Capítulo 9: He is not me!

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...calculas el área del círculo y lo divides entre doce para encontrar la equivalencia de la figura con respecto a pi.

-...después tienes que calcular el área del círculo y dividirla entre pi...

¡Doce!

-¡Doce! La divides entre doce.

La cara de Marcus mostraba confusión, casi podía ver en sus ojos los engranes de su cerebro trabajar a toda marcha para entender.

Y no lo culpaba, a veces no entendía bien lo que me decía Daniel y le daba información un tanto incorrecta.

-Entonces multiplico el radio al cuadrado y luego lo multiplico por tres punto catorce dieciséis ¿cierto?

-Totalmente.

Aseguré.

No.

Suspiró frustrado Daniel.

-Totalmente segura que no se hace eso.

Afirmé sonriendo segura.

Desgraciadamente el hecho de tener un nerd dentro de mí no me convertía en uno.

-¿Por qué no? Así es la fórmula.

¡Ya le explicaste eso! ¡Dos veces!

Los hermosos ojos de Marcus esperaban ansiosos la respuesta. Respuesta que Daniel ya se había demorado en contestar.

Sonreí confiada, esperando.

Nada.

-...¿y?

Sonrió divertido Marcus. Dios sus hoyuelos me distraían.

No me jodas Ann Annie, tú también ya escuchaste la misma explicación dos veces.

-Comprendo que se te pueda olvidar la información, Marcus. A también me pasa, pero te explicaré de nuevo.

Porque tres pi es más exacto que nueve punto cuarenta y dos.

-Verás- me acomodé mejor en mi silla, ligeramente inclinada hacia él -decir tres pi es más exacto que nueve punto...con decimales, ya sabes.

-Claro.

Me observó dulcemente a los ojos, sin borrar su linda sonrisa. Fue un momento casi mágico, como si sólo existiéramos él y yo en el mundo.

¿Ya terminaste?

Y Daniel.

En casos como éste, desde lo más profundo de mi corazón maldecía su familia, descendencia...todo él.

Rodé los ojos.

-Yo...creo que debería irme.

Declaró incómodo. Mierda pensó que mi gesto iba dirigido a él.

-¡No!

Me miró confundido.

-...yo...aún no pruebas la tarta de mamá. Prometiste que tomarías un pedazo.

Sonreí tímidamente.

¡Ann Annie! ¡No hay tarta!

Gritó Daniel entrando en pánico total.

Sonreí forzosamente; mierda.

Inesperadamente Marcus me abrazó, rodeando con su brazo mi cuello.

-Otro día, Annie.

Susurró en mi oído. Su aliento era fresco, e inmediatamente sentí los cabellos de mi nuca erizarse.

Me inmovilicé, no era capaz ni de pestañear. Besó mi mejilla y se alejó a la puerta, la abrió y antes de salir, me guiñó un ojo coqueto.

No me moví, no respire, no era consciente de mí.

¿Pero qué jodidos..?

-¡Sí! ¡Oh por dios! ¡¡Oh por dios!!

Grité hiperventilando. Corrí al sillón de la casa, tome un cojín y lo abracé como nunca había hecho con cualquier objeto.

-¡¡Me besó!! ¡¡Y me susurró tan... dios su voz es tan sexy y sensual!!

No te besó.

-Oh claro que lo hizo, sus labios eran tan suaves y carnosos y..¡Dios!

Que gay me siento.

Exclamó horrorizado mi fantasma. Reí.

-¿Ahora quién es el gay? ¿Ah?

Calló.

-Esque esto es el inicio, Daniel. ¿Se supone que debo hablarle mañana? ¿Coquetear? ¿Oh tal vez...?

¡Ya basta Annie!

Silencio.

-¿Estás enojado porque te equivocaste? Que infantil eres por dios tienes que madurar o...

¡No es eso! ¿De acuerdo?

Esperé a que siguiera, pero nada.

-¿Entonces qué es? Explícame porque no te entiendo, se supone que tu mejor que nadie debe saber cómo de feliz me siento.

¡Ése es el puto problema!

-¿Entenderme?

¡Maldición, Annie! ¿No entiendes? ¿Crees que solo yo debo entenderte a ti? ¡¿No entiendes lo que siento yo?!

[...]

80 días con élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora