IX. Año uno

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Abril

— ¡Bájame! ¡Lo digo en serio! Y, ¿de qué diablos te estás riendo?— gritó ________. Estaba completamente roja y la parte de atrás de su vestido estaba empapada. Llevaba un hibisco detrás de su oreja y Wonwoo la llevaba a la habitación del hotel, incapaz de respirar —Dios, no puedo creerlo! ¡Llevamos menos de dos horas en Hawaii y ya me he torcido el tobillo! ¿Y por qué está lloviendo? ¡Todo el mundo habla de que en Hawaii hace sol, no lluvia!

Wonwoo estaba intentando por todos los medios de no perder los nervios; su esposa se había torcido el tobillo en su luna de miel, precisamente.

— Nadie te pidió que echaras a correr, al ver los pájaros exóticos.

— Nadie te pidió que nacieras— contestó ella, malhumorada.

Ella se sentó en la cama y se puso cómoda, aunque su gesto de mal humor estaba tan marcado que su marido no tuvo más remedio que reírse al verla. Ella le golpeó con una almohada, pero él se la quitó al instante.

— No hagas esfuerzos. Toma— le levantó la pierna y puso un cojín debajo de ella —Voy a por algo de hielo. Mañana ya estarás bien.

________ suspiró.

— ¿Me lo prometes?

— Bueno, aunque no te hayas recuperado, tengo el dinero suficiente como para quedarnos aquí todo el año. Además- sus ojos negros brillaron con picardía -no hay nadie esperándonos en casa.

________ se cruzó de brazos y trató de mantener su mal humor, mientras él le basaba la frente y se marchaba de la habitación. ¿Quién iba a pensar que un chico tan molesto se convertiría en un esposo tan fantástico? La joven levantó la mano, admiró el brillo del anillo y se echó a reír.

— Te he visto— dijo Wonwoo, desde la puerta.

— ¡AH! ¡Vete! ¡Vete!— gritó ella, haciéndose todavía más daño en el tobillo, mientras le lanzaba más cojines.

Mayo

— Dios, no soporto esto— murmuró Margaret, mientras le hacía cosquillas a la pequeña Raina, en las rodillas —¿Alguna vez te he contado que tenía un grupo de música, en el instituto?

— ¡No! ¿Qué tocabas?— preguntó ________, levantando la mano —Espera, deja que lo adivine. La flauta, ¿verdad? O el flautín. O, acabo de acordarme de un chiste buenísimo: ¿cuántos flautistas hacen falta para cambiar una bombilla?

— ________— la interrumpió Hoshi, aunque ella no le hizo ni caso.

— Cinco: uno para que la cambie, otro para que le sujete la escalera y otros tres para quejarse y decir que lo habrían hecho mucho mejor.

Wonwoo, sentado al otro lado, soltó una risotada.

— ¿Y eso? ¿Por qué no me habías dicho que sabías chistes sobre músicos?

— Ooh, ¿acaso te sabes algún chiste de pianistas?— preguntó Katja, haciendo que la sonrisa de Wonwoo desapareciera al instante.

— Para que lo sepan— dijo Margaret —tocaba el clarinete.

Todos se quedaron mirándola, excepto Hoshi, que ya lo sabía y que estaba haciéndole cosquillas a Raina, a quien había tomado del regazo de su madre.

— ¿El clarinete? ¿Una tipa tan insoportable como tú?

— ¡Oye, no digas eso delante de la niña!— se quejó Hoshi, tapándole los oídos a Raina.

— ¡Exacto, no digas eso delante de los niños!— repitió Katja, golpeándole a Mingyu en el brazo, antes de acariciarse su enorme vientre.

________, dio una palmada en el aire.

| m u s i n g s |  ♡ wonwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora