Jason llega en cuestión de segundos. Se encuentra sobre el puente cerca de la patrulla. Ellos le están impidiendo el paso. Después de una breve conversación con el jefe de los policías este lo deja acercarse sigilosamente hacia ella, despacio. Es difícil verlos a la perfección desde donde estoy, así que decido caminar un poco más a la orilla del lago. Stacy se percata de mi presencia y me grita:
—¡Esto será por tú culpa, perra! Cargarás el resto de tu vida con mi muerte sobre tus hombros. Y tú también, Jason —ella grita como si sus amígdalas fueran a salir por su boca.
El miedo está en mi estómago y todos mis miembros se vuelven débiles e incapaces de mantenerse firmes y los deseos más humanos se sienten en mi cuerpo. No por necesidad, sino por miedo. Sé que si se lanza, no será mi culpa, sin embargo, el simple hecho de ella mencionarlo me predispone a sentirme mal al respecto.
Puedo ver como Jason poco a poco está más cerca de ella, veo como sus labios están articulando las palabras, que no soy capaz de escuchar. Ella se vuelve hacia él, todavía con sus piernas en dirección al agua.
—La condición es que tienes que dejar a la perra, y volver conmigo. Yo te amo —dice y empieza a llorar, repitiendo esas palabras una y otra vez—. ¡Vuelve conmigo, te juro que todo va a ser mejor. Te amo. Te amo. Te amo —ella lo grita con lágrimas sobre actuadas, sacándose hasta la hiel por los ojos.
Despacio él empieza a sujetarla por la espalda, abrazándola por detrás y la levanta del muro del puente, para luego ella dejarse caer en el suelo llorando. Los paramédicos se encargan de montarla en la camilla y sujetarla para que no pueda volver a escaparse. Ellos bajan hasta la ambulancia y Jason se sube junto a ellos camino al hospital. Mi corazón ya recupera su ritmo normal. Un grupo de chicas se acercan hasta a mí.
—¿Tú eres Kimberly? Porque la verdad, si fuera tú, me alejaría de ese costado de locos.
—Sí. Es peligroso —dice la chica morena al lado de la larguirucha que parece jugadora de voleibol.
Las ignoro deliberadamente y me voy hasta mi auto para ir al hospital y saber cómo está todo. Antes me dirijo a la patrulla.
—Perdón oficial, ¿A qué hospital trasladaron a la chica?
—Al Boston Medical Center —responde mientras está todavía tomando algunos apuntes, por lo que no dirige la mirada hasta mí.
—Muchas gracias —emprendo mi camino en auto hasta el hospital y en recepción, una enfermera de unos 40 años me atiende.
—Hola... ¿Me podría decir si la señorita Stacy McAdams ya está ingresada? —le pregunto serenamente.
—¿Es usted familiar de la paciente?
—No exactamente, pero soy familiar de un familiar de ella y necesito comunicarme con él. Es urgente —le miento.
—Un momento —ella dice mientras teclea algunos datos en su computador—. McAdams, está en urgencias pero en breve estará siendo trasladada a la habitación 504. Debe esperar unos minutos antes de subir.
—Muy bien. Gracias por la información —ella asiente y sonríe.
Tomo asiento en la sala de espera. Todo está pintado en colores crema y blanco. Los asientos de espera son del mismo color. Nada tiene color en este lugar y es bastante aburrido. No se supone que un hospital sea un lugar de diversión, pero dicen que la risa es la mejor medicina. Lo menos que me inspiran estas paredes es una sonrisa, ni siquiera una que solo das cuando te sientes obligado a hacer algún movimiento con tu rostro. Esto necesita algo de color.
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TRUST ME© El amor rompe todas las barreras.
Teen FictionSinopsis Todos tenemos secretos dolorosos que nos hacen cambiar drásticamente y ver la vida de otra manera. Kimberly, a sus diecinueve años tiene todo lo que una joven a su edad desearía; una madre amorosa, hermanos inigualables, una amiga incondici...