Parte tres: Rescate

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-Ang… valió la pena.- Le sangraba la mano, pero había logrado romper el cristal, lo suficiente para que él pudiera pasar al otro lado, al menos.

-Andy…- Lo miró apenada. Él la abrazó. Con un poco de cristal caído cortó parte de su playera y se vendó la mano.

-Salgamos de una vez.- Se acercó a la puerta y trató de forzarla. La puerta estaba muy bien asegurada. No pudo abrirla fácilmente, ni mucho menos con la mano lastimada y sangrando.

-Andrés… recuerdas… ¿recuerdas el arma que... conseguiste?...  La… ¿la tienes aún?

-¡Cierto!- Sacó el arma que había logrado quitar a uno de los tipos que los trajeron, ya estaba usada. No lo recordaba bien, estaba algo drogado en el momento. La tenía guardada en el bolsillo de la chaqueta. La recogió del piso y sacó el arma.- No la recordaba.

-A mí no me gusta recordártelo… P… pero tengo un plan…

-Me gustan tus planes, hermanita.

Andrés disparó. Según el plan: los que estuvieran en los pasillos resguardándolos podrían alertarse por el disparo. Y así fue. Corriendo llegaron dos sujetos, uno de ellos tenía una Uzi pequeña, el otro estaba desarmado. Quitaron los seguros de la puerta. Lucía y Andrés  se ocultaron al lado contrario de las bisagras de la puerta.

-A ver, ¿qué pasa aq…?- Ambos vieron desde afuera la sala vacía, vieron los cristales en el piso. Al entrar Andrés disparó al primero en entrar, el dueño de la Uzi. Cayó al piso desangrando mientras  Lucía se cubría los ojos.

-¿Uh…? –el otro se acercó, volteó y vio a Andrés apuntándolo.- ¡OH, mierd…!- Cayó al piso junto al otro.

-A veces odio esto…- Se arrodilló y recogió la Uzi.- Pero… es útil.- Guardó ambas armas en los bolsillos de su chaqueta.- Lucy, quédate cerca de mí, yo te cubro

-G… gracias, Andrés… gracias- se acercó a él y lo siguió. Recorrieron unos pasillos del sótano, era largo. Prácticamente era un laberinto.

-¡Muy bien, señores, que comience la fiesta!- Un equipo pequeño de 5 entró primero. Tumbaron la puerta principal y se encontraron con la reunión.

-A ver, bastardos, dejen todo como de una puta vez y todo estará bien.

-¡Oh, vaya! ¡Qué linda visita! – El mimo organizador de la reunión se acercó a ellos con una copa de vino en la mano. No queremos problemas, ¿verdad?- Se dirigió a los invitados.- Así que…- Todos los que estuvieran en el salón principal sacaron armas de donde pudieron. Uno de ellos mató al líder del equipo con un disparo a la cabeza. Los del equipo empezaron a disparar en defensa. Uno de ellos avisó por radio a los demás.

-Estamos dentro, entren y fuego, ¡entren Y fuego!

-Listo, muchachos, entren, todos, ¡vamos, vamos, vamos!- Tomaron sus armas y avanzaron, el primer grupo que entró ingresó por las ventanas.

Sebastian estaba detrás de todos.

-Muchacho, no te separes.

-No pensaba hacerlo…

La balacera empezó adentro en poco tiempo. Los dos iban detrás del grupo.

-Sebastian,-entraron- sé lo que buscas…

-A QUIÉN busco.

-Bueno, eso. Debemos seguir por aquí, bajar al sótano…

-Y, ¿cómo piensas en que lleguemos allá?- Pararon un rato.

-Hay unas escaleras cerca a la puerta trasera, debemos llegar al otro lado.

-Claro, le cubriré la espalda.

-¡Vaya! ¿Y eso?

-Lucy... y Andrés me necesitan…

-Y tu padre…

-Da igual… debo hacer un esfuerzo por ellos…- Se adelantó y cruzaron varios pasillos esquivando las balas de los demás agentes. Sebastian prácticamente no hizo nada más que seguir al agente.

-Mierda…

-¿Qué pasa?

-No sé a dónde ir…

-Pero… hemos caminado mucho…

-Lucy, esto es imposible… Deberemos esperar a que nos encuentren…-bajó la mirada. Ella lo vio y buscó con la mirada.

-Hay otro pasillo, vamos..

-Lucy, ¿no hemos venido por ahí?

-Solo... vamos, no nos podemos perdernos más, ¿no? –lo miró con ánimos. Siguieron el pasillo y llegaron a una puerta de metal. Entre los dos la abrieron y encontraron una escalera de metal muy poco oxidada.

-Lucy, ¡tenías razón! Aquí estamos seguros, yo subiré primero en caso de que nos “estén esperando”.

-C… claro…

La balacera continuaba. En un cuarto el padre de Sebastian trataba de liberarse, estaba atado a una silla de metal. Cuando menos lo esperó los cuatro sujetos que lo resguardaban callaron al piso desangrando.

-Señor Miller, queda usted a salvo.

-E… ¿en serio?- una especie de alegría con tranquilidad le llegó, pero desapareció rápidamente.

-También queda arrestado.

A Través de la VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora