Este era el comienzo más inesperado de año que habían tenido en sus 6 años en Hogwarts, inesperado ya que aunque teóricamente estaban ahí para cursar su séptimo año en la escuela de magia y hechicería, si todo hubiera transcurrido normalmente, ya no estarían sentados ahí, en la mesa de la casa de Godric Gryffindor, ahora serían ex alumnos de la escuela de magia y hechicería, pensando que sería de su futuro como adultos dentro del mundo mágico.
Sin embargo, ahí estaban, Harry Potter, el niño que vivió, el héroe que salvó al mundo mágico, y su mejor amiga Hermione Granger, sentados una vez más (y ahora sí por último año) en el gran comedor, al lado de Ginny Weasley, su ahora compañera de clases. Mucho se habían alegrado Harry y Hermione de haber recibido una invitación por parte de la directora McGonagall para cursar su último año en Hogwarts y no habían dudado en aceptar. Sin embargo, para Ronald Weasley era impensable regresar a la escuela que le traería tantos recuerdos, de su hermano Fred, de la batalla... Ron no era además un brillante estudiante ni un entusiasta de aprender, como su novia, Hermione, así que por el bien de su familia (ya que decidió ayudar a su hermano George en su tienda) y el suyo propio, decidió no asistir a culminar su último año de educación mágica.
A pesar de que Harry y Hermione eran celebridades, y que el ministerio les había asegurado un trabajo inmediatamente en sus oficinas, Harry decidió que después de todos los horrores vividos en el último año, quería tener un poco de tranquilidad y divertirse al lado de su novia, Ginny, en cuanto a Hermione, al final de cuentas amaba la escuela, amaba estudiar, amaba los exámenes, las tareas, y finalmente esta sería su última oportunidad de estar en este ambiente que tanto adoraba. Ambos amigos compartían además otro sentimiento, la esperanza de que este fuera un año normal en Hogwarts, y disfrutar de su adolescencia como dos chicos normales.
En la mesa de al lado, alguien más apreciaba la ironía tras aquella aparentemente rutinaria ceremonia. Draco Malfoy jamás habría imaginado hace unos meses que podría estar de vuelta en el gran comedor, listo para iniciar su último año. Todo parecía indicar que el señor tenebroso había ganado, nadie puede ser tan tonto o tan débil para perder la misma guerra dos veces, pero aparentemente Tom Riddle lo era, ya que estaba tan confiado en sí mismo que nunca pudo ver la verdad. La verdad era que sus opositores estaban más convencidos que nunca de que habían escogido el bando correcto, no se encontraban desmoralizados o atemorizados, como Lord Voldemort pensaba, se encontraban motivados: era ganar o morir. En cuanto a sus aliados... era una historia totalmente diferente. A pesar de que aparentemente estaban en el bando ganador, algunos no podía evitar sentir que algo andaba mal. Los que se habían unido a Riddle por apoyar sus ideales sobre la pureza de la sangre, no imaginaban los horrores de ver morir sin piedad a los muggles, a los sangre sucia y a los traidores de la sangre que tanto despreciaban. Aquellos que sólo buscaban el poder y un mejor estatus social, no se imaginaron lo que tendrían que hacer para llegar ahí, toda la muerte, la destrucción, la tortura, toda la sangre que se había derramado... porque a pesar de considerarse superiores, no podían simplemente aceptar que matar a sangre fría, torturar, secuestrar a otras personas era correcto. Sin embargo, no todos pensaban igual, había quién, disfrutaba enormemente los asesinatos y las masacres, se deleitaban con el dolor ajeno y eran genuinamente felices infringiendo sufrimiento a los demás. Y fueron las desapercibidas acciones de algunos mortífagos que indudablemente contribuyeron a la caída de su propio señor. La primera de ellas fue la del propio Draco, que se encontraba sumido en confusión y en remordimientos por todo lo que hacían los suyos, cuando tuvo la oportunidad de entregar a Potter y a sus amigos a Bellatrix, no lo hizo. La segunda y quizá la más importante de todas era la de su madre, Narcisa Malfoy, quien abiertamente mintió a Voldemort cuando le confirmó que su némesis estaba muerto. Estas acciones les ganaron el perdón del ministerio a los Malfoy. En cuanto a Lucius, él no podría librarse con la misma vieja excusa de la maldición imperius, como ocurrió después de la primera guerra. Lucius era un firme creyente de la superioridad de los magos de sangre limpia, no así de los horrores realizados por los mortífagos. Pero siendo Lucius un hombre sumamente orgulloso, no iba a aceptar que se equivocaba, no iba a ser señalado como un débil y un cobarde. No iba a dejar que nada malo le sucediera a su familia... porque nadie abandonaba a los mortífagos voluntariamente, si te ibas, era solamente muerto, como ocurrió con el ex mortífago Igor Karkarov. Así que Lucius era un mortífago activo, no por convicción, sino para evitar que su señor dañara a su esposa y a su hijo, y si en el proceso, su familia se veía beneficiada, no veía mayor problema. Y al final de la guerra, no dudó en señalar a sus propios ex compañeros con tal de librarse de Azkabán, cooperando con los aurores en la captura y con datos acerca de miembros de la organización de Voldemort, y así fue como la familia Malfoy evadió la prisión, no así el descrédito de la sociedad, que los veía con rencor y con desconfianza por su pasado.
Cuando Draco fue invitado por McGonagall a terminar su último año en Hogwarts, no lo podía creer. No podía asimilar que él, un ex mortífago era invitado a asistir a la escuela para terminar su educación como si nada hubiera pasado, es decir, había evitado la cárcel, pero no esperaba que le dieran también esa oportunidad. Sin embargo, después de dar muchas vueltas al asunto, decidió asistir, para mostrarle al mundo y a él mismo que la guerra había terminado, y que él había cambiado, que estaba dispuesto a formar parte de la comunidad mágica y a ser un miembro cooperativo y respetuoso de las leyes y de los demás magos, que él, Draco, no sólo había de devolver a la gran familia de los Malfoy su prestigio perdido, sino que además, contribuiría al cambio en el mundo mágico que ya se comenzaba a gestar.
La cena de inauguración del año escolar había terminado, los prefectos guiaban a sus compañeros a sus respectivas casas, cuando la fila de Gryffindor se encaminaba hacia la salida del gran comedor, se toparon con la fila de alumnos de Slytherin, encabezados por Draco Malfoy y Pansi Parkinson, Hermione y Ginny que dirigían a los leones, esperaban una confrontación con las serpientes, ya que Malfoy y Parkinson se habían detenido al darse cuenta de la situación, pero lo que sucedió a continuación ningún alumno de ninguna de las dos casas lo vio venir
- Granger, Weasley. - Draco las ¿saludó? con una inclinación de su cabeza y les indicaba con su mano extendida que pasaran antes que ellos.
Ginny y Hermione no lo podían creer, pero antes de poder responder o salir si quiera de su sorpresa, Parkinson, que estaba al lado del rubio cruzada de brazos les dijo con una media sonrisa:
- ¿Que son sordas?, ¡Caminen! ¿o es que vamos a pasar todos la noche en el comedor en una pijamada comunitaria?
- ¡Claro, gracias!, Malfoy, Parkinson - saludó Hermione imitando el gesto de su compañero prefecto y comenzó a avanzar seguida de los leones que miraban asombrados a las serpientes cederles el paso.
- Esto sí no lo veía venir - dijo Harry poniéndose a la cabeza de la fila de los Gryffindor que ya estaban encaminados a su sala común.
- Ni yo - dijo Ginny con un tono de voz que denotaba desconfianza.
- Bueno - dijo Hermione - después de todo eso era lo que esperábamos ¿no?
Ante la mirada de confusión de Ginny y Harry continuó:
- Que las antiguas rivalidades fueran olvidadas, que pudiéramos convivir en armonía, eso fue lo que los fundadores de Hogwarts pretendieron desde un inicio, el hecho de que se diera cientos de años después, es solamente triste, pues si las cosas siempre hubieran sido así se hubiera evitado tanta muerte y destrucción - añadió Hermione con un aire triste al final de su discurso, recordando a todos sus amigos muertos, incluso a los fallecidos durante la primer guerra mágica.
Nadie dijo nada más, todos se habían quedado pensando en los acontecimientos del año anterior y en que efectivamente Hermione tenía razón, eso no hubiera sucedido si tan sólo todos los magos de todos los tiempos hubieran sido respetuosos los unos con los otros. Malfoy nunca lo había sido, ni con ellos ni con nadie, él se sentía superior a todos los demás seres humanos y andaba por la vida humillando a cuanto compañero se encontraba de frente, por lo tanto, su gesto de compañerismo y caballerosidad, que si hubiera hecho cualquier otra persona hubiera sido nada más que lo correcto, para Malfoy denotaba un giro de ciento ochenta grados, había dejado a todos sus compañeros con la boca abierta y a Hermione pensativa. Se preguntaba si ese gesto denotaba al "nuevo" Malfoy, o únicamente estaba dejando ver a los demás lo mismo que ella habría creído ver en él aquel fatídico día en la mansión Malfoy, ¿realmente había cambiado? ¿qué tanto?
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Dramione
FanfictionEsta historia narra la evolución de la relación de dos chicos que jamás se imaginaron terminar juntos pero cuando estuvieron juntos ya no pudieron estar separados. La guerra terminó, el mundo está cambiando, por fin está en paz. Ahora Hermione y Ha...