<22> I remember the word.

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Recordando ésas malditas palabras que habían salido de mi boca, todo esto, estaba mal extrañar tanto a alguien que no deberías extrañar, queriendo a esa persona, más de lo que sería prudente para tu propio bienestar.
Pero no había sabido de su existencia por dos largas semanas.
Era como lo quería pero ¡Joder! ¿Porque me sentía tan intranquila?

Era evidente que el pequeño James también se había dado cuenta de la ausencia de su padre, pero no pensaba llamarlo si no el llamaba antes, para preguntar por su hijo, y me había escudado con la escusa de que el estaba en el trabajo.

Tampoco Ander se encontraba, después de aquella tarde habíamos tenido una pequeña discusión, nada importante en realidad.

Así que mi hijo se quedaría con su abuelo, quien ya había pedido tener al pequeño con el unos días, y lo lleve, tal vez no se sentiría tan abrumado con el extraño comportamiento de su madre.

Así que por el momento estaba sola en casa, bueno del todo. Estaba conmigo luka, el pequeño y esponjoso amigo de toda la vida.
Estaba por salir de trabajar, el día había sido igual de agotador de como siempre solía hacerlo, el precio del éxito era muy costoso.
Terminaba de firmar los últimos informes, y proyectos de mi próxima campaña publicitaria.
Me dolía un poco la cabeza, pero quería terminarlo ahora, lo que significaba que tendría dos buenos días de descanso bien merecidos.
Entró Sara en mi oficina.
Mi asistente personal. Era una becada que aspiraba a ser lo mismo que yo. Y lo era, como yo, una chica tan llena de vida y tan inocente, pero eso no importaba, la vida se encargaría de quitarle esa inocencia, y tal vez el trabajo quite todo ese entusiasmo.

— ¿Termino con los papeles?

— Si, toma. – Los empuje hasta la orilla de mi escritorio.

— ¿Puedo decir algo?

— Adelante, sus diseños de esta temporada son realmente hermosos.

— Gracias. — Me puse de pie y me puse mi abrigo. –

— ¿Hay algo más en lo que pueda ayudar?

– Me quedé unos momentos en silencio. – La verdad es que si. – Necesitaba un respiro. – Un poco de whisky.

Ella corrió a servirlo como si de una marioneta se tratara. He considerado que ese concepto de los empleados siempre a sido malo, pero ella daba mucho para pensarlo, más con esas actitudes que solia tener conmigo.

Ella me lo entregó y yo musite un pequeño gracias.

Estaba parada a unos cuantos centímetros de mi, y se le veía un poco ansiosa, sabía que no era un asunto de mi incumbencia, aún que de todas formas iba a contestar lo que yo quisiera preguntar.

— ¿Tienes novio?

Asintió con la cabeza muy ilusionada.

— ¿Cuanto tiempo llevan juntos?

— Dos años.

— Asentí. — Te vez muy enamorada.

— Y lo estoy.

Dejo el vaso con el último trago sobre la mesa y me dirijo a la salida.

— Tenga una agradable noche.

— ¿Usted está enamorada?

— Me gire lentamente y le dedique una sonrisa melancólica. – Yo tengo el corazón roto, querida.

Salí sin decir más en mi auto.
Estaba lloviendo y había demasiado tránsito, mientras en la radio se reproducía una canción triste.
No puede ser más jodido.
Llegó a casa dándole un par de acaricias a luka y después me voy a la cama.
Caigo rendida de sueño y cuando despierto son las 11.
Me levanto y observó mi celular.
Es un mensaje de papá que me indica que se la está pasando de maravilla con mi hijo.
Por lo menos alguien se está divirtiendo.
Bajó a la sala y tomó una cerveza de la nevera.
Me siento y después de estar unos momentos en total silencio comienzo a ver los contactos en mi celular.
Me topo con el de James y después de pensarlo varios segundos decido llamar.
Lo hago tres veces y el no contesta.
Lo hago una vez más con la intención de que lo haga.

Esto es patético.

— Hola ¿Scarlett?

Su voz me saca de mis casillas.

— Hola...

Stay - James Bay Donde viven las historias. Descúbrelo ahora