Capítulo IV: Cuando inicia la tranquilidad

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Capítulo IV: Cuando inicia la tranquilidad

Ya es de noche, las cigarras cantan, el cielo está despejado, Haruka llevó el plato de Makoto y le dejó frente a él, a la vez que le sonreía con suavidad y se encaminaba al otro lado de la mesa y se sentaba, Makoto tomó el plato con arroz y comenzó a comer con rapidez, realmente salir a pescar era mucho más cansado y difícil que empuñar una espada.

—-Lo siento—habló el de cabellos negros con la mirada gacha, observando la mesa con una mirada indiferente, Makoto bajó sus palillos y después el plato para dirigir su verde mirada a aquel muchacho que de la nada había hablado, está vez, sin que Makoto se viera obligado a iniciar una conversación.

— ¿Por qué?—preguntó el castaño extrañado por la repentina actitud del de cabellos negros.

—-Pensaba que sería bueno preparar un poco de carne con vegetales, así podrías comer algo bueno después del trabajo, pero... no pensé muy bien en la ración de arroz, y pensé que alcanzaría bastante bien, pero después de haber hecho el sake y haber cocinado el arroz, me di cuenta de que no podía darle una buena porción, y me siento algo triste por eso—.

Nunca había escuchado a Haruka decir más que dos o tres palabras, aquello en verdad había sido sorprendente, Makoto sonrió con amabilidad y después negó con la cabeza y observó el plato delante de él:

—No te preocupes, Haruka. A decir verdad no me molesta, de cualquier manera, tu comida es muy deliciosa—.

Haruka abrió los ojos como platos y sonrió apenas un poco, muchas veces había escuchado halagos hacia su comida, su carácter, su buena manera de amo de casa, todo siempre fue halagado, la familia Matsuoka siempre se admiró de Rin por la "prometedora adquisición", decían que había tomado la mejor elección en cuanto a su elección matrimonial, y Haruka siempre estuvo al pendiente de las observaciones de su prometido, pero ahora, era cuando algo le estrujaba el corazón, así haya sido algo que se dice por educación y cortesía, Haruka se sentía feliz.

Después de eso, ambos comieron en silencio, embriagados por la luna, en el cielo la Luna brilla como si fuese invierno, las estrellas tapizan el cielo, haciendo parecer una pintura con detalles bien observados, las hojas del ciruelo se mueven con la suave brisa veraniega, y las cigarras entonan su melodía despreocupadas, nada es mejor que la vida en el campo.

En la noche, Makoto ya estaba durmiendo acostado en el único futón, Haruka se encontraba sentado sobre una mesa de madera, la luz de la vela crispaba y lo único que Haruka podía escuchar era el sonido de la lluvia que golpeaba el techo de madera vieja, dejó un papel doblado por la mitad y el pincel sobre el escritorio, abrió el cajón de un buró que se encontraba cerca y guardo ambas cosas, se levantó con cuidado de su lugar llevando la vela consigo, observó a Makoto dormir descuidadamente sobre el futon.

"Te puedes resfriar", pensó al verlo completamente descubierto, dejó la vela en el suelo y se acercó para colocarle bien las cobijas sobre aquel fortalecido pecho, lo observó unos instantes y después pensó que se enfermaría aún con las cobijas, se quitó la manta que llevaba encima y se la colocó, Makoto era un poco descuidado, después se levantó y abrió la puerta de la casa, la cerró con lentitud y de forma sigilosa, observó la lluvia y después se quedó sentado por un momento, se colocó las havainas con suavidad y corrió hacia el pequeño cuarto de madera el cual usaban para guardar cosas que no cabían dentro de la diminuta casa, con cuidado de no tropezar con nada, Haruka logró acomodarse en un pequeño rincón, trató de conciliar el sueño, cerró sus grandes ojos, pero cada vez que lo hacía, una lluvia de sangre aparecía en sus sueños, no podía dormir, simplemente no podía.

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