Capítulo 1: El fantasma

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–  Ese sueño otra vez, –Dije con la cara pegada a la almohada. –  ¿Qué significa?  

El frío se colaba por mi ventana bajando la temperatura de la habitación y hacia qué mi mejilla se enfriara, tape mi rostro intentando ignorar ese extraño sueño recurrente y seguir durmiendo, pero la alarma de mi telefono me decia que era hora de despertar.

-- ¡Uhg!, no quiero ir por él, no quiero ir ni yo. Debería haber faltar… --Comencé de quejarme como un niño pequeño con la cara en la almohada --Estúpido despertador, estúpido asmático Nick y estúpidos humanos...

Mi nombre es Tobias Bhífrigid Holden. Sí, un Holden, el menor de la familia. Bueno, en el pueblo… En fin, tengo 16 años y voy en el segundo año en una preparatoria impronunciable que no me he molestado en aprender.

Me siente en mi cama y observo mi habitación; es grande, pintada de negro, azul y verde, hay un librero con unos cuantos libros en él, una pila de ropa sucia que se está desbordando, un armario y unos póster de libros, capturas de pantallas de mi blog y papeles con frases adornando la pared.

--Este es mi cuarto, mi cueva.- digo en voz baja mientras me levanto.

Busco mis lentes entre la pila de libros y cajas que está en mi buró. Al encontrarlos tengo que buscar una de las patas para volver a unirlos, al que se le ocurrió la gran idea de los lentes con imanes, no sabía mucho de la vida de un adolescente o de alguien que usa lentes.
Camino intentando recordar en la oscuridad donde están las cosas que no debo pisar, como por ejemplo el casco de lego batman, para poder llegar al pasillo.
Una vez allí, entre al baño, abrí la llave, me desvesti y me siente debajo del agua caliente. Uno de mis pocos momentos de perfecta calma en el día… simplemente perfecto.
Miro mis brazos y torso, una cicatriz muy marcada cerca del ombligo, unas más por los brazos, unas tres cicatrices de heridas profundas en el brazo izquierdo, moretones por aquí, moretones por allá. Vienen acompañados de algunas cosas que prefiero nunca mencionar, ya que no creo que sea bueno recordarlas… Es bueno que todo eso haya acabado.
Salgo de la ducha y me miro al espejo, soy solo un chico estandar con piel aperlada, con ojos de diferente color; verde y gris (El gris antiguamente azul oscuro, ciego gracias a un “accidente” en el pasado), cabello largo y despeinado y una nariz enrojecida al más puro estilo de rodolfo el reno.
Nada fuera de lo común.

Hoy desgraciadamente al ser día de escuela tengo que usar mi uniforme; camisa gris, pantalón negro, y la corbata y zapatos que yo quiera, en mi caso es una corbata verde y botas negras.
Baje al primer piso de mi casa y camino hacia la cocina, ahí sentada en el mostrador está una mujer de aproximadamente 42 años, viendo su laptop y bebiendo café. Ella no es muy alta, tiene el cabello largo y despeinado del mismo color del mío y usa un traje azul turqueza.
Mi madre.

Cuando se percató de mi presencia solo me vio de reojo con sus ojos azules y volvió a ver su laptop sin decir una palabra. Tome una rebanada de pay de caramelo de mantequilla y canela, encendí la cafetera para preparar una taza de capuchino y me senté en el mostrador a comer tranquilamente sin intentar iniciar una charla, ella de seguro debe estar haciendo algo a último momento así que mejor no distraer. Eso, además de la pelea eterna contra el cabello arreglado, es algo que tenemos en común.
Termine mi desayuno y eructe en señal de estar satisfecho y con el estómago lleno, ella arqueo una ceja y me miró como si dijiera: “¿Eso es lo mejor que puedes hacer?”, en una situación normal ella y yo usualmente comenzamos una competencia de eruptos, pero en su lugar siguió con su trabajo.
Subí corriendo para tomar mi saco y mi bufanda antes de salir.

¡Adios mamá! --Dije mientras pasaba corriendo por la puerta. Ella solo me contestó con un “uh” o algo como un “ok”, algo muy de nuestra familia.

Cuando puse un pie fuera el frío me dio un golpe en la cara y me provocó un escalofrío. El frío es una de las cosas que menos me gustan, es irónico porque vivo en un pueblo donde llueve muy seguido y las nevadas en esta época del año son cosa de todos los días.

Camino por las calles llenas de charcos de mi calle, tengo que caminar al menos medio kilómetro hasta llegar a casa de Nick.
Antes de que su problema se empeorará el caminaba sólo hasta la escuela, pero las cosas ahora son diferentes, y ya no hay solución.
Ahora tengo que acompañarlo.

Estas calles no me gustan, son un poco inseguras a mi parecer y mas por como estoy vestido.

Me paro enfrente de su casa, es linda; es una casa simple, tiene un viejo portón de color verde grisáceo, y la mayor parte de la casa es de madera blanca, es como una típica casa de las series de TV.
El timbre está roto y la puerta muy lejos como para tocarla, así que me veo en la necesidad de gritar.

-- ¡Nick! - Nadie responde, ni siquiera sus vecinos diciendo que me calle. Así que gritó de nuevo.- ¡Newman! - nadie contesta.

Siento que mi teléfono  vibra desde el interior del bolsillo derecho de mi saco, lo tomo y veo que hay un mensaje de Bro-Bone. El nombre de usuario de Nick.

B.B: No grites, ya voy hacia afuera.

E.M: Okey, te espero.

Tarda alrededor de 8 minutos en abrirse la puerta de su casa y veo una silueta familiar caminar hacia mi, por lo oscura de la entrada no puedo verla bien.

Sólo puedo escuchar como arrastra un tanque de oxígeno en un especie de carrito.

Se para justo en frente del portón, escuchó como da un respiro y dice algo entre respiros:

-- Lo siento, Bro --respira pesadamente y añade -: Hermano, tuve que regresar corriendo a mi cuarto por mi trabajo.

--Siempre te pasa eso por olvidadizo, Nick

MegalomaníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora