<27> last confession

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Desperté después de esa gran la laguna de pensamientos en la que me había metido, pues era algo que estaba más que claro, ahora el y yo no podíamos ser algo, el tenia una vida y yo tenía una que no podíamos destruir y intentar hacer otra.
No a nuestra edad y con lo que habíamos logrado.
Era hermoso pensarlo, pero simplemente algunas veces el amor no era suficiente para intentar mantener a dos personas juntas para la vida, mucho menos después de un millón de estragos y de problemas en los que se habían involucrado a lo largo de los años.
Me levanté y gire levemente mi cabeza encontrandome con el dándome la espalda, las sábanas
oscuras cubriéndole hasta la cintura, algunos lunares adornando su espalda.
Cualquiera creería que es una chica con una espalda exageradamente ancha, pero para mi es muy sexy el como se encuentra ahora.
Me levanto mirando la ropa tirada por todas partes, eso me trae recuerdos de nuestra primera vez.
Todo tan perfecto, un poco tomados, pero romántico.

Entro al baño haciendo mis necesidades fisiológicas para después abrir la regadera, tocando con mi mano esperando a que el agua se adapte a mi gusto.

Finalmente lo hace, mi cuerpo se relaja al contacto del agua. Tomo el gel corporal untándolo en mi cuerpo de manera suave. Escucho un ruido que proviene de afuera.

— ¿Estas en la ducha?

— Si.

Se queda unos segundos en silencio, continuo tallando mi cuerpo de manera despreocupada hasta que siento sus manos tibias tomar mi cintura.
Dejó salir un respingo y me giró para verlo con mala cara mientras el se ríe descontroladamente.

— ¿Que te sucede?

— ¿Que? ¿Ahora te avergüenza que vea tu cuerpo desnudó?

Me quedo sin palabras para decir y me giró como si el no estuviera aquí.

— Cierra la puerta cuando te marches.

— Scarlett, no puedes dejarme así.

— Claro que puedo, vete.

— ¿No te atrae la idea de que yo dejé de ser tu tierno chico del sombrero y sea un chico sucio por un momento?

El hace un énfasis en mi tierno chico del sombrero lo que me hace girar a verlo de inmediato.

— ¿A que te refieres?

— Vamos Scarlett, leí tu diario y se que me llamabas a si cuando tenías menos de 20 años.

— Yo puedo llamarte como se me dé la gana, además ¿Que rayos hacías leyendo mi diario?

— Lo encontré en una caja de la mudanza cuando vivíamos juntos.

Algo se remueve en mi pecho y no puedo evitar sentir un poco de tristeza al recordarlo.

— No puedes invadir la privacidad de otros.

— Pero yo quería todo de ti en ese entonces Scarlett, llenarme completamente de ti, como lo deseó ahora mismo.

— Pero no puedes James.

— Se acerca a mi acorralandome contra la pared, ahora a ambos nos cae el agua y el me mira profundamente. —  Se que deseas tanto como yo que te posea aquí en mi ducha.

— No es así...

— Pero yo lo deseo como nada más en esta vida... por favor...

— James.

Su mano se posa en mi mejilla y me besa apasionadamente.
Vuelvo a perderme en el.
El agua hace una sensación perfecta de nuestras caricias.
Su cuerpo pide urgente el mío y este le corresponde todo lo que el pide.
No debería sentirme bien, no tengo fuerza de voluntad cuando el esta cerca, todas mis armas van directo al suelo, y me ataca a mi.
Sus labios en mi cuello, hacen que hierva por dentro, ni si quiera el agua que está callendo logra refrescarme.
Me quema, me arde de una manera perfecta y inimaginable.
Mi cuerpo deja de tocar el suelo y mis piernas se envuelven al rededor de su cintura, su cuerpo pegado al mío, ardiendo en una sincronía perfecta.
El buscando  el punto exacto de dónde fundirse en mi nuevamente.
Lo consigue y se hunde en el, dejándome sin respiración, sacando un gemido que enriquece sus oídos.
Y así lo hace, moviéndose de lento a rápido, satisfaciendo los deseos que vienen desde el alma y que no pueden contenerse, que no saben hacerlo, y si lo intentamos nos carcomen por dentro.
Me mira a los ojos, nuestros pechos unidos dándonos placer mutuo.
Nuestras respiraciones se unen y podemos ver la sinceridad en nuestros rostros, el placer es quien lo provoca y ambos somos conscientes de que seguimos necesitando el uno del otro para sacear este deseó inundante.
Su ritmo se hace mucho más rápido y severo. Me funde, me pierdo, no me encuentro, en el limbo donde me humilló y no me alejo, porque este amor insufrible es de lo que vivo.
Me miran sus ojos atentos y intentan decir algo, habla con dificultad, de mi peso y el de este placer demandante.

— Te... Te confieso hoy por última vez y para toda la vida... que tu eres, eres lo que más amó...

Unos cuantos movimientos más y nos perdemos en el orgasmo arrasador lleno de emociones encontradas que cargamos sobre nuestra espalda, que esperamos con ancias sacar para no atormentarnos más, porque éste amor es más fuerte de lo que podemos ser el y yo.
Ambos gemimos en sintonía, es algo hermoso y encantador para mi y para el, no lo sería para los demás, nunca lo entenderían, por eso no nos dejan seguir, todos envidiarán nuestra manera de amar.
Me besa el cabello húmedo y yo su mejilla, poco a poco sale de ese lugar reclamado por el en el primer momento en el que me enamoré de él.
Su cuerpo y el mío se estremecen al separarse y el me baja con delicadeza hasta que mis pies tocan el suelo, aún tibio por el agua.
Sin dejar de mirarme, toma mi mano y la sube a la altura de mis hombros, entrelazando sus dedos con los míos y su rostro se hunde en el hueco de mi cuello, deja salir un gran calada de aire, erizando mi piel al contacto de su tibio aire.
Me quedo así unos segundos anodada por lo ocurrido.
Me planteo lo que acaba de ocurrir y cuando me doy cuenta de que a sido algo muy loco dejo salir una gran carcajada que el corresponde. Sintiéndolo sobre mi cuello
El agua a sesado, no me e dado cuenta cuando, las únicas gotas que caen son las de nuestros cuerpos.

— Si te burlas de mi, parecía que lo estabas disfrutando mucho como para querer engañarme ahora.

— No es eso. — Trato de controlar mi risa. — Es sólo que cuando estuvimos en casa nunca lo hicimos y ahora que no deberíamos está ocurriendo. — Vuelvo a reír y pienso. —

Stay - James Bay Donde viven las historias. Descúbrelo ahora