Capítulo ocho.

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-Ey, gracias por lo de antes. Por no decirle a mi madre que te he dejado sola todo el día.- Pablo entró en mi habitación, sin llamar y sentó en mi cama. ¿Cómo se le ocurre?

-No, gracias a ti por entrar en mi habitación sin mi permiso y por ser tan amable como eres. Puedes irte, no vaya a ser que llegues tarde a la fiesta.- Creo que le sorprendió mi respuesta porque me quitó el libro, que estaba leyendo, de las manos y me dijo mirándome a los ojos:

-Mira, ya que veo que no nos andamos con tonterías, te lo voy a decir muy clarito. No me caes bien. Me parece que eres una niña malcriada que...

-¿¡yo malcriada?! Y me lo dice el niño de la casa que...

-¡Cállate! Estoy hablando yo...

-No me da la gana. Largo de mi cuarto y no vuelvas a dirigirme la palabra en tu vida.-

Cabreado se levantó y se marchó de mi habitación.

¡No le aguantaba!, ¿por qué tenía que ir de ser superior por la vida? Encima viene a recochinearse, a darme las gracias por no chivarme... ¡Será imbécil!

En lo que me quedaba de tarde estuve haciendo los deberes, deseando que llegara ya la noche para que se acabara este día de mierda y recé para que mañana fuera un día mejor.

A la mañana siguiente, mientras salía de casa vi como un chico de aproximadamente mi edad salía del edificio de enfrente.
Cuando llevaba un rato de camino sentí como alguien me tocaba el hombro.

-Hola. Eres la nueva del instituto, ¿no?, ¿vives con Pablo Ríos?

-Eh... sí. Me llamo Alicia.

-Encantado. Yo soy Ricardo y parece ser que somos vecinos, podíamos quedar e ir juntos al instituto, ¿qué te parece?

-Claro.

-Genial. ¿Y qué tal es eso de vivir con ese estúpido de Pablo?

-¿Sinceramente?, un infierno.

-¿Sabes?, creo que seremos grandes amigos.

Y así fue como conocí a Ricardo. Desde entonces se convirtió en mi mejor amigo y un apoyo fundamental en mi vida. Gracias a él conseguí integrarme en el instituto y comenzar una nueva vida, alejada del caos de lo que era mi vida anterior. Gracias a él me fue más sencillo comenzar de cero.

Pero nunca le hablaría sobre mi vida anterior... Ni a él ni a nadie. Soy rara y no me aceptarían.

Sin embargo, aunque por el día estuviera orgullosa de ir poco a poco avanzando en este mundo extraño para mí, por las noches lloraba la ausencia de mi burbuja, ¡qué ironía! Siempre quise salir de ella y ahora rogaba por volver, necesitaba sentirme segura.

BurbujeandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora