estaba pasando incluso peor que yo, su "novio" había sido secuestrado por su hermano. Feli y él estaban en algo así como una relación, ni ellos mismos lo sabían. Al principio no me agradaba la idea de que mi hermano se paseara por ahí con un bastardo que comía patatas, luego descubrí que era un genio en la pelea cuerpo a cuerpo y poseía un gran arsenal de armas, puntos a su favor.

–Tranquilo ¿vale? Lograremos localizarlos, he contactado con todos mis hombres en Europa y tenemos a 50 aquí en París, pronto vendrán más. Vamos a enseñarle a ese Matador de pacotilla quién manda –traté de sonreír y una sonrisa tímida se formó en los labios de Ludwig.

No era el mejor consolando a la gente pero creo que eso animó un poco a Ludwig. Esto era difícil, no teníamos ni una sola pista sobre dónde se encontraban El Matador y Gilbert. Solo teníamos la pequeña nota escrita en español, el collar de Feli y las grabaciones de la voz de Gilbert.

Metí la mano en el bolsillo de mi pantalón y saqué el paquete de tabaco que tenía guardado. Lo abrí y saqué un cigarrillo junto con el mechero. Tiré el paquete a la mesa y encendí el cigarrillo, colocándomelo en los labios. Di varias caladas y dejé que el veneno que contenía entrase en mis pulmones dándome una falsa paz y tranquilidad que no sentía. Expulsé el aire y miré a mi alrededor, estábamos en el sótano de mi casa. Habíamos tenido que trasladar todo aquí ya que habían descubierto cuál era nuestra base secreta.
Miré a la pared que había a mi derecha y contemplé el gran corcho que la cubría.

Lo habíamos llenado de pruebas y fotografías de lo que ocurrió. Miré la foto de Gilbert que había en el corcho sujetada por una chincheta. Salía con esa típica sonrisa burlona que siempre llevaba y los ojos le brillaban. Di otra calada a mi cigarro y me mordí el labio mirando a la única foto que pudimos conseguir de El Matador. Salía su silueta con el típico traje de lentejuelas y el antifaz cubriéndole la cara. Ese gilipollas nunca dejaba pruebas de sus "trabajos".

Me acerqué al corcho y miré el "dibujo" que había hecho de la daga que llevaba El Matador, la cual lanzó a la lámpara. Parecía una daga normal y corriente pero tenía algo grabado en el puño de ésta. No recuerdo el qué, pero sé que había algo escrito.

To Love or To Die {Spamano}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora