Capitulo 3

233 16 2
                                    

La Iglesia, México

Celeste había vuelto de su primera fiesta en el siglo veintiuno. Ahora cumpliría lo que Lisa le había dicho.

Hacer ese hechizo era muy díficil y además requería demasiado poder, pero no era imposible.

—¿Dónde mierda estabas toda la noche? —reclamó Lisa.

—En una fiesta.

—¿Qué hiciste?, porque algo me dice que no fuiste solo a bailar y a beber.

Flashback...

Hace unas horas...

Media fiesta corría hacia las puertas intentando salir de aquel lugar. ¿La razón?, Celeste había vuelto a matar a alguien en aquella fiesta. En este caso, al bartender. Y también a las personas que habían contemplado aquel acto.

Las puertas no se abrían ya que Celeste las había sellado con magia.
Se empezó a escuchar un chirrido muy agudo y las personas gritaron por el hecho de que se le estaban explotando los oídos, literalmente.

Todos cayeron con los oídos sangrando y Celeste tomó una botella de whisky de la barra y se la empezó a tomar mientras salía de aquel lugar.

—Maldita gente del siglo veintiuno —mencionó antes de salir.

Lisa estaba molesta. Ella creía que porque Celeste era una bruja muy poderosa, sabía limpiar sus huellas y no dejar gente muerta por ahí, pero estaba equivocada.

—¡Eres una inútil! —le gritó molesta. Ya estaba harta. Ella solo quería eliminar a los vampiros de la faz de la tierra, y Celeste se la estaba complicando —. No te reviví para hicieras estupideces, será mejor que vuelvas al Otro Lado, ¡Maldita estúpida!.

En respuesta, Celeste le causó un dolor de cabeza terrible. Lisa intentó usar su magia, pero Celeste la había bloqueado.

—La que debería ir al Otro Lado eres tú. No volveré ahí. Jamás. —El dolor de cabeza cambió y esta vez sus ojos, su nariz y sus oídos empezaban a sangrar. Luego, su cabeza explotó y se hizo un gran charco de sangre —. Nunca vuelvas a juzgarme, Lisa Jackson.

Bajó hasta donde estaban Katherine y Blake y les dió un vistazo.

—Acabaré con ustedes luego. —Luego fue a la celda de Kisha y abrió la puerta —. Tu madre era una perra. No solo por amenzarme, sino por dejar a su propia hija aquí. Y además, estoy segura que no te caen bien las vampiras de allá. Pero como no te necesito...—se acercó al rostro de la bruja encadenada —te mataré —susurró ella antes de romperle el cuello. Volvió a la celda de ambas vampiras y las miró con una sonrisa llena de malicia —. Ustedes tal vez no sean él, pero aún así, son de la misma especie. Ahora, desearán estar muertas.

En la frontera de Estados Unidos y México

Taylor dormía plácidamente en su asiento, y el único ruido que se escuchaba eran las ruedas pisando el terreno.

—Claire tenemos que hablar —habló Damon—, sobre el trato.

—No hay nada que hablar sobre el trato. Porque a ti solo te importa que haga los hechizos que me pidas sin importar que tan malo sean sus consecuencias —respondió seca.

—Bueno, admito que eso de la naturaleza y el balance me importa una mierda, pero si me preocupa que la magia te mate.

—¿Lo dices para no quedar mal o...?.

—Bueno, admito que uno de tus parientes de los ochentas me caía mal. —Claire rió—. Pero tú si me importas. No de la manera romántica, ya que no me gustas nada.

Crónicas Vampiras; Resurrección| Libro #2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora