6. Nueva amistad/El regreso de Brio.

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Durante las semanas que Brio estuvo ausente, asistir a la escuela se convirtió en un martirio, pues no sabía el motivo por el cual se había enojado el día que lo conocí, así como tampoco sabía si le había ocurrido algo malo. Quizá estaba exagerando un poco, pues apenas si lo conocía de un día, pero no podía dejar de preocuparme, lo que él me había hecho sentir, fue algo muy intenso y que necesitaba compartirle.

La primera semana transcurrió normal, asistía a clases, tomaba notas, me preocupaba todo el día y regresaba a casa. Durante las noches me lamentaba por no haberle pedido su número telefónico o su dirección, de haberlo hecho, me hubiese evitado tantos malestares. Pude haberle llamado o visitarlo para preguntarle directamente los motivos por los que dejó la escuela o, por lo menos, para pasarle los apuntes y así lograr que no se atrasara.

Para la segunda semana, ya me había empezado a resignar. La mañana del lunes, antes de salir de casa, me dije a mí mismo que a partir de ese día retomaría mi vida y que solo me preocuparía por los exámenes intersemestrales.

Cuando llegué a la escuela, mientras caminaba por el pasillo principal para dirigirme a la primera clase, sentí como alguien me tocó el hombro por la espalda. Sorprendido me di la vuelta para averiguar quién había sido, mi sorpresa aumentó al ver a Esmeralda de pie frente a mí.

-Hola guapo. Buenos días.-Dijo en un tono dulce mientras se acercaba para darme un beso en la mejilla.-¿Por qué tan solo?-Preguntó

Aquel beso me erizó la piel y no porque lo haya hecho la chica más guapa de nuevo ingreso, sino porque no fue un beso normal, de esos que se dan entre amigos, más bien fue un beso sensual.

-Hola Esmeralda. Buenos días.-Respondí mientras limpiaba el labial de mi mejilla disimuladamente.-Estoy solo, porque me gusta estarlo por las mañanas, como que me relajo.-Mentí.

Esmeralda ladeó la cabeza, dejando entrever su incredulidad. Después sonrió y su rostro se tornó angelical. Los chicos que pasaban a nuestro lado no podían evitar mirarla, pero al parecer a Esmeralda no le interesaba nadie. Era una chica algo rara.

-No te creo.-Dijo mirándome fijamente a los ojos.-Pero está bien, fingiré que lo hago. Sin embargo, tus días como una persona solitaria terminarán hoy. A partir de este momento seré tu amiga.-Agregó, mientras me tomaba del brazo para acompañarme al salón de clases.

Cuando Esmeralda caminaba, lo hacía de una manera tan segura que parecía modelo y, por donde pasara, dejaba un suave olor a coco. Yo solo me limité a mirar como se mecía su cabello de un lado a otro, era hipnótico. Al llegar a su salón, me despedí de ella y después de que se metió, me di la media vuelta y comencé a caminar. Cuando una voz me llamó por mi nombre.

-¡Adriá, espera!.-Al darme la vuelta, vi que se trataba de Esmeralda, asomada por la puerta.-Nos vemos en la cafetería a la hora del almuerzo, no me vayas a dejar plantada.-Tras decir esto, volvió a su salón.

Yo seguí caminando, normal, sin embargo, los chicos que estaban en el pasillo y escucharon aquello, comenzaron a hacer sonidos y a decir frases para molestarme.

-¡Uuuh! ¡El novato tiene una cita!.-Gritaban unos.

-¡El novato tiene de novia a la más guapa de nuevo ingreso!.-Decían otros.

-¡Que suerte tienen los raritos!.-Insultaban los menos.

No les di importancia y seguí mi camino. Pero no pude evitar pensar si aquello era en realidad una cita. Y si lo era,-¿por qué yo? ¿Acaso Esmeralda no se habrá dado cuenta de nada? ¿Cómo decírselo sin ofenderla?-Pensaba.

Ópalo NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora