Finale

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Grité. Grité de dolor al sentir cómo la daga se había clavado en mi brazo izquierdo. Apreté los dientes y cerré mis labios formando una única línea, tratando de contener el dolor. Abrí lentamente mis ojos y enfrenté mi mirada a la de Antonio, estaba sonriendo. Se retiró las lágrimas de su mejilla izquierda y miró su mano derecha, la cual sujetaba la daga que me acababa de clavar. Sonrió de lado de nuevo e hizo presión, clavando un poco más la daga en mi piel, desgarrando lo que creía que era mi bíceps y haciendo que de éste emanase sangre a borbotones. Rió y cerré mis ojos de nuevo, tratando de olvidarme del dolor que estaba produciéndome, algo casi imposible. La droga estaba comenzando a surgir efecto en su cuerpo de nuevo, o eso pensaba.

Una explosión me sacó de mi trance y miré a la pared, de donde provenía el sonido del explosivo. Una risa comenzó a escucharse acompañada de unos pasos que se adentraban al teatro por el agujero que acababa de formarse en la pared.

–¿Pensábais que habíais acabado conmigo, putas?

Os juro que nunca antes me había alegrado tanto de escuchar la voz de un alemán en mi vida.

Ahí estaba él, con hematomas decorando su pálida piel y sus ojos color rubí analizando el lugar. Tenía una granada en la mano, la cual hacía girar jugando con ella, restándole importancia al hecho de que si hacía un movimiento erróneo podía hacer que volase por los aires, y una metralleta colgada a su espalda, además de un cinturón con más granadas adornaba sus caderas. Alfred se escabulló corriendo por detrás del telón junto a Arthur, huyendo de la escena y dejando a su máquina de matar trabajar.

–La verdad que me siento un poco dolido por lo que me has hecho pequeño Arthur, yo te acogí cuando nadie te quería –Bleu entró a la sala y se colocó a la derecha de Gilbert, apoyando su espalda en el costado del otro muchacho mientras llevaba una rosa roja cerca de su rostro para olerla, eran unos completos gilipollas.

Aproveché la distracción que Bleu y Gilbert habían formado y empujé a Antonio lejos de mi cuerpo, dándole una patada en el estómago. Me incorporé y miré mi brazo izquierdo, chasqueando la lengua al ver la daga clavada. Joder, joder y joder, eso iba a dejar una marca bastante fea.
Inspiré profundo y miré a mi alrededor, buscando cualquier cosa que me sirviese para defenderme.

–¡Princesita! ¿Necesitas una ayuda? –habló Gilbert, obligándome a alzar la mirada y levantar los brazos al ver que una pistola era lanzada hacia mí. La cogí en el aire y la cargué rápido, apuntando a Antonio con ella antes de que se abalanzase hacia mí con otra daga en la mano.

–No eres capaz de dispararme, eres como un alcohólico incapaz de separase de aquello que le está matando, la bebida –Antonio habló entre carcajadas, limpiándose los restos de sangre que quedaban en su boca por la patada de antes.

–¿Qué te hace creer eso, poeta del siglo XXI? –coloqué mis dedos en el gatillo de la pistola, preparado para disparar, y apunté a la cabeza de Antonio con nerviosismo. He de reconocer que las manos me temblaban como si fuesen dos flanes hechos con gelatina de fresa con un toque de chihuahua nervioso, menuda descripción ¿eh?

Tragué saliva al ver a Antonio acercar la daga que tenía en su mano a su cuello, haciendo que centrase mi atención en su mano y no me fijase en que se acercaba peligrosamente hacia mí. Hizo presión sobre la daga, y por lo consiguiente, clavándola en su cuello, dejando ver cómo aparecía un pequeño corte en su morena piel. No reparé en lo cerca que estaba de mí hasta que una piedra voló hacia nosotros, dándole a Antonio en la mejilla y obligándolo a apartarse de mí.

–Siempre fuiste seductor Antonio pero, ¿seducir a un hombre y luego matarlo? Me siento muy avergonzado de ti, amigo –Gilbert masculló mientras se acercaba a nosotros, jugando con las granadas en sus manos, haciendo malabares con ellas. Usaba un tono de burla que ponía cada vez más nervioso a Antonio, se notaba que Gilbert sabía cómo molestarle.

To Love or To Die {Spamano}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora