Louis gruñe ante el sonido de una cortina siendo abierta y la luz chocando contra su cara con expresiones de un sueño interrumpido, se tapa con las frazadas. —No sé quién seas, pero vete a la mierda.
—¡Soy Harry!
—¡Y yo soy Louis! Y estas viendo déjame dormir o te partiré la cara.
Harry se ríe, y se mantiene de pie solo para hablar nuevamente con más dulzura en su voz. —Es un día especial, y recibiste una carta.
—¿Una carta? ¿Un día especial? —el oji-azul está atormentándose solamente con la idea de que la intriga quiera hacerlo despojarse del calor que le ofrece su cama, sin embargo, mira sobre lo que le arropa.
—Claro, ¿Ves? No era tan difícil, será un día especial porque la pasare contigo, ¿No te hace feliz?
—Es sábado. —protestó, inclinando un suave puchero casi inexistente sobre sus labios. —Y me levanté en la mañana pensando que tenía escuela, prácticamente me duché e hice todo lo de siempre hasta que vi mi calendario. —Su novio aguantó una risa, apretando su boca e inflando sus mejillas.
—¡Oye, no te rías!
—Está bien, está bien, no más risas, ahora, te traje esto. —empuja sus manos hacia adelante, una pequeña bolsa color pastel se cae sobre el acolchado que coincide de tono. Louis la mira, dentro hay una cajita de leche y un sobre con galletas. —Un nutritivo desayuno para comenzar el día.
—¿De vainilla? Qué asco, Harry, odio la vainilla. —posó una mueca de desagrado en su rostro y cuando vio el reflejo de pena fingida en las facciones del oji-verde, enterró la pajita en la caja y bebió un poco de ella. —Ya, ya. Que puto asco, pero, en fin, me la tomaré, ¿Feliz?
—Bastante. Ahora, tengo la carta. Había muchas afuera, pero esta es la única que era para ti.
Louis la recibe, entornando los ojos hacía su pareja. Sus pequeñas manos tocan un par de segundos las grandes de él. Y ve el sobre, rosa, con un corazón como sello en la parte delantera. —Recuérdame porque te di una copia de las llaves de mi casa.
—Porque me amas.
—¿Y por qué te amo?
—Porque soy lo que necesitas.
Sonríe, levemente, aun viendo el papel en sus manos. —Claro que lo eres, ahora, supongo que voy a leer esto.
Primero lee de quien se trata en la parte de atrás, Agatha, está escrito en cursiva. Traga duro, probablemente porque debió esperárselo, nadie manda una carta en estos tiempos, pero probablemente si lo haría alguien que solamente sabe la dirección de tu casa y a quien tienes bloqueada de todos los lugares posibles.
Aunque, Louis habías desaparecido del mapa en sus redes sociales, la única que tenía era una cuenta que no estaba a su nombre así que no era posible que ella lo supiera.
Lo primero que hace es leer con detenimiento la hoja rosada, delicadamente doblada y con una caligrafía perfectamente redonda como bonita.
Hola, Louis.
Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, un año y medio, o dos.
Iré a la ciudad este domingo, estoy pensando en mudarme para allá y ya tengo la casa que quiero, pero, no estoy lo suficientemente segura. Sé que estas molesto, y sé que probablemente esta no sea una buena noticia para ti, pero fuimos buenos amigos, y no quiero que esa conexión se pierda.
Lo siento, por todo lo que hice y esas cosas.
Aunque no estoy segura de que se supone que fue tan malo, pero, qué va.
Nos vemos pronto, o eso espero.
—¿Y, que dice? —interrumpe, Harry, viendo con el ceño fruncido la forma en la que Louis encoje un poco en tristeza su boca.
—Es Agatha, Harry. Y quiere que nos veamos.
—¿Esa Agatha?
—Sí, esa Agatha. ¿Qué otra Agatha conoces?
Dudoso, se atreve a preguntar. —¿La que hizo todo ese embrollo con el equipo de futbol y te dejó en ridículo?
Louis suspira, un poco harto al respecto. Pero su voz ni siquiera sale con fastidio, sino que es un pequeño chillido agudo. —Si.
]
