28 de Mayo de 2012

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"Querido Luca

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"Querido Luca.

¿Recuerdas esa vez cuando salimos a caminar y terminamos en aquel pequeño café?

Quedamos de vernos en el parque para conversar un poco más.

Llegue 5 minutos después de la hora en la que habíamos acordado y cuando por fin estuve contigo mis nervios se hicieron presentes.

Me miraste y tus ojos brillaron.

"Que hermoso vestido llevas hoy" dijiste con notable pena observando mi vestido blanco con diversos colores.

Fue exactamente lo único que necesitaba para volver a sonrojarme y soltar un risa tímida.

"Muchas gracias, Luca" respondí antes de comenzar a caminar el parque a tu lado.

Ambos andábamos a paso lento. Tú me hablabas y me explicabas el por qué te gustaba tanto aquel lugar y yo sólo te escuchaba atentamente.

Notaba cada gesto que hacías al hablar. Incluso pude notar esos pequeños momentos cuando arrugabas la nariz al sonreír.

Te detuviste y te situaste al frente de mí.

Mis manos comenzaron a sudar nuevamente.

Me miraste y sonreíste de un manera muy tierna.

Otra vez, el mundo parecía haberse parado.

Niños, perros y autos se detuvieron y era como si nada más estuviésemos tú y yo en aquel lugar.

Solos en un mundo donde nada parecía tener vida, tus ojos me llenaban de una felicidad infinita. Y eso me bastaba, no necesitaba nada más en ese momento.

Pequeñas gotas de agua comenzaron a caer del cielo y poco a poco regresamos a aquel parque con todas aquellas personas y animales en movimiento.

Algunos corrían y otros caminaban muy rápidamente para no mojarse tanto en la fría lluvia.

Tú tomaste mi mano y yo di un brinco en respuesta a aquella acción.

Tiraste de mí y corrimos rápidamente a la salida del parque, llegando a un café un tanto vacío.

Entramos y nos sentamos en una pequeña mesa del lugar.

Una chica muy guapa se acercó a nosotros para tomar nuestra orden.

"Dos cafés" le dijiste sin verla. Siempre manteniendo tu mirada fija en mí.

La chica anotó la orden y se retiró a la cocina, probablemente para notificar nuestro pedido.

seguiste mirándome y yo no podía dejar de sonreír al recordar el momento en el parque cuando tomaste mi mano para salir corriendo de allí.

Como si supieses lo que estaba pensando, volviste a tomar mi mano dulcemente y a pesar de que estábamos mojados y hacia frío, una sensación de calor invadió mi cuerpo y me sentí tranquila estando allí a tu lado.

Nada de nervios ni sonrisas tímidas. Todo lo que sentí en aquel momento fue paz y una completa calma que sólo tú podías brindarme.

Y al verte sonreír, volvía a ser esa niña que por las noches miraba el cielo en busca de una estrella fugaz que hiciera sus sueños realidad, sin saber que al estar contigo en ese momento y ver tu sonrisa, ya no necesitaba dicha estrella, mi deseo se había cumplido y aún no había oscurecido."

- Gianna.

Memorias de una chica enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora