Le dolía millares el estómago, se acurrucaba en posición fetal para amortiguar el daño y con un gesto de muerte intentaba hablar al moreno:
-Diablos, Frank. Duele mucho.
-Lo sé, te desmayaste, aunque no chocaste contra el suelo porque Vegetta aminoró la caída, sino te hubieras desplomado contra el pavimento.
Se retorcía como oruga en el asiento del acompañante, sentía el estómago hinchado y pesado como si hubiera tragado una bola de bowling.
Presionaba las manos contra la piel de su abdomen y de su rostro se apoderaba un gesto de espanto y sufrimiento.
No podía recordar, volvía a ocurrirle lo mismo que aquella vez en la Universidad, su mente se quedaba completamente en blanco. Según Frank Vegetta había ayudado bastante, si no fuere por él tal vez ahora la nariz de Guillermo estuviere rota en mil fragmentos.
Pudo imaginar en su mente la escena: él duro como roca mientras su amigo era aprisionado contra una de las paredes del callejón y aquel castaño de tatuajes enfrentando solo a cuatro delincuentes. Quiso gritar de la impotencia, ya hubiera querido poder ayudar a Frank, más no logró hacer otra cosa que puro enredo, se sintió tan difamado cual si fuera la cosa más inservible del mundo, tal vez si hubiera sido más pensante y hubiera llamado a la policía en vez de salir disparando como lo hizo, no se hubiera armado tanto lío y tal vez siquiera hubieran tenido la oportunidad aquellos de robar a Frank, pero no, como siempre sus estúpidos impulsos fueron más fuertes que su razonamiento y prácticamente voló para ayudar a aquel y al fin y al cabo sus esfuerzos no sirvieron para nada, es más, inclusive acabó arruinando todo mucho peor de lo que ya estaba y como si fuera poco gracias a su inoportuno acabaron robándole también a él y probablemente a su otro acompañante de cátedra.
Frank le había contado todo con lujo de detalles y como si fuera poco le comentó el frustrante hecho que además de haber sido el pelinegro una simple carnada para retener a Vegetta (el moreno de cabello cortos no había utilizado esos términos pero obviamente así era como Guillermo se lo había tomado, por su cuenta claro), acabó bajándosele la presión hasta el mínimo por el tremendo susto que se había llevado al sentir el cañón del arma apuntándole la cabeza por detrás.
Mierda. Todo había salido al revés a como hubo de planearlo y lo peor de todo es que había acabado en el hospital internado de urgencia con suero debido al impacto del desvanecimiento.
No recordaba nada pero el simple hecho de saber que Vegetta no logró detener a aquellos delincuentes por su culpa, fue suficiente para hacerle sentir parásito.
-Por Dios, Frank, ¡qué vergüenza! He de haberme visto terriblemente patético... Dios santo –intentaba cubrir la humillación que se apoderaba de su rostro con su mano derecha, aunque obviamente era una hazaña imposible. Daba la espalda al moreno: su simple presencia le recalcaba su fracaso.
-Oh, Willy no por favor, no te sientas culpable, tu solo quisiste ayudarme. Para nada fue tu culpa, ¿acaso crees que yo echaría la culpa de mi inoportuno a alguien que ha intentado ayudarme? ¡No seas tonto! –sonreía-. Ya olvídalo, fue algo que sucedió y no pudimos evitarlo, es todo.
Le miraba atento a todas las expresiones de su rostro, el pelinegro observaba algún lugar inexistente del automóvil al tiempo que mordía la comisura de sus uñas con fuerza, podía verse preocupación en sus facciones, malestar y algo de nerviosismo, aunque era de esperar, ¿Cuántas veces habrían asaltado a aquel chico en su vida? Probablemente ninguna y a la primera que le sucede había quedado como un completo papanatas.
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Todos aman a Willy {Wigetta}
RomanceEra el mejor de la clase y también el más aburrido; no le gustaban las fiestas ni el alcohol; Sus compañeros de universidad: Frank, Silvia y Elysa le acosaban todo el tiempo... Y había empezado a tener conversaciones realmente interesantes con un ex...