7. Brio/Estoy en su casa.

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-Oye, ¿entonces tú y Esmeralda solo fueron amigos?-Pregunté a Adriá.-Porque ella siempre dijo que ustedes eran más que eso.

-Lo sé, pero te aseguro que cuando escuches toda la historia, te darás cuenta de muchas cosas.-Respondió y dio un fuerte suspiro.

-Entiendo. Pues bien, sigamos con la historia, estoy muy intrigado.-Dije mientras encendía un cigarrillo.

Después de que terminó la ultima clase del día, Brio dijo que me esperaría afuera de la escuela para ir a su casa a estudiar. Le respondí que sí, pero que antes debía hacer otra cosa, que me esperara unos diez minutos más. Él aceptó sin titubear.

Y "eso" que debía hacer, era decirle a Esmeralda que durante esa semana no podría verla después de clase. Me preocupaba cómo lo tomaría. Pero prefería ser sincero y no dejarla esperando. Cuando llegué al lugar donde siempre nos veíamos, ella ya estaba ahí, recargada en el tronco de un árbol con el cabello pintado de color rosa; si algo caracterizaba a Esmeralda era su fascinación por pintarse el cabello de colores diferentes, argumentaba que lo hacía dependiendo de su estado anímico. Nunca lo logré comprender, pero tampoco la juzgué. Me acerqué hasta donde estaba.

-Hola Esmeralda, que bueno que ya estás aquí, necesito decirte algo.-Dije un poco avergonzado.

-¿Qué pasa, corazón? ¿Por fin vas a pedirme que salga contigo?-Dijo ella con emoción.

-¿Qué? Por favor no bromees, lo que debo decirte es algo serio. Lo que pasa es que esta semana no podré verte después de clase. Iré a casa de Brio para pasarle los apuntes y estudiar un rato. Por lo de los exámenes próximos. Espero lo puedas comprender.

El rostro de Esmeralda cambió en un santiamén, sus ojos parecían echar fuego, su rostro se sonrojó muchísimo y apretaba la quijada y los puños. Tomó una gran bocanada de aire y se acercó tanto a mí que pude sentir su respiración caliente en mi rostro.

-¿Crees que puedes venir y decirme eso así tan fácil? ¿Acaso piensas que soy estúpida? A mí nadie me hace a un lado y menos lo vas a hacer tú. Así que ahora mismo irás y le dirás a Brio que no podrás estudiar con él.

La actitud de Esmeralda acabó rápidamente con mi paciencia. Sabía que era caprichosa, pero eso había sobrepasado los límites y no se lo iba a permitir.

-Puedes calmarte, no voy a cancelarle a nadie, ¿vale? Y en segundo lugar, no te estoy pidiendo permiso, te estoy avisando. Que sea la primera y última vez que me haces una escenita de estas.-Dije en un tono serio, tratando de demostrar mi enojo.

-¿Sabes qué? Por mí puedes hacer lo que quieras. Pero una cosa si te digo, ándate con mucho cuidado.-Dijo en tono amenazante.

Esmeralda tomó sus cosas y se alejó rápidamente y marcando el coraje con cada paso que daba. Yo respiré profundamente para tratar de calmarme, pues no quería que Brio se diera cuenta de lo enojado que me había dejado esa niña caprichosa.

Me dirigí a la salida de la escuela, Brio ya me estaba esperando, a lo lejos pude contemplar con más detalle su cuerpo, solo llevaba la camisa blanca por fuera del pantalón, le quedaba lo suficientemente justa como para marcar cada uno de sus músculos. Cuando me acerqué lo suficiente, Brio dibujó una sonrisa en su rostro, mostrándome sus hermosos sientes blancos, aquellos hoyuelos que se le formaban en las mejillas, provocaban que mi cuerpo se estremeciera.

-Pensé que no llegarías.-Dijo él mientras se acercaba para darme un abrazo.

-Prometí ayudarte, ¿no? Pues aquí estoy. ¿Nos vamos?

Esa fue la primera vez que nuestros cuerpos estuvieron tan cerca, sus brazos rodeando mi cintura, mientras acercaba cada vez más mi cuerpo al suyo, casi podía sentir como nuestros corazones latían al unísono. Pude percibir su aroma, era tan fresco y varonil, como una tarde de verano en la playa. Mi cuerpo comenzó a perder fuerza, entonces me separé rápidamente de él. No quería que se diera cuenta de mis sentimientos.

Ópalo NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora