Sonaba la alarma, en otra casa, pero por alguna razón la misma me salvó... justo ese día mi reloj biológico falló, y tenía sentido. Había pasado una mala noche, y tuve que ceder al desvelo para terminar un largo deber que nos habían mandado. De esa misma clase teníamos extracurriculares y me preparaba para lo mismo. Me puse mis jeans favoritos y un blusón, era lo más adecuado para estar cómoda y ,a la vez, vestir bien.
-¿Las llevo hoy? - preguntó mi padre - parece que se les hizo un poco tarde. - añadió sonriendo.
-¡Sí, por favor! - Arnella y yo contestamos, casi rogando.
Gracias al amable gesto de mi padre llegamos a tiempo a clases, aunque las mías eran extracurriculares, eran igual de importantes; pues es en este tipo de clases en las que despejas todas las dudas, y ese día sí que despejé más de una...
-¡¿Ane, qué tal todo?! - le pregunté sonriendo, pues la encontré igual de feliz o aun más que yo.
-Súper bien Orne, ¿te acuerdas de lo que te conté sobre Bill y yo? - me dijo con sus grandes ojos brillantes - ya lo hablamos, quedamos en que seremos más comprensivos, sobre todo porque recién estamos empezando y queremos que lo nuestro funcione.
-¿Si ves? ¡Te dije que se solucionaría! Estoy segura que es porque lo dejaste en las manos correctas, en las de Dios... Así que era seguro que todo iba a ir bien, y así mismo fue. - le dije sonriendo, pues sin duda estaba feliz por ella.
Luego de media hora, ya estábamos en plena clase. Ane y yo resolvíamos un ejercicio, lo recuerdo muy bien, y era porque en ese momento me había llegado un mensaje. El mensaje más inesperado, y a la vez esperado, desde hace mucho tiempo...
-¿Dónde estás Ornella?
...