II.-
El viento movía sus cabellos, tranquilo y sereno, cerró los ojos tratando de concentrarse en el sonido del viento; el chico de hacía ya varias noches no dejaba de atormentar su cabeza, una opresión en su pecho aparecía de un momento a otro, pero así como llegaba se iba. Aquel lirio azul, ¿por qué tendría tanto significado para alguien?... Y mientras más se lo preguntara menos tenía sentido. También lo había escuchado murmurar un nombre, pero no recordaba en absoluto nada de eso, solo sabía que mencionaba a alguien.
—Mako-chan, ¿ocurre algo?—Preguntó un rubio sentándose a un lado de él. Nagisa estaba preocupado, desde aquella noche Makoto actuaba muy raro, y eso le ponía los nervios de punta al de ojos magenta.
—No, no ocurre nada, Nagisa— Respondió dando un suave suspiro ¿era verdad que no ocurría nada?—Dime, Nagisa... los hombres de la otra vez, ¿de donde provenían?
—Bueno, según me dijeron los espías, provenían del centro de Edo—hizo una pausa y después se y le acercó con cara de incredulidad—No me digas que te estas sintiendo culpable por lo que paso la otra vez en aquel lugar...
Nagisa nunca pensó que el castaño preguntara sobre aquellos hombres, por lo general Makoto no hablaba del trabajo, por eso el que el castaño le hubiese preguntado eso, era de extrañarse.
—Bueno, es solo que me han dejado intrigado—Respondió el de ojos verdes dando un suave suspiro.
—Bueno, no debes preocuparte, ellos no querían la libertad del país, eran simples conservadores...—después soltó una suave risita y le dio un golpecito en la espalda a manera de confort— vamos, que hoy será una larga noche.
El rubio se puso de pie y caminó junto al castaño, a fin de cuentas, ese era su trabajo. Liberar a Japón del mal. Era una guerra, y en la guerra hay muerte, si una guerra se basara en paz, entonces no sería una guerra, para ganar hay que vencer, aun si eso significa matar. Después de todo lo que los rebeldes deseaban era un Japón próspero y moderno, un país que pudiera estar en contacto con otros, acabar con la dinastía Tokugawa no era fácil, pero estaban seguros que pronto todo eso acabaría.
🌷
Ya llevaba mucho tiempo caminando, la lluvia amenazaba con caer.
»Por favor no vayas« había escuchado decir a Gou, justo antes de salir por la puerta de papel, peropodía dejarlo así, ahora ya se encontraba cara a cara en el lugar donde su prometido había ido para no volver, apretó su puño contra su pecho dando un suave suspiro, su yukata ya estaba algo sucia por el viaje, pero no importaba, porque pronto estaría frente a frente con quien había robado su alma y parte de su corazón.🌷
Aquella noche, había llovido tanto y el agua se combinaba con la sangre derramada por las calles.
¿Cuántas veces había matado sin piedad alguna?
No lo recordaba en lo absoluto y buscando una respuesta, miró al cielo. Las nubes eran espesas, el recuerdo de sus hermanos llegó a su mente, aquella decisión que le había gritado a su maestro:
»Yo iré a defender Japón, así mis hermanos crecerán en un ambiente de paz y tranquilidad«.
Recordó a su maestro, Ryugazaki siempre fue muy estricto, recordó aquella mirada de desaprobación.
»Si vas, te convertirás en aquello que más odias«
Esas fueron sus palabras, pero aun así, decidió dejar atrás aquella vida. Sus hermanos se aferraron a él, lo recordaba bastante, él les prometió ir a verlos cada verano, pero hacía ya tres años de eso. A veces pensaba en aquellos dos, y le pedía disculpas a su madre por no cuidarlos por el momento, pero sabía que en el futuro, sus hermanos podrían irse de Japón si querían, podían ser libres.
—Has matado a otros más.
Una voz suave le habló desde un punto, Makoto salió de sus pensamientos y empuñó su espada, un chico salió de la penumbra con una mirada inmutable, un bonito color azul, uno que nunca antes había visto, se quedó pensativo un momento, ¿debía matarlo? ¿Debía dejarlo ir? El de cabello oscuro se acercó a paso lento, estirando un poco su mano. "Tú eres, el hombre que hace llover sangre" susurró de una manera apenas audible, pero cuando llegó hasta él, cayó y el de cabellos castaños le sujetó para no dejarle caer, cuando miró su rostro se sorprendió. Jamás había visto a alguien de tan hermosa cara.
***
-¿Te has vuelto loco, Makoto?-. Un chico de cabellos rosáceos y ojos purpuras colocó sus manos en la cintura a gesto de desaprobación-Ese chico podría meternos en problemas-.
-Descuida, Kisumi. Estoy seguro que no ha visto nada-. Respondió Makoto con una sonrisa mientras dejaba a su huésped en el futón limpiando su rostro con un paño seco- además solo será por una noche. Estoy seguro que estaba algo débil, pero mañana por la mañana ya estará bien-.
-Más te vale, ya sabes cómo es la gente, suele hablar mucho, inventarían chismes, podrían decir que has traído un hōkan a la guarida.-Habló de nuevo el de cabellos rosa.
-No creo que sea un hōkan...- susurró Nagisa mirando al azabache durmiendo en el futón, después sonrió y miró a Makoto que se había quedado contemplando aquel rostro tranquilo- además, no tendría nada de malo, somos humanos no máquinas para matar. Así que está bien si Mako-chan trae a uno de ellos para entretenerse un rato-.
Makoto río divertido, pero después susurró "No le haría nada, no podría".
Después de eso la noche paso tranquila, cuando el de ojos verdes despertó miró el futón vacío, estaba perfectamente doblado y acomodado, Makoto salió de la recamara y miró a aquel muchacho saliendo de otra habitación.
-¡Disculpe!- Habló Makoto tratando de llamar su atención y cuando lo hizo, se topó de nuevo con aquellos zafiros azules, "tan azules como el océano" pensó.- ¿Ya se encuentra mejor?-.
El de cabellos negros asintió algo avergonzado y después ladeó el rostro un poco.
-Perdóneme si le he causado molestias, ayer bebí mucho sake y estaba borracho-.
-Descuida, está bien, me alegra que estés bien... ¿Cómo te llamas?-.
-Nanase, Nanase Haruka...- Dicho esto hizo una reverencia a modo de respeto y decidió seguir con sus deberes en el lugar, pues con "algo" debía pagar la hospitalidad brindada.
-Es un placer...- susurró Makoto mirándolo alejarse. En definitiva no parecía un hōkan.
Pero aquellos ojos, en definitiva llevaban un secreto tras de ellos, un secreto profundo y quizá lo suficientemente triste.
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Lirio Japonés
Fiksi Penggemar"Él era un hombre excelente, tanto en el agua como con la katana, yo lo conocía desde que éramos niños, siempre quiso ser el orgullo de su padre, como todo buen hijo mayor, trataba de mejorar día a día. Eso era lo que más me enamoraba de él, cuando...