4 de Junio de 2012

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"Querido Luca

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"Querido Luca.

¿Recuerdas nuestra primera cena juntos?

Estaba alisando un poco mi vestido con las manos cuando el timbre de mi departamento sonó.

Nerviosa, me di una última mirada en el espejo antes de caminar rápidamente hacia la puerta y encontrarme contigo.

Tus ojos brillaron al verme y mi sonrisa se hizo presente al notarlo.

"Estás preciosa" Dijiste, extendiéndome tu mano.

"Tú también te ves muy bien" Te respondí entrelazando nuestras manos y dándote un beso en la mejilla.

Cerré la puerta de mi departamento y bajamos las escaleras del edificio para terminar en la calle, bajo las estrellas de esa oscura y fría noche.

Con cuidado, colocaste sobre mis hombros tu suéter negro y caminamos con paso lento hasta el restaurante.

Al llegar, con una sonrisa, abriste la puerta para mí y pude notar como repentinamente todo cambió.

El ambiente de aquel restaurante era muy cálido, el piso de madera iba a juego con las mesas y sillas. Las paredes eran de un color perla y en ellas, hermosos cuadros que contrastaban a la perfección, colgaban con muchísima elegancia, dándole así, a ese pequeño pero tan hermoso lugar, una apariencia hogareña que se podía percibir desde el momento en el que entrabas.

Un chico de unos veintidós años nos atendió al llegar.

Preguntó nuestros nombres y con una sonrisa, al confirmar que estábamos en la lista de reservación, nos guió hasta una pequeña mesa al fondo de aquel sitio.

Rápidamente nos sentamos en nuestros respectivos lugares y comenzamos a charlar.
Después de ello, un señor, no mayor de treinta años, con lentes y ojos oscuros, caminó hacía nosotros y con mucha amabilidad tomó nuestra orden para abrirse paso a la cocina y dejarnos así, a ti y a mí, tomados de la mano y sin dejar de sonreír.

El tiempo pasó rápidamente y en sólo unos minutos, ya estaba la cena en la mesa.

Tomamos un poco de vino y seguimos hablando durante unos treinta minutos más, hasta que, con mucho cuidado te acercaste a y al hacerlo, tus ojos poco a poco se iban cerrando.

Noté que ibas a besarme y me acerqué a ti para acortar esa distancia que le impedía a nuestros labios el tocarse.

Ya estando lo bastante cerca, sin darte cuenta, derramaste la copa de vino en toda la mesa.

Tus ojos se abrieron como platos y tu cara se tornó roja cual tomate por el vergonzoso momento.

Por otro lado, luego de ver tu expresión apenada y toda la mesa bañada en vino, no pude lograr contener una carcajada.

, ladeaste la cabeza, un tanto confundido por mi risa, pero, al cabo de unos minutos, te uniste a mientras todos los presentes nos miraban y sonreían.

Y fue así, como sin lugar a dudas, esa noche y esa primera cita, se convirtieron en un momento simplemente mágico, uno de esos instantes que quedan grabados en nuestra memoria y que jamás podremos olvidar... ¿No es así?

Gianna.

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⏰ Última actualización: Mar 16, 2017 ⏰

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Memorias de una chica enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora