Encuentro.

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La alarma sonó y me desperté confusa; no sabía dónde estaba y, a los pocos segundos, me percaté de ello: me había quedado dormida pensando en mis sentimientos hacia Josh, sin poder llegar a conclusión alguna

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La alarma sonó y me desperté confusa; no sabía dónde estaba y, a los pocos segundos, me percaté de ello: me había quedado dormida pensando en mis sentimientos hacia Josh, sin poder llegar a conclusión alguna.

Salté de la cama aún desorientada, todas mis pertenencias seguían dentro de maletas y cajas, ya que la pasada noche solo nos dio tiempo a colocar las cosas del salón. Abrí la caja que rezaba "Ropa Alex", y de ahí saqué mi top deportivo, boxers, una camisa y unos pantalones pitillo. Hacía algunos años que dejé de usar ropa interior femenina, ya que no me sentía cómoda usándola y, realmente, la de chico era mejor; no te aprieta por todas partes para definir una figura que puede que no quieras resaltar.

Me peiné con un cepillo que llevaba en mi mochila y bajé corriendo las escaleras: llegaba tarde.

Saqué una botella de zumo de naranja que mamá debió de haber comprado anoche para tener algo que desayunar, bebí el trago más largo que mi garganta me permitió y salí al patio con la esperanza de encontrar mi vieja bicicleta, pero no era así. A lo lejos, pude avistar cómo se acercaba un bus a una parada que había a pocos metros de mi nueva casa, levanté el brazo y lo agité para que el conductor me viese y detuviese el bus. Abrió las puertas y, casi sin aire, pregunté:

- ¿Este bus va al instituto St. Peter's? -pude acertar a decir con el inglés que había estado aprendiendo todos estos años-.

- Claro, sube. Será 1£. -El conductor hizo un gesto simpático con la cabeza y pulsó un botón para volver a cerrar las puertas-.

El bus paró en frente de un gran edificio, las paredes estaban cubiertas por carteles que animaban al equipo de baloncesto y también se podían ver algunos pasillos debido a que algunas partes de la fachada carecían de pared y la sustituían grandes cristales.

Tomé una bocanada de aire y me dije a mí misma: "Tú pudes, Alex". Entonces, mi móvil vibró y vi que era un mensaje de Josh:

Josh: Suerte en tu primer día, espero qu

El mensaje estaba sin terminar, pensé que debía haber pulsado el botón de enviar antes de terminarlo, y esto me produjo la primera sonrisa de la mañana.

El móvil volvió a vibrar:

Josh: ¡Casi pierdo el bus! Perdona que no pudiese terminar el mensaje, solo quería decirte que espero que hagas nuevos amigos, y que el día se te haga ameno. 📄

Josh añadía emoticonos a todos los mensajes, aunque no tuviese sentido añadirlos, era una cosa que me gustaba de él, todo intentaba hacerlo divertido hasta cuando no apetecía ni siquiera escribir palabra alguna a las 7:00am.

Por fin entré por la puerta principal. Solo la entrada del instituto era ya más grande que el gimnasio del otro. La gente parecía ser todos clones de otros, la misma ropa, el mismo pelo, la misma expresión facial... Mi color de cabello pronto comenzó a resaltar: ya que mi padre era del oeste de Europa, había heredado su pelo color tizón, y los ojos azules de mi madre.

Encaminé el paso hacia mi clase asignada, me senté en el sitio que quedaba libre y me limité a escuchar a profesores impartiendo sus clases durante seis horas.

A la hora de la salida, una chica de mi clase comenzó a hablarme:

- Perdona, ¿tienes planes para hoy? Me gustaría quedar contigo y...- parecía algo ruborizada y tímida-

- No, no tengo. -contesté sonriente-

- ¿Eres una chica? - su tono de decepción mezclado con rechazo fue inconfundible -.

- Sí, al menos hasta donde yo sé soy una chica. -dije algo confundida-

- Como tienes nombre de chico y pareces uno, pensé que...

Y salió corriendo hacia un grupo de lo que parecían ser sus amigas, y, a los pocos segundos, comenzaron a mofarse de ella. Yo me limité a ignorarlas y a continuar mi camino a casa, cosa que parecía imposible con el pasillo principal abarrotado por estudiantes ansiosos de querer marcharse.

Tuve que detenerme delante del panel de información y eventos, ya que no podía avanzar más. Comencé a leer los carteles que estaban sujetos por varias chinchetas de colores, uno resaltaba entre todos los demás: "Baile de máscaras, viernes por la noche en el gimnasio principal". Por algún extraño motivo me apetecía participar en aquel baile; aunque no tuviese pareja, siempre había encontrado divertido disfrazarme y llevar una máscara, con la cual nadie pudiese reconocerte ni juzgarte; sería un buen momento para conocer gente.

(***)

La semana pasó sin incidente alguno, yo decidí unirme al club de lectura del instituto, donde conocí a Matt. Él era el prototipo de chico perfecto, siempre atento a todo el mundo, rubio y con los ojos negros, tanto que no se le podía diferenciar el iris de la pupila. Todo el mundo le decía que no pintaba nada en aquel club, que debía irse al de baloncesto y aprovechar su altura y su cuerpo musculado. Él siempre sonreía y contestaba lo mismo:

- No es lo mío... Yo prefiero aprovechar los días lluviosos de invierno rodeado de edredones, con una taza de chocolate caliente, oyendo a las gotas de lluvia morir contra los cristales mientras leo una buena novela que estar fuera en la calle mojándome y entrenando para algo que realmente no me llena.

Después de escuchar esto por primera vez, me sorprendí de que alguien pudiese emplear palabras tan bellas para rechazar una propuesta, porque al fin y al cabo, era eso lo que hacía.

Se me debieron cruzar todos los cables de mi cabeza, porque después de escuchar esto, comencé a hablarle:

- Hace unos días vi en el tablón que hoy va a haber un baile de máscaras y estoy sin pareja, ¿vendrías conmigo? -me arrepentí de esto nada más cerrar la boca-

Él se limitó a examinarme de arriba a abajo, y me contestó:

- Eres... Alex, ¿verdad? Te he visto estos días por el club, trabajas mucho y se ve que te gustan los libros, algo que a mí me apasiona, ya sabes... -se rascó la cabeza-. En cuanto a tu propuesta... ¡Claro! ¿Por qué no? No tengo pareja y tampoco nada mejor que hacer hoy por la noche.

Los ojos se me debieron de iluminar gracias a que, por primera vez en toda la semana, alguien mostraba algo que no fuese confusión o asco por mí.

- Allí estaré. -respondí alegremente, mientras otras integrantes del club me fulminaban con la mirada-

Cerré mi mochila, la colgué en mi hombro y salí disparada a mi casa para poder empezar a decidir lo que llevar al baile.

Al llegar a casa, vi a mamá plantando los típicos tulipanes que siempre teníamos en el jardín, su media melena rubia ondeaba al viento, tenía puesta una gorra de color rojo que conjuntaba con sus desgastadas sandalias a rombos. Colocó un brazo en su cadera y usó el otro para saludarme, yo le devolví el saludo mientras me acercaba a ella.

- Mamá, necesito una bicicleta nueva, el colegio me pilla algo lejos y...

- Ohhh... es verdad. No lo había pensado. -me interrumpió- El lunes te compraré una, ¿vale?

- Gracias mamá. -comencé a entrar por la puerta hasta que me detuve para volver a hablarle- ¡Ah! Y esta noche hay un baile en el instituto, ya he quedado con alguien para ir, así que voy a arreglarme. Intentaré llegar pronto.

- Vale cariño. -dijo mientras volvía a sumergirse en el mundo de la jardinería-.

Me pareció extraño que no preguntase con quién había quedado para ir al baile, pero supuse que estaría demasiado distraída como para pensar en eso.

Subí a mi habitación y comencé a abrir las cajas de nuevo, quería ponerme un traje pero no tenía ninguno, cosa que me entristeció. Corrí a la habitación de mamá y abrí su ya ordenado armario y comencé a rebuscar, hasta que encontré un vestido ceñido y morado con detalles de encaje negro.

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