Una semana había pasado ya, ella no dio señales de vida en todo ese tiempo, tal como predije. Seguía teniendo sueños relacionados con Mia, pero no era una continuación de los anteriores, sino que se repetían los mismos una y otra vez, como una serie vieja que se retransmite, pero nunca pasan el episodio final.
Decidida a hablar con ella, la había buscado en cada red social existente, pero no estaba en ninguna, los cual es realmente llamativo para un adolescente. En el registro del colegio pude dar con su numero de celular, pero este se encontraba fuera de servicio y, el numero telefónico de la que suponía era su casa, me daba al contestador.
Pero lo mas extraño de todo, era que no sabia porque la estaba buscando, ni que diría cuando lo hiciera. Solo tenia la necesidad de encontrarla, y lo hacia con tal empeño, que me sorprendía a mi misma con frecuencia.
Había empezado la búsqueda ya hacía tres días, era miércoles, y ya me había rendido a encontrarla.
Al anochecer, luego de un par de horas de lectura- las cuales ya eran costumbre-, me fui a dormir. Estaba a punto de conciliar el sueño, cuando escuche unos pequeños golpes, me senté en la cama rápidamente y volví a oír aquel ruido, me di cuenta que ese ruido procedía de mi ventana y deprisa me levante acercándome a ella. Una sombra se cernía sobre el vidrio, estiré la mano hacia el velador que se encontraba justo al lado, al prenderla pude distinguir a Mia mirándome con diversión. Abrí la ventana y la contemple unos instantes, hasta que ella hablo:- Mmm... Quería invitarte a tomar algo- comenzó indecisa-, pero si estas muy cansada, me iré- terminó, comenzando a darse la vuelta.
- ¡Espera!- exclamé susurrando, mientras la tomaba del brazo, afuera hacia algo de frío-. Dame 15 minutos- finalicé, y fui hacia la silla de mi escritorio a tomar mi chaqueta de cuero para dársela a Mia (era la que encajaba mas con su estilo), cuando se la ofrecí dijo:
- No tengo frío, gracias- sonrió con un deje casi imperceptible de una broma que yo no había captado. Yo asentí y procedí a cerrar las ventanas y las cortinas... tenía solo 15 minutos para estar presentable, podía hacerlo, pero al no tener que hacer absolutamente nada de ruido, la situación se complicaba.De mi placar tome un vaqueros negros, una remera de iKON roja, unas converse negras, y la campera que le había ofrecido a Mia. Luego de ponerme toda la ropa, me ate el cabello ya que no tenía tiempo de peinarlo, me lo arreglé un poco con las manos y, con sigilo me dirigí al baño, allí me cepille los dientes y me apliqué un poco de base; no haría nada más que eso, el maquillaje no era mi estilo.
Volví hacía la ventana, tomé mi bolso, algo de dinero y salí, al hacerlo vi que Mia estaba apoyada en un viejo árbol que estaba al costado de la casa; tenía los ojos cerrados y fruncía el ceño como si estuviera molesta por algo, eso no hizo más que inquietarme. Al acercarme abrió los ojos y sonrío de lado, mi corazón tembló levemente, como si se riera de mí...- ¿Vamos?- preguntó, yo asentí y pensé:
Tienes mucho que explicar.
. . .
Entramos en un pequeño bar, este se encontraba un poco a las afueras de la ciudad. El ambiente era un poco tenso; había unos cuantos punks borrachos andando sin sentido alguno, chicas con escasa ropa y tatuajes por doquier.
- Recuerdas que tengo 16 años, ¿verdad?- le dije irónicamente mientras una de mis manos se aferraba a su camiseta.
- Es el bar de un amigo, seguro que ni nos cobra- respondió Mia eludiendo totalmente mi pregunta.Caminamos hacia la barra y nos sentamos en unas butacas, mientras el que suponía era el cantinero se acercaba a nosotros con una sonrisa amigable en el rostro, tendría unos veinte y tantos años, llevaba una corta barba y el cabello largo pelirrojo atado.
- Hola M- saludó él, haciendo el clásico saludo con las manos tan masculino- ¿Quién es tu amiga?- interrogó.
- Amber, él es Sam, Sam ella es Amber, una amiga- presentó Mia apuntando con las manos mientras lo decía.
- Un placer- dije en voz baja mientras ofrecía mi mano.
- El placer es mío- contestó tomando mi mano y dándole un corto beso en el dorso- ¿Qué te trae por aquí, M?- preguntó dirigiéndose a la susodicha.
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Mia [PAUSADA]
FantasíaMientras que seguía avanzando la voz que llamaba mi nombre con desesperación y tristeza se hacía cada vez más fuerte, podía hasta sentir como se acercaba, aun así yo seguía avanzando... y escapando... aun sin entender por qué, obviamente. De pront...