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A mitad de una fiesta, el pequeño y solitario Vic Fuentes miraba desde su silla a todos los demás niños, a su hermano y hasta a sus padres pasando un rato agradable, un rato que simplemente él no puede disfrutar.

Tan sólo siete años y ya no disfrutaba suficiente la vida.

Se puede explicar con un nombre, Kellin Quinn, ese insoportable chico que lo tiene todo y va por el mundo presumiendo de eso. Ese insoportable chico que a hecho que Vic no quiera ir a la escuela. Ese chico con esa cara de ángel, ojos de inocencia, pero es bastante cruel... O al menos lo es con Vic.

—¿No tienes amigos? —. Escuchó esa característica voz de niña que tenía Kellin

—Dejame en paz

—¿Sabes que si te invitamos sólo fue porque nos agrada tu familia verdad? —. El pequeño niño se paró frente a Vic junto con otros niños y niñas que a Vic no le importaba conocer

—Dejame en paz —. Repitió él

—Es mi casa, puedo hacer lo que quiera —. Dijo haciendo aún más chillona su voz.

Vic con un agudo dolor en el oído por la abrumadora voz de Kellin decidió simplemente cambiarse de lugar, si algo había aprendido era a no enfrentar a Kellin, nunca ganaría.

Una vez lo intentó, pero las maestras prefirieron creerle a Quinn y castigaron a Vic, tal vez por eso lo odiaba más que a nada, todo el mundo creía en él sin siquiera escuchar a los demás, como si él fuera el patético centro del universo.

A mitad de fiesta la madre de Kellin pidió silencio, todos prestaron atención a lo que diría. Hasta los niños que la mayoría ya querían dormir, excepto Vic, claro, él solía dormir bastante tarde, se había condenado a una vida con ojeras permanentes.

-Primero, quiero agradecerles a todos por haber venido a esta pequeña reunión -. Dijo ella -Una pequeña fiesta de despedida. Mi hijo Kellin y yo nos mudaremos a Londres la semana que viene, porque como algunos sabrán conseguí un asenso que pronto haré que de muchos frutos

Vic jamás había sonreido tanto en su vida, ese brillo volvió a sus ojos mientras que la felicidad de Kellin se apagó un poco. Él quería quedarse ahí, Londres ni siquiera llamaba su atención y jamás su madre le había hablado de que se irían.

Vic miró a Kellin y se rió un poco de él, ya habían sido cuatro años de tener que soportar las tonterías de Kellin y ahora por fin se liberaría.

El día que tuvo que despedirse de él hasta lo hizo alegre, fue el adiós y hasta nunca más sincero que él podía dar en toda su vida. Estaba increíblemente contento de que por fin "el insoportable voz de ardilla Quinn" se fuera para siempre, o mínimo para siempre era lo que él esperaba.

Vio el avión alejarse en el cielo mientras escuchaba comentarios de sus padres de "Que suerte" "Ojalá les vaya increíble" "Los extrañaremos mucho" y más cosas que no le importaban. Lo único que a él le pasaba por la cabeza era "Por fin se ha ido".

Volvían a su acogedora, pequeña y muy hogareña casa en su pequeño auto para gente de clase media, pasaron por la gigante casa de Kellin pero a Vic ya no le importaba nada. Por fin comenzaba a mirar todo de una mejor manera. Hasta le pareció gracioso ver a su hermano menor, Mike, jugando con coches de juguete. Todo empezaba a pintarle bien a Vic.

Sin Quinn ahí pronto Vic consiguió amigos.

Y con el pasar de los años se volvió igual a Kellin, cruel y malo. Dejaron de importarle las demás personas y pronto se colocó él mismo en el medio, teniendo la mirada de todos los que estaban a los lados.

Amaba esa atención a pesa de su horrible forma de ser.

Years. [Kellic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora