Capítulo seis.

17 0 0
                                    

-Veo que te gusta.

Como no... Alguien tenía que estropear mi alegría, ¿para qué habla? Hasta ayer mismo hubiera estado feliz de estar aquí, conociendo el mundo, con mi mad... Quiero decir, con Claudia. Pero ahora me molesta su cercanía y por ende, que me dirija la palabra.

-Sí, muy bonito.

Entonces, Claudia susurró: "Ay, Alicia... ¡Qué difícil me lo vas poner!"
Fingí que no la había escuchado porque ni siquiera merecía la pena una respuesta de mi parte.
De pronto, llegamos a unos portones enormes que Claudia con un mando consiguió abrir. Tras estos, había una casita preciosa enorme, ¿todas las casas son tan bonitas? ¡Parece un palacio!

Claudia, tras apagar el coche, se quedó mirando mi cara de sorpresa (aunque sinceramente creo que tengo esta cara desde que salimos del laboratorio, ¡me quedan tantas cosas por conocer y tantos lugares por descubrir!) y dijo:

-Bueno, ya hemos llegado. ¿Te gusta?

-¡Me encanta! -Mierda, tenía que ser borde.

-Me alegro. Ven te voy a presentar a mi hijo, te va a caer genial. Se llama Pablo, tiene 20 años y vas a ir con él a clase. Esta mañana te hemos apuntado en su instituto y bueno, es dos años mayor que tú, pero no es muy buen estudiante y ha repetido ya un par de veces. Al menos este es su último curso, por fin, espero.

Entonces salimos del coche, cogimos mis maletas y Claudia entró corriendo en la casa. Sin embargo, yo no pude evitar quedarme viendo el jardín, había un columpio y una enorme piscina. Entonces me di la vuelta y vi el paisaje. Era una pequeña casita rodeada de enormes edificios. Todo era tan bonito que podría incluso acostumbrarme a vivir aquí. Entonces caí en que si los alrededores eran tan bonitos, la casa lo sería más aún.

Cuando entré por la puerta lo primero que escuché fue una voz grave: "¿Y cuánto tiempo va a quedarse?"
Y tras esto, oí a Claudia decir- ¿Compórtate quieres?-
Decidí seguir las voces, por lo que atravesé el ancho pasillo y llegué a lo que supuse que era la cocina.

-Ay, ya estás aquí... Te había dejado atrás... Bueno, te presento a mi hijo Pablo.-

Pablo. No sé ni cómo describiros a Pablo. Era el chico más guapo que había conocido en mi vida, aunque también era el único... Todo hay que decirlo. Hasta ahora solo había conocido a "mis amigos" los científicos: largas barbas, calvos y barrigudos. Pero Pablo era completamente diferente.

Encantada! Me llamo Alicia. (¿De dónde había sacado tanta efusividad?)

-Hola. Bueno ma que me voy, que he quedado a comer con Sar...

-No hijo, quédate y ayúdanos a preparar la habitación a Alicia.

-No, creo que paso. Adiós.- Bueno, muy charlatán no parecía, pero era tan guapo que se lo perdonaba. ¡Vaya ojazos!

-Lo siento Alicia, es que desde que se ha echado novia está más borde... A ver cuánto le dura esta... Acompáñame, que te enseño tu nueva habitación.

Subimos las escaleras y llegamos a lo que a partir de ahora sería mi habitación. Una pequeña habitación color salmón con una pequeña cama, un armario... Nada fuera de lo normal. Ideal para mí.

-Bueno cariño, esta es tu habitación. Vamos a comer y luego ordenas las cosas.-
En cuanto pude me subí a mi habitación, no pensaba salir de aquí nunca. ¡Se estaba tan bien! Y cuanto más pudiera estar lejos de Claudia, mejor.

Había un pequeño balcón que daba al jardín. De verdad, no me podía gustar más ese montón de césped que había bajo mis pies. ¡Sin duda era el jardín más bonito del universo! Lleno de flores y... ¡Una casa en un árbol! En cuanto pudiera tenía que ir a investigar esa cabaña.

Pasé la tarde organizando lo que a partir de ahora sería mi rincón. Quedó tan bonito que incluso por un momento tuve ganas de vivir con esta extraña gente.
Cuando terminé de organizar mis cosas, llamaron a la puerta. -¡Adelante!
-¡Qué bonita te ha quedado!- Era Pablo, ¿cuándo había llegado?
-Gracias.
-¿Bajas a cenar?
-Sí, claro.

Bajamos a cenar. Yo iba feliz porque Pablo me había hablado. Durante la cena no pude parar de mirarle y él sin embargo, no me miró en ningún momento, y eso cada vez me deprimía más. -¡Mírame!- Le rogaba mentalmente, pero nada, como si no existiera para él.

-Bueno Alicia, mañana es tu primer día de instituto. No te puedes perder ningún día que ya has perdido bastantes días durante el curso. -Creo que mi cara reflejo el pánico que sentía por dentro porque al segundo me dijo:
-No te preocupes, que no vas sola. Pablo estará contigo, ¿verdad?-
Y por primera vez en toda la noche Pablo me miró, pero casi hubiera preferido que no lo hiciera, porque sus ojos reflejaron lo que yo más me temía: no iba a ayudarme. -Claro ma, no te preocupes.-

Sin embargo, ambos sabíamos que no iba a poder contar con él.

BurbujeandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora