20 de Julio. Presente.
-Eso...sí que es una locura -me dijo.
No había pasado más de un minuto. Mi pequeño flashback había pasado desapercibido.
-Lo sé -respondí-. ¿Que me dices de ti? ¿cual es tu sueño?
-Bueno...-parecía dudoso-, hace una hora era dar un paseo contigo en moto. Pero ahora que ya lo he hecho, creo que es terminar la universidad.
Sentí como la sangre subía a mis mejillas y llenaba de color mi rostro, por suerte estaba lo suficientemente oscuro para verlo.
Traté de enfocarme en la otra cosa que me había dicho pero ya no lo recordaba. ¿Algo de saltar algo? No. ¿Algo sobre terminar? ¿Terminar que? ¿El colegio? Tampoco. ¿La universidad? ¡Claro! Sí, eso era.
-Eso no es algo imposible -repliqué.
-Para mí... sí.
-¿Por que? No eres tan mal estudiante.
Esbozó una sonrisa ante el cumplido.
-No tiene nada que ver con mi rendimiento académico. Tal vez algún día te lo diga.
-¿Es la forma en la que te aseguras el que vuelva a hablarte?
-Todos tenemos técnicas -sonrió pícaramente-. Si no me hablas, no sabrás mi secreto. Es muy sencillo.
-Ya lo creo.
De modo que hablaríamos de nuevo ¡vaya! Eso era nuevo.
-Creo que ya es tiempo de irnos -dijo-, a menos que desees quedarte un poco más.
No quería irme y él tampoco, lo veía en sus ojos.
-Claro. Vamos.
Me puse de pie vacilante. Mi corazón y mi mente mantenían una seria charla y quería ver quién ganaba.
Quédate. Sé que quieres, ofreció el corazón.
No, debe volver, Ryan debe estar preocupado, intervino mi cerebro. Además, si se queda parecerá demasiado desesperada, eso nunca es bueno.
Cierto. Mi subconsciente había dado dos argumentos demasiado importantes como para ignorarlos. Primero; Ryan, alias mi padre, debía estar preocupado. Y segundo; no quería parecer babosa.
Miré la pantalla para ver las llamada perdidas, pero descubrí que estaba apagada. Mi celular se había descargado. Caminamos en silencio de vuelta al cerco. Esta vez no me tomó la mano ni me guió entre los arboles.
Eché un último vistazo antes de salir, y me prometí silenciosamente que volvería. Al subir a la moto tomé su cintura sin vacilar y apoyé el mentón en su hombro con más confianza que la primera vez.
-Podría acostumbrarme a esto -dijo levantando una ceja.
-Conduce -ordené jocosa.
-A la orden.
Hizo un saludo militar y encendió el motor sin esfuerzo.
El camino fue más corto que la primera vez; o eso me pareció. Llegamos cuando ya todos se habían ido, solo estaba en el salón Ryan, mi hermano, la familia de Sam -sus padres y sus dos hermanas pequeñas quienes jugueteaban entre los adultos- y los padres de Jessica y Jessica, sentada sola en la esquina del salón. Todos se volvieron a vernos cuando entramos.
-¡Sami! -exclamó la señora Sawyers- ¿Dónde has estado?
Ahogué una carcajada ante el tierno apodo que había usado su madre; estas no eran las circunstancias apropiadas para reír.

ESTÁS LEYENDO
La Promesa
Novela JuvenilMelissa y Sam, dos jóvenes, dos historias, ambos con un pasado difícil, juntos encontrarán la manera de sobrellevar sus problemas con la ayuda del otro. Hasta que algo terrible acabe con todas sus aspiraciones. Y una promesa que pese a todo perman...