Capítulo 7: Thinking out loud

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Daniel's POV

Annie dormía plácidamente al igual que yo, cuando sentí un pinchazo en el punto más sensible de mi pecho. Destellos de luz inundaron mi visión hasta que me vi en un cuarto obscuro.

Observe mi cuerpo; volvía a ser yo. Volvía a controlar mi propio cuerpo. Nuevamente sentí como si perforaran mi pecho con un taladro, un dolor intenso y constante.

Cerré los ojos y cuando los abrí me encontraba en un cuarto blanco, repleto de doctores y enfermeras que corrían de un lado a otro.

El brillo de la habitación me impedía saber si se trataba de un sueño o la realidad. Me coloqué en la esquina, consiente que nadie me notaría.

Un hombre con bata blanca tomó dos planchas eléctricas y las colocó en el pecho de un joven, tratando de revivirlo.

En el momento que la descarga sacudió el cuerpo tendido mi pecho ardió como agujas pinchando mi piel.

Vamos muchacho ¡Vamos!

Susurraba una enfermera desesperada. Mi respiración se cortó al revelarse el rostro del muchacho; era yo.

Mi piel estaba pálida, y las bolsas debajo de mis ojos realzaban mis pómulos marcados; parecía un esqueleto con piel.

Una segunda descarga eléctrica sacudió violentamente mi cuerpo; estaba muriendo.

No no no ¡No!

Corrí a la puerta desesperado por salir de ahí. En el pasillo mi madre lloraba como jamás en su vida, me partió verla en ese estado.

Su cabello estaba desarreglado, las canas asomaban por encima de su viejo tinte rubio, y su pálido rostro delataba la falta de maquillaje desde hacía mucho tiempo.

Mi madre solía ser una mujer impecablemente arreglada.

Una brisa helada me obligó a cerrar los ojos.

-¡Mamá!

Cuando los abrí me encontraba nuevamente en la oscuridad total, desesperado.

-¡No estoy muerto! ¡¿Me escuchas?! ¡No estoy muerto!

La sensación de vacío se adueñó de mí por completo. De pronto me sentí...frío.

Una luz me cegó por completo, cuando abrí mis ojos estaba acostado en el cuarto de Annie, sudando.

-¿Daniel?

Me senté y pude ver que no era yo, nuevamente había regresado al cuerpo de Annie.

No entiendo nada.

-Tranquilo fue una pesadilla.

¿La viste?

-No pero la sentí.

Claro.

-¿Qué te pudo asustar tanto?

Nada.

-Pero...

Annie tengo sueño, y tú también.

-Bien.

Contestó poco convencida. Era raro sentir cosas que no eran tuyas.

-Buenas noches entonces.

Se acostó y cerró los ojos, sin embargo estaba tensa.

Quería ser ruda pero yo sabía que se preocupaba. A veces me alegraba de, entre tantas personas, compartir cuerpo con ella...

Sin embargo no podía tranquilizarme del todo.

¿Había sido solo un sueño?

80 días con élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora