-En serio que te gustaba ese chico.-Dije tratando de contener la risa.-Y, ¿pasó algo realmente?-Pregunté.
-¿Puedes dejar de burlarte? En serio fue un momento incómodo, yo solo deseaba poder salir corriendo.-Adriá me miró con odio.
-Vale, vale, ya no me voy a reír, solo sígueme contando tu historia, realmente me siento intrigado, nunca me hubiese imaginado lo que viviste.
-Sí, fue el año más largo de mi vida, aunque también el más feliz, ya sabes una mezcla de sentimientos.
Adriá tomó la cajetilla de cigarros que estaba sobre el brazo del sofá, la abrió y al notar que estaba vacía la arrojó al cesto de basura. Se puso de pie y tomó la chaqueta que había dejado sobre una silla.
-Iré a la tienda por otra cajetilla de cigarros, ¿quieres ir?-Me preguntó mientras se dirigía a la puerta.
-Hmm...no, mejor te espero aquí, me prepararé algo de comer, ya me dio hambre.
-Está bien, siéntete como en tu casa, puedes tomar lo que gustes del refrigerador.
Adriá salió, cerrando tras él la puerta, el silencio envolvió el departamento, me puse de pie y caminé hacia la cocina, abrí el refrigerador y saqué lo necesario para prepararme un sándwich. Me acerque a la alacena para tomar unas rebanadas de pan.
Al cerrar la alacena y acercarme a la barra para prepararme el aperitivo, sentí que la temperatura del departamento comenzó a descender. Mi cuerpo comenzó a temblar, no lograba entender porque había sucedido eso, no le di mucha importancia y decidí continuar con ll que estaba haciendo.
Todo transcurría normal, hasta que una extraña sensación provocó que me diera la vuelta, pues sentía como si alguien estuviese parado tras de mí. El miedo comenzó a apoderarse de mi cuerpo cuando me di cuenta de que no había nadie.
De pronto un ruido extraño se escuchó en el pasillo que llevaba al baño y a la habitación de Adriá. Salí de la cocina y caminé hacia el centro de la sala, pude notar que la llama de las velas se movía de un lado a otro, como si se encontraran realizando una hermosa danza. Me resultó extraño que hicieran eso, después de que comprobé que todas las ventanas estaban cerradas.
Nuevamente me exaltó aquel ruido extraño, caminé lentamente hacia el pasillo y las luces comenzaron a parpadear, me quedé de petrificado al escuchar que alguien susurraba algo, agudicé mi oído para lograr comprender mejor lo que decía.
-Siénteme, siénteme.-Repetía aquella voz.
-Hay alguien ahí.-Pregunté esperando, tontamente, una respuesta.
-Siénteme, aquí estoy.-Dijo aquella voz.
Me percaté que aquella voz provenía de la habitación en la que Adriá entró para sacar las velas. Me armé de valor y me dispuse a averiguar que es lo que estaba pasando, caminé lentamente a la puerta y pegué mi oído para tratar de escuchar algo.
-Aquí estoy, no me dejes ir.-Dijo aquella voz fantasmal.
-¿Quién eres? ¿Qué es lo que quieres?
-Siénteme, nunca me alejaré de ti.-Aquella voz comenzaba a perder intensidad.
Cuando estaba a punto de abrir la puerta, sentí como una mano se posaba sobre mi hombro, lo que me provocó pegar un grito y taparme la cara con las palmas de las manos.
-¡No me hagas nada, por favor!-Grité a viva voz, mientras me tiraba al suelo.
-¡Oye! ¿Qué pasa? ¿No te voy a hacer daño?
Cuando por fin reconocí la voz de Adriá, lentamente quité las manos de mi rostro, de mis ojos comenzaron a emanar lágrimas. Me puse de pie y me aferré al cuerpo de Adriá, mientras el mío seguía temblando.
-¿Qué te ocurre?-Preguntó él mientras me envolvía con sus brazos.-¿Por qué te pones así?
No podía dejar de llorar y de temblar, aquello que me había pasado me dejó en un estado de shock del que me costó mucho trabajo salir.
Adriá me llevó al sofá para recostarme, después fue a la cocina y me preparó un té. Yo no podía olvidar aquella voz susurrando esas frases.
Cuando por fin me pude tranquilizar, le platiqué lo que había sucedido. Adriá me miró fijamente con una expresión de preocupación.
-Está empezando.-Dijo entre dientes.
-¿Esta empezando qué?
-Es el inicio del fin. Debemos seguir con esto para poder liberarme. No me abandones ahora.-Me suplicó.
-Es que no estoy entendiendo nada.-Dije con desesperación.
-Solo déjame seguir con la historia, prometo que todo estará bien y después de que todo esto termine, explicaré todo con detalle.
Tras pensarlo por un momento, accedí a continuar con aquello que me pidió. Adriá tomó la caja en la que estaban las velas y sacó un rosario, me lo entregó y me pidió que lo colocara en mi cuello. Me explicó que era una protección para todo lo que estaba a punto de pasar.
Me coloque el rosario e inmediatamente me sentí tranquilo, era una sensación de protección que jamás había sentido, mi cuerpo dejó de temblar.
-Bien Adriá, continúenos con esto.
-De acuerdo. De verdad, agradezco que me ayudes a salir de esto.
-No agradezcas todavía, estoy seguro que se vienen cosas peores.
Adriá encendió un cigarro y se preparó para seguir contándome su historia.
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Ópalo Negro
RomanceÓpalo Negro... Tras diez años de la sospechosa desaparición de Brio, Adriá vive sumergido en una fuerte depresión, pues se siente culpable de este hecho. Es por eso que decide contactar a uno de sus viejos compañeros del colegio pues cree que remem...