Capítulo 5 | ¿Aceptas?

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Tomo mi ropa, me la pongo y lo más rápido que puedo salgo de ese cuarto, con unas inmensas ganas de llorar, pero me contengo y camino lo más rápido que mis piernas me permiten hacia la alberca, necesito aire fresco.

Me permito derrumbarme en la orilla y que las lágrimas desborden mis ojos.

Yo no puedo con esto, por más que creí que podría, no puedo, simplemente esto no es para mí, aún estamos en lo inicial y ya no lo aguanto. De solo de imaginarme con un hombre al que no conozco amarrada y amordazada, me repugna.

Miro las pequeñas olas que forma el viento en el agua, mis lágrimas se unen al agua cristalina mientras mi respiración es errática. Siento una mano en el hombro y me sobresalto.

—Lo siento, no era mi intención asustarte —susurra un castaño de tez blanca—. ¿Estás bien? —parece preocupado.

—¿Quién eres? —pregunto, limpiando el rastro de lágrimas en mis mejillas con fuerza, sin importarme si me lastimo. No confío en nada ni en nadie.

—Soy Isaac —se presenta, ofreciéndome la mano y al ver que la rechazo, la baja avergonzado—. ¿Estás bien? —vuelve a preguntar.

—Sí —respondo cortante.

—¿Cómo te llamas? —pregunta—. Eres muy bonita para estar llorando —ignoro lo último.

—Anastasia —trago duro—. Anastasia Lincoln —desvío la mirada y pestañeo repetidas veces, despejando las lágrimas.

—No tienes que llorar. Yo sé lo que te ocurre —le vuelvo a mirar con una mirada intimidante.

—Tú no sabes nada —musito lo suficientemente alto para que me escuche. Fría. Intimidante.

—Sé que eres uno de los proyectos sumisa de Elena —me sorprendo por lo que acaba de decir, pero me recompongo rápidamente. Nadie más me verá débil, a la niña ingenua que le pueden hacer lo que se les de en gana.

—¿Como lo sabes?

—¿Puedo? —pregunta, apuntando a mi lado. Asiento cautelosa.

—No eres ni la primera que es un proyecto sumisa de Elena, pero sí la ultima —habla mientras se sienta—. Yo igual fui uno, pero con la diferencia que a mí no me vendió con una dominatriz, ella se quedó conmigo.

—¿Por qué? —mi curiosidad aflora haciéndolo sonreír. Me sonrojo, que ni crea que me está ganando.

—Sinceramente, no lo sé, pero te aseguro que su intención principal era venderme al igual que a ti.

—¿Vives aquí? —frunzo el ceño—. No te he visto por la casa, hasta ahora.

—Lo sé. La diferencia entre tú y yo es que me resigné y me entregué al BDSM por completo, y a cambio, Elena paga mis estudios y tengo mi propio departamento. Ya sabes, su esposo... —se encoge de hombros—. Sólo vengo los fines de semana porque es cuando usualmente su esposo está de viaje de negocios o en cualquier otro sitio menos aquí.

—¿Esposo? ¿Elena está casada? —abro los ojos como platos.

—Sí. Linc, pero no lo has visto porque está en un viaje de negocios por 2 semanas —me informa.

—Él igual... ya sabes... ¿es parte de ese mundo? —pregunto pausadamente.

—Sí, pero al parecer la tiene chica o no le pone empeño, o sino Elena no me llamaría —suelta una risita y yo muerdo mi labio para no seguirle, aún no confío en él, puede que sea una trampa o una prueba de ella.

—Cuéntame como te convertiste en... ¿sumiso?

—Sumiso y dominante, es divertido invertir los papeles a veces —sonríe—. Yo soy hijo de la hermanastra de Elena —al ver mi gesto de horror prosigue rápidamente y aclara—. No tienen lazos de sangre. Mi padre con su madre, ya teniéndolas a ellas, se casaron. Elena nunca aceptó a mi madre en la que era su familia.

Juntos por el Destino: Dulce Tentación | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora