Solo contigo puedo cambiar

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El crudo invierno había azotado al pueblo de Iwatobi, había nieve, nieve que lastimaba la piel. El invierno era crudo, y se decía sería el más terrible en muchos años.

Subiendo el sendero que conducía al templo, Makoto iba y Haruka detrás de él. Los negros cabellos de Haruka eran dispersados por el viento cruel.

—Sólo un poco más—dijo Makoto mientras caminaba, él también estaba cansado.

—Sí—respondió Haruka con voz suave.

—Esta será la última vez que tomemos este viaje, tendremos que esperar hasta después del invierno para reanudar, sólo si el siguiente año las cosas no han cambiado.

De un momento a otro, la silueta de Makoto se hizo borrosa ante la azul mirada de Haruka, titubeó en sus pasos, y finalmente cayó de rodillas a la fría nieve, estaba agotado. Su cuerpo no estaba acostumbrado a las frías temperaturas, y menos a caminar por ahí con sólo una yukata mientras la nieve caía como si de ello dependiera el sostén de la Tierra.

Sin embargo, una mano se tendió a él, la observó un momento y después levantó la mirada y observó el inexpresivo rostro de Makoto,mirándole, sus ojos verdes tan tranquilos, una sonrisa se formó en los labios del castaño.

—Debemos apurarnos, puedes resfriarte.

Y Haruka le observó, una calidez envolvió su frío y olvidado corazón, Makoto despegó los labios y después susurró "Yo te protegeré siempre", las mismas palabras de Rin, y Haruka entendió: Todo aquel que deseaba protegerlo terminaba de la peor forma, él más que nadie lo sabía.

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"Cuando Rin murió, en aquel lugar, lejos de mí, lejos de cualquiera, todo lo que alguna vez me hizo feliz desapareció, como viento que se va, nunca pude demostrarle que yo era feliz a su lado, nunca pude demostrar mis sentimientos, nunca pude sonreír si él estaba cerca, nunca se lo dije, todo fue mi culpa desde un inicio, si yo hubiera sido claro, si yo hubiera dejado a un lado la vergüenza, él no hubiese buscado el honor siendo parte de la patrulla en Kyoto, él no hubiese buscado que yo estuviera orgulloso de él, pienso, en que si en aquel entonces yo hubiera tenido el valor de decirle, la culpa me comía vivo, y mientras más pensaba en todo lo que no hice, más necesitaba culpar a algo o a alguien, es por eso que me uní a esa misión, a la misión de matarte, Makoto"

Los pensamientos de Haruka compartían con el fuego crujiente de la habitación. Se giró para ver a Makoto que yacía a su lado.

"Alguien como yo, no merece tu protección"

Makoto al sentir la mirada de Haruka se giró para poder verle, y delante de él, dos ojos brillantes y azules, llenos de lágrimas lo observaban, Haruka estiró su blanca mano hacia la mejilla de Makoto, la acarició y después abalanzó su cuerpo, apoyó su cabeza en su pecho, el calor de Makoto, era tan dulce, Makoto estaba sorprendido, Haruka nunca mantuvo contacto físico con él, al menos hasta ese día, sus manos, torpes, abrazaron a Haruka, el cual se sentía tan vulnerable ahora mismo.Ambos se quedaron así, uno abrazado del otro, las manos de Haruka viajaron delineando con los dedos la ancha espalda de Makoto, perdiéndose en las divisiones de cada músculo bien acomodado, cerró los ojos, y después los labios de Makoto se colocaron sobre los de él, el sabor de Makoto, no era sangre, no era nada de lo que muchas veces se imaginó siendo parte de Makoto, no, la boca de Makoto no sabía a metal, no sabía a muerte, las manos inexpertas de Makoto, viajaron al borde del cuello de la yukata de Haruka y en un firme movimiento la hizo bajar, mostrando la blanca piel de Haruka, nadie más que él la había tocado antes, un mar de emociones, sentimientos, sensaciones nuevas, que ambos estaban descubriendo.

Lirio JaponésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora