Mila
Me subí al bus, como siempre, luego de esperar una eternidad.
Estaba medio lleno, pero aún quedaba un lugar en el fondo, al lado de la ventanilla. Me senté y tomé mi celular. Eran las cuatro de la tarde.
Luego de unos cinco minutos de viaje, miré hacia la ventana. Un chico alto y de pelo castaño me observaba fijamente. El semáforo estaba en rojo, asique le sostuve la mirada pero, como era de esperarse, no aguanté y comencé a reir.
Noté que él estaba sonriendo, pero por suerte el bus había arrancado.