4. Esmeralda/Confusiones.

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-Espera un momento. ¿Me estás diciendo que te gustaban los chicos?.-Interrumpí a Adriá, pues nunca me había esperado enterarme de algo así.

-No "me gustaban", me siguen gustando. Y sí, me enamoré de Brio, pero en ese momento estaba confundido y no quería que nadie se enterara de mis gustos.-Respondió con la mirada fija en el suelo.

-Lo siento, es que me sorprendió enterarme de esto, no te juzgo. Las personas son libres para amar a la persona que elijan.-Me disculpé.

-Está bien, no te preocupes. Ahora, ¿puedo seguir contándote?

-Si claro, continúa.

Cuando Brio y yo salimos del salón para ir a la siguiente clase. Dejé que caminara unos pasos delante de mí, pues no quería que se diera cuenta de lo sonrojado que estaba.

Mientras lo veía de espaldas, la temperatura de mi cuerpo aumentó exponencialmente y se concentraba en mi miembro, sabía que la atracción que había sentido hacia él era física. Realmente desconocía cómo era su personalidad, pudo haber sido un patán o la persona más dulce del mundo. Quizá, y muy probablemente, no sentía atracción por los hombres. Todo eran posibilidades.

Pero no me quería adelantar, quería darme la oportunidad de hacerme su amigo, de conocerlo mejor y, no sé, quizá descubriría algo que me diera un poco de esperanza.

Estaba pensando en todo eso, cuando Brio se detuvo de manera abrupta y se giró hacia mí.

-Adriá, ¿por qué te quedas atrás? Parece que no quisieras estar conmigo.-Dijo, mientras se acercaba a mí.

-No es eso, simplemente me quedé pensando en dónde estará el salón para la siguiente clase. Solo eso.-Mentí.

-No te preocupes, ahorita encontramos a alguien que pueda ayudarnos. Te preocupas demasiado.

-Lo siento, tienes razón.- Le respondí y sonreí ligeramente.

-Mira, podemos preguntarle a aquella chica que viene caminando.-Dijo y caminó hacia ella.

Mi sorpresa fue que aquella chica a la que quería pedirle ayuda, era Esmeralda. Cuando la miré, pensé que sería mi oportunidad para iniciar una plática. Eso bajó la temperatura de mi cuerpo.

-Hola, ¿podrías decirnos dónde queda el salón A-23? Por favor.-Preguntó Brio mientras sonreía y ladeaba un poco la cabeza.

-Hola, no lo sé, yo también soy de nuevo ingreso. Lamento no poder ayudarte.-Dijo Esmeralda encogiéndose de hombros.

-Oh bueno, tendremos que buscarlo, entonces.-Me dijo Brio.

Esmeralda dirigió la mirada hacia donde estaba yo. Entrecerró un poco los ojos como tratando de recordar quien era yo.

-Tú eres el chico con el que choqué en la mañana, ¿cierto?.-Dijo, mientras ponía su dedo índice sobre mi pecho.-¿Cuál era tu nombre, guapo?

-Adriá, mi nombre es Adriá y tú eres Esmeralda.-Respondí y di un paso atrás.

La expresión en el rostro de Esmeralda cambió de repente, su mirada se tornó muy sensual, en sus labios se dibujó una sonrisa muy coqueta. Pasó la mano derecha por su largo cabello, cuando hizo aquel movimiento un aroma dulce cubrió el ambiente.

-Cierto, Adriá. Tienes un nombre muy bonito, tan bonito como tú.-Dijo, posando su mano sobre mi mejilla.

-Gracias, tú eres muy guapa también y amable.

Cuando Esmeralda quitó su mano de mi mejilla, pude notar que en uno de sus dedos llevaba un anillo de plata con una piedra muy bonita, era negra y con pequeños puntos de colores que simulaban un arcoíris. Me llamó mucho la atención aquella joya tan singular.

-Que bonito anillo, ¿qué piedra es esa?.-Dije, señalando la extraña, pero hermosa piedra de su anillo.

-¿Te gusta? Es un ópalo negro, es de la familia de las gemas. Algunos creen que tienen poderes mágicos. La verdad yo no sé si creer en eso, pero como me lo regaló mi abuela, pues lo uso.-Me explicó.

Brio se puso entre nosotros, tratando de llamar la atención.

-Pero bueno, al parecer ustedes ya se conocen. Pero yo no me he presentado. Mi nombre es Brio y soy amigo de Adriá, mucho gusto.-Dijo con un tono muy serio.-Y creo que ya debemos irnos, quedan cinco minutos para que comience la siguiente clase y no queremos llegar tarde.
Tras decir eso, Brio me tomó del brazo y me jaló con él, pude notar que su rostro reflejaba cierto grado de enojo. No sabía como debía interpretar su actitud. Simplemente me dejé llevar. Mientras nos alejábamos de Esmeralda, giré la cabeza hacia ella para despedirme con la mano.

-Adriá, espero verte en alguna clase, guapo.-Dijo y después me lanzó un beso.

Brio me tomó con más fuerza del brazo, al grado de hacerme sentir dolor en la muñeca. Seguimos caminando sin cruzar palabra alguna, él solo se limitó a guiarme hasta donde estaba el salón. Aquella escena fue muy incómoda para mí, no sabía como interpretar la actitud de ambos. Un fuerte dolor de cabeza me invadió el resto del día, solo deseaba volver  a casa.

Cuando llegamos al salón, Brio se sentó lejos de mí. El profesor de Historia se presentó y dio su forma de evaluar. Durante el resto de las clases hicimos la misma dinámica que con el primer profesor. Fue bastante aburrido.

Lo único que pensaba era en Brio molesto, no sabía si enfrentarlo y preguntarle el motivo de su enojo o simplemente dejar que pasara el día y esperar que al siguiente todo volviera a la normalidad.

Al final decidí que no, que lo mejor sería enfrentarlo para saber por qué estaba molesto y tratar de solucionarlo. Al finalizar la ultima clase, me acerqué a él para platicar.

-Brio, ¿podemos hablar? Necesito saber por qué estas enojado conmigo. La verdad no me gustaría que el primer día de clase perdiera al único amigo que hice hoy.-Dije en tono serio.

-No me lo tomes a mal, pero no quiero hablar hoy, ¿lo podemos dejar para otro día?-Respondió sin mirarme.-En serio no me siento bien.

Después de decir esto, Brio tomó sus cosas y salió del salón a paso rápido. Solo se despidió de mí tajantemente.

Al llegar a casa me encerré en mi habitación, puse música a volumen alto y me dormí. Cuando llegó mi madre, cenamos, platicamos sobre nuestros días y limpiamos un poco. En mi mente solo estaba Brio, no quería alejarlo de mí. Debía encontrar la manera de hacer que todo volviera a la normalidad.

Lo que se me ocurrió fue que al día siguiente, le invitaría el almuerzo para platicar y tratar de resolver las cosas. Me dormí más tranquilo, pensando que el día siguiente sería muy bueno.

A la mañana siguiente, después de que mi madre me dejó en la escuela, a toda prisa me dirigí al salón donde tendríamos la primera clase esperando ver a Brio. Pero no fue así, Brio nunca llegó, pasaron las horas y las clases y nadie nos decía por qué no había asistido a clase. Con la incertidumbre invadiendo mi cuerpo me acerqué al escritorio del profesor después de clase para saber si él sabía algo.

-Disculpe profesor, ¿puedo hacerle una pregunta? ¿Sabe por qué no asistió Brio a clase?-Le dije al profesor de Español.

-No, la verdad no sé por qué no asistiría a clases, en la dirección no nos pasaron ningún reporte. Lamento no poder ayudarte.-Me respondió el profesor.

Pasaron dos semanas y Brio no volvía a clase, todos seguían con su vida normal, menos yo. La culpa y la preocupación no me dejaban pensar ni poner atención en clase. Quería saber si Brio volvería a la escuela, si se encontraba bien, si le había pasado algo.

Durante las noches no lograba conciliar el sueño, pesadillas se apoderaban de mi mente, tenía sueños extraños, en los cuáles Brío estaba recostado en una cama, con un aparato extraño en el pecho. O con Esmeralda tratando de tocar mi cuerpo y quitarme la ropa.

Ópalo NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora