Uno.

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-¡Carlotta! ¡Al centro!

Carlotta movió su robusto cuerpo hasta el centro del escenario mientras se acomodaba los rizos rojos con aíre de grandeza, algunos aplaudían con orgullo, mientras que otros resoplaban cansados de que ella siempre obtuviera los papeles principales de los musicales.

-¿Enserio piensan que puede interpretar a Julieta? -preguntó Meg, una chica con cara de ángel y cabello rubio que se dedicaba únicamente a bailar. 

Christine se giró a ella y se encontró con los ojos azules de su mejor amiga, ella sólo se encogió de hombros y volvió la vista a Carlotta que recibía instrucciones de Paulo, el maestro encargado en turno.

-Esta gorda -insistió Meg-. Y es fea, Julieta era preciosa y angelical. Nada que ver con ella, Paulo cada vez me da más pena, si la sigue poniendo como protagonista nos quedaremos sin temporada en el teatro.

-No exageres, Meg -respondió tranquilamente Christine-. El público sólo quiere escuchar una buena voz, Carlotta la tiene, por eso Paulo la adora.

-Eso es porque no te ha escuchado cantar -Meg se cruzó de brazos y se apoyo en la pared de la sala de ensayo-. Deberías de audicionar para los papeles.

-Lo hice el mes pasado y Paulo dijo que me faltaba practica -le recordó.

-Extrañamente enfermaste de las anginas dos días antes de la audición -resopló Meg.

-¿Insinúas algo Meg Giry? -preguntó Christine más que divertida.

-Christine Donat, contigo no se puede hablar -se quejó Meg antes de levantarse y comenzar a caminar fuera del estudio.

-¡Meg! -gritó Paulo-. ¡Regresa! ¡Te necesito en escena!

Christine se levantó con cuidado después de ajustarse las zapatillas de ballet y fue hasta Paulo.

-¿Te importa si tomo su lugar hasta que se le pase el berrinche? -le preguntó achicando los ojos y con una sonrisa que derretía a Paulo desde que la vio entrar nerviosa a la academia.

-Desde luego que no -respondió negando-. ¡Desde el principio del área Carlotta!

Carlotta subió a uno de los peldaños de la escalera improvisada con el vestido blanco de novia y los diamantes resplandeciendo. Los bailarines se colocaron en posición y la melodía comenzó junto a los delicados movimientos de Christine. Paulo nunca tenía palabras después de verla bailar, sólo le decía: Diosa. Era lo único que articulaban sus labios. Desgraciadamente, ella sólo quería cantar. Nunca bailaba en las presentaciones, sólo era una suplente. S le mantenía fuera del escenario haciéndole los coros a Carlotta. No había pisado un escenario realmente. No ha conocido la gloria bajo los reflectores aún.

Carlotta entonó "Aimer" junto a Raoul, quién ocupaba el puesto de Romeo. Propio a su nombre, los movimientos del ballet se hicieron más delicados. 

Paulo miraba a su alrededor maravillado. A tan sólo una semana de la presentación, todo estaba casi perfecto. Si pudiera convencer a Christine de cambiar lugar con Meg. Se sumió tanto en sus pensamientos, buscando excusas para cambiar los papeles, que cuando Carlotta cayó de la escalera improvisada y gritó, apenas lo notó.

Todos los presentes en la sala corrieron a auxiliar a Carlotta que no dejaba de quejarse. La pobre cayó con todo el peso sobre su brazo y su pierna parecía completamente doblada. Christine se compadeció de ella, así que salió corriendo de la sala de ensayo con ordenes de Paulo para pedir a la recepcionista que llamara a una ambulancia.

Corrió pasillo por pasillo con el pulso acelerado y las zapatillas impidiéndole los movimientos rápidos hasta que llegó a la señora Giry, la madre de Meg que se encargaba temporalmente de la oficina y recepción. 

-¡Christine! -gritó al ver a la joven pálida del susto y algo más-. ¿Qué pasa, niña? ¡Habla!

-¡Es la señorita Girard! -avisó Christine apenas pasó saliva-. Se ha caído y Paulo quiere que llames a la ambulancia. Parece grave.

Sin más que decir, la señora Giry tomó el teléfono y llamó a una ambulancia. Christine agradeció antes de correr rumbo a la sala de ensayo nuevamente para avisar a Paulo que la ambulancia venía en camino.

Iba tan distraída y preocupada que no vio al hombre que se aproximaba a ella leyendo el diario tranquilamente hasta que chocó contra su imponente cuerpo.

-Lo lamento, señor. Disculpe mi torpeza -se apresuró a decir Christine y levantó el diario que cayó a suelo antes de siquiera mirarle. Cuando se lo entregó, tuvo que darse cuenta, aún sin quererlo que aquel tipo era guapo. Aunque sin llegar a la exageración. Perfectamente limpio y planchado. Los ojos azules le dedicaron una sonrisa que sus labios no le ofrecieron. 

Si no fuera por la marca en la mejilla izquierda, parecida a la de un cuchillo o algo peor, podría ser modelo, se dijo a si misma.

-Vaya sin cuidado señorita -murmuró aquel hombre antes de que Christine asintiera con la cabeza y comenzara a correr de nueva cuenta hacia la sala de ensayo.

El hombre continuo su camino hacia la recepción con el diario en manos. Antes de hablar con la señora Giry, le dedico una última mirada a la señorita que iba apresurada hasta que se perdió en el pasillo.

-Soy Erik, Erik Denon -se presentó el hombre-. Tengo una cita con el señor Paulo, soy el nuevo maestro de los coros.


A time for us/The Phantom Of The Opera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora