Capítulo IV

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Un increíble cielo azul se expandía sin fin ante la mirada de Elián, el sol demostrando su maravilloso esplendor y poderío caía brutalmente sobre todo, mientras Uriel y Elián tomaban un pequeño descanso debajo de un árbol, disfrutando de la frescura y la sombra, la cual les hizo un sensual llamado ante su mirada para que descansaran en ese lugar.

-¡Hey tío! Es sol si está intenso, rayos ¿Por qué tenemos que trabajar bajo estas condiciones?
Mientras Uriel se quejaba, Elián se acomodaba para poder descansar un poco, antes de que los llamaran para seguir trabajando.
-No te quejes, que nosotros nos quisimos meter en esto y ahora tenemos que soportarlo.
-Ya no quiero venir mañana a trabajar, mejor vayamos a algún lugar para refrescarnos.
-Ni lo digas, si nos escucha tu tío nos va a echar y ya nunca nos volverá a ayudar.
-Solo estaba bromeando; no te lo tomes enserio. Le dijo Uriel un tanto molesto.

Ambos quedaron en silencio y se dedicaron a descansar para recuperar un poco de fuerzas, mientras pasaban los minutos la sombra se hacía más pequeña. Era casi mediodía y el sol llega a su clímax.

-Vamos a otro lugar. Dijo Elián mientras se levantaba con la mirada perdida buscando otro lugar en cual puedan refugiarse del sol.
-No quisiera moverme ¿A dónde vamos?


Ambos se pusieron de pie y buscaron un lugar al cual puedan ir sin tener éxito, el calor era tan frustrante y tan devastador que no podían ni enojarse a falta de energía.

-Nunca me imaginé que en este pueblo hiciera tanto calor; de haber sabido solamente me hubiera puesto ropa interior.
-Aún es tiempo puedes quitarte la ropa y estar así el resto del día. Le dijo a Uriel mientras caminaban a lo largo de una ancha calle dirigiéndose al lugar donde se encontraba el tío de Uriel.

Uriel se quedó parado; atónito lentamente levantó la mano para señalar, Elián siguió con su mirada el punto que le estaba señalando; pudiendo entender perfectamente qué quería decir no inmutaron en decir alguna palabra y caminaron rápido como si estuvieran huyendo de algo o de alguien.

-Quiero dos botellas con agua bien fría mejor si tienen hielo, así tal vez puedo refrescarme un poco.
-Yo también y si hay quisiera un enorme helado de hielo de cualquier sabor, eso es lo de menos. Enuncio Elián.

Llegaron a una pequeña tienda Uriel abrió la puerta bruscamente haciendo un ruido escandaloso asustando a dos personas que estaban comprando.

-Lo siento no quería asustarlo. Dijo Uriel mientras sonría y se rascaba la cabeza avergonzado.
-Ten más cuidado. Le reprendió Elián.
-Claro, no pensé que la puerta fuera a hacer tanto ruido.
-Es de madera y corrediza, está oxidada a simple vista se puede saber de qué haría ruido al abrirla. Le dijo Elián.
-Tengo mucho calor como para ponerle atención a cosas insignificantes mejor vamos por lo que venimos, no nos podemos tardar que si mi tío nos va a buscar nos puede llamar la atención y detesto que haga eso.
-Hagámoslo rápido. Le dijo Elián mientras iba a la sección donde estaban las bebidas.

Uriel fue directo donde estaban los Helados quería uno para comerlo mientras compraba el agua.

En el mismo lugar donde estaba Elián se encontraba un hermosa mujer su cabello era oscuro, sus ojos eran grandes y redondos de color cafés casi tan oscuro como su pelo, ambos sobresalían por su piel blanca y cuidada. Elián no encontraba el agua y buscaba en todas partes sin tener éxito, la mujer solamente observaba lo que él estaba haciendo, sentía curiosidad de lo que estaba buscando.

-¿te puedo ayudar? Le pregunto a Elián.
Elián se sorprendió de que le hubiera hablado, como puedo articular unas pocas palabras le respondió lentamente.
-Sí, gracias. Solamente ando buscando agua.

La chica se quedó pensando, puso su dedo índice en su boca mientras observaba las enfriadoras.

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